TREINTA Y CINCO

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JADE

Han pasado dos semanas desde que Elijah y yo comenzamos a trabajar juntos en mi proyecto, y en ese tiempo, he llegado a conocer un lado de él que no esperaba.

Es increíble cómo se ha empeñado en hacerme sentir cómoda, en borrar esas distancias invisibles que manteníamos al principio.

Nunca pensé que él fuera del tipo de persona que presta atención a cada detalle, que se asegura de que cada encuentro esté lleno de respeto y consideración. Sin embargo, Elijah siempre encuentra la forma de hacerlo. A veces, con una simple sonrisa cuando llego agotada o con un café caliente en las mañanas.

Pero lo que más me sorprende es la manera en la que trata a Kaia.

No pensé que alguien tan... inalcanzable, a primera vista, pudiera conectar con ella de esa manera. La primera vez que la vio, su mirada se suavizó al instante. Fue como si con solo mirarla quisiera protegerla.

Elijah es gentil, paciente, y siempre se esfuerza por sacar una sonrisa de Kaia, incluso si eso significa jugar a ser un payaso por un rato.

Kaia adora esas interacciones; verlo con ella me llena el corazón de paz. Nos prometimos darle lo mejor de nosotros, y él parece estar completamente comprometido con esa promesa.

En medio de todo, he permitido que haya más conversaciones entre nosotros, conversaciones que van más allá de los aspectos técnicos del proyecto.

Él me cuenta sobre su vida m, sobre su trabajo como arquitecto y la pasión que pone en cada diseño.

En esas charlas, me encuentro compartiéndole detalles de mi vida también, desde mis miedos como madre hasta las ilusiones que tengo para el futuro de Kaia y para el mío.

A veces, hay momentos de silencio que me sorprenden, pausas cómodas en las que me doy cuenta de que estar en su compañía es... natural.

Nos estamos conociendo en una forma que jamás imaginé posible, en la que no existe presión ni expectativas. Solo estamos aquí, cuidando de Kaia, trabajando juntos, siendo simplemente Jade y Elijah.

🤍🤍

Estábamos en la sala de su oficina, terminando una tarde de trabajo, cuando Elijah de repente cerró su computadora, como si estuviera a punto de decir algo importante.

Lo miré, un poco desconcertada, mientras él se acomodaba en su asiento, observándome con esos ojos serenos y claros.

—Jade... —comenzó él, su voz más suave de lo usual—. Necesito hablar contigo sobre algo que llevo pensando estos últimos días.

Sentí cómo mi corazón empezaba a latir más rápido. Elijah siempre era tan preciso, tan seguro en lo que decía, y ese tono suyo me tenía en alerta.

—Claro, dime —le respondí, intentando mantener la calma.

Él suspiró y desvió la mirada por un momento, como si estuviera eligiendo cuidadosamente las palabras que quería decirme.

—Sé que este acuerdo de fingir ante los demás... que estamos comprometidos... puede parecer una locura. Fue algo improvisado y no nos dimos el tiempo de pensarlo realmente. Pero quiero que sepas que... —volvió a mirarme, directo a los ojos—. No quiero que sea solo una fachada.

Me quedé mirándolo en silencio, tratando de comprender lo que sus palabras implicaban. Él continuó antes de que pudiera responder.

—Jade, sé que no nos conocemos por completo. Sé que cada uno lleva su propia carga, que ambos tenemos miedos, historias pasadas que no son fáciles de olvidar... —Hizo una pausa, y vi un destello de vulnerabilidad en su expresión—. Pero eso no significa que no podamos empezar de cero. Que no podamos darnos una oportunidad de hacer esto real.

Amor Inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora