Capítulo 39:No existe

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La luz tenue del ocaso se filtraba a través de los ventanales altos de mi mansión en Londres, proyectando sombras sobre las paredes mientras me inclinaba sobre la mesa de mármol

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La luz tenue del ocaso se filtraba a través de los ventanales altos de mi mansión en Londres, proyectando sombras sobre las paredes mientras me inclinaba sobre la mesa de mármol. Mi mirada recorría los documentos esparcidos, informes y mapas de Europa donde mi control se expandía como un cáncer, devorando a mis enemigos. Los Avilés, en particular, eran los que más disfrutaba ver caer. Daniela había resultado más interesante de lo que imaginé, pero pronto la situación cambiaría. Todo lo haría.

Me levanté, paseando por la habitación con pasos tranquilos, el tacón de mis zapatos resonando en el mármol. Mi mente calculaba los próximos movimientos con precisión quirúrgica. Saboreaba la victoria. Europa estaba al borde de mi control total, y los Avilés... bueno, su desmoronamiento era inevitable.

Una sonrisa oscura se dibujó en mis labios. Pero justo cuando me hundía más en mis pensamientos, la puerta de la sala se abrió con un ligero crujido.

—Amelie —dije sin necesidad de mirar. Podía sentir su presencia antes de que ella hablara. La chica rubia entró en la sala con esa mezcla perfecta de profesionalismo y peligro que tanto valoraba en ella. Ex espía de la Interpol, ahora a mi servicio. Le había encomendado una misión delicada: rastrear a los individuos que habían aparecido en Miami y en mi junta cuando capture a Daniela. Sabía que Amelie cumpliría, o sufriría las consecuencias.

—Señora Wharthington —dijo Amelie con su voz serena y firme, cerrando la puerta tras de sí—. Tengo la información que solicitó, aunque... es intrigante, por decir lo menos.

Me giré lentamente, mis ojos afilados como cuchillas mientras la observaba. No mostraba miedo, lo cual siempre era interesante. Pocos podían estar en esta habitación sin sentir la opresión de mi presencia.

—Habla —ordené, tomando asiento en un sillón cercano, cruzando las piernas con elegancia calculada.

Amelie dejó un expediente sobre la mesa y comenzó a hablar.

—Investigué a los infiltrados en Miami, esos... espías. Como esperaba, son personas difíciles de rastrear. Sus huellas son casi inexistentes. Sin embargo, conseguí algo. Tres nombres en particular llamaron mi atención.

La miré con una mezcla de curiosidad y expectativa. Amelie nunca traía información sin valor.

—La primera es Kristen Havertz —continuó—. Ex esposa del cuarto hombre más rico del mundo. Su historial es impecable hasta su... muerte. Se suicidó hace muchos años. Un caso cerrado y limpio.

—¿Suicidio? —solté una risa sarcástica—. Si se tratara de verdad, sería un final aburrido.

—Así lo pensé —dijo Amelie, sin perder la compostura—. Pero lo interesante es que se la ha visto en varios círculos peligrosos, asociados con mafias y figuras poderosas.

—Kristen —murmuré, probando el nombre en mi lengua como si fuera un vino añejo—. Vivir como un fantasma tiene su arte.

Amelie asintió y continuó.

Amor Encubierto: Espía x Mafiosa GLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora