Capítulo 26:La verdadera Daniela I

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El dolor era lo primero que sentí al abrir los ojos, un dolor sordo y profundo que parecía emanar desde lo más hondo de mi ser

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El dolor era lo primero que sentí al abrir los ojos, un dolor sordo y profundo que parecía emanar desde lo más hondo de mi ser. La habitación a mi alrededor estaba en penumbra, solo una débil luz entraba por las cortinas entreabiertas, y la familiaridad del lugar apenas lograba calmar la tormenta de emociones que empezaba a despertarse junto con mi consciencia.

Mi cuerpo estaba adolorido, cada movimiento me recordaba que había pasado algo terrible, aunque en ese momento, mi mente aún no estaba lista para afrontar la verdad. Con esfuerzo, me incorporé en la cama, sintiendo un mareo que amenazaba con hacerme perder el equilibrio. Todo se sentía irreal, como si estuviera atrapada en una pesadilla de la que no podía despertar.

Me llevé una mano a la cabeza, tratando de ordenar mis pensamientos, de encontrar algo a lo que aferrarme, pero solo había confusión. Cerré los ojos un momento, intentando estabilizar mi respiración. Pero entonces, como una ola que rompe con fuerza en la orilla, los recuerdos empezaron a volver.

Chaterine.

Mi respiración se aceleró, el corazón comenzó a latir con fuerza desbocada mientras las imágenes de lo que había ocurrido me invadían, una tras otra, sin piedad. Recordé la oscuridad de aquella sala, la fría y calculada mirada de Chaterine, y su voz, esa voz que aún resonaba en mi cabeza con una crueldad que me hacía temblar.

Y luego... mi padre.

La realidad de lo que había sucedido cayó sobre mí como una losa. Mi padre, el hombre que siempre había estado allí, que había luchado por mí, que me había protegido a lo largo de toda mi vida, ya no estaba. Chaterine lo había asesinado frente a mis ojos, de una manera tan cruel, tan despiadada, que todavía no podía comprender del todo. Él había venido para salvarme, para rescatarme de las garras de esa mujer, y yo... yo no había podido hacer nada.

El dolor que sentía en mi cuerpo se desvaneció, eclipsado por el dolor en mi corazón. Era como si un vacío se hubiera abierto en mi pecho, un vacío que absorbía todo lo demás. Me llevé las manos al rostro, sintiendo las lágrimas que comenzaban a brotar, y las dejé caer, sin fuerzas para detenerlas.

Todo lo que siempre había creído, todo lo que siempre había conocido, se había desmoronado en ese momento. Y mientras las lágrimas corrían por mis mejillas, me di cuenta de que nada volvería a ser igual. La muerte de mi padre no era solo una pérdida; era un recordatorio brutal de lo que había sido mi vida hasta ahora, de las decisiones que había tomado, y del precio que ahora debía pagar.

Sentí un grito de dolor y rabia burbujear en mi garganta, pero no lo dejé salir. No podía, no quería. Porque sabía que si empezaba a gritar, no sería capaz de detenerme. Y en ese momento, lo único que podía hacer era dejar que las lágrimas fluyeran, que el dolor encontrara su salida en silencio, mientras mi mundo se desmoronaba a mi alrededor.

¿Qué iba a hacer ahora? ¿Cómo iba a enfrentar lo que venía? La respuesta no la tenía, solo sabía que nada en mi vida me había preparado para este momento, para la pérdida más devastadora que podría haber imaginado. Y mientras mi llanto continuaba en la soledad de mi habitación, una única promesa se formó en mi mente, como un juramento que sellaba mi destino:

Amor Encubierto: Espía x Mafiosa GLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora