Capítulo 28:Miedo a nuestro futuro

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Me tumbé en la cama, pero el sueño se negaba a venir

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Me tumbé en la cama, pero el sueño se negaba a venir. El dolor en mi pecho se mezclaba con la furia, formando un nudo imposible de desatar. Cerré los ojos, intentando forzarme a dormir, pero cada vez que lo hacía, las imágenes de ese día volvían a inundar mi mente. El rostro de mi padre, la sonrisa de Samantha, y las palabras de mi madre... todas ellas se mezclaban en un torbellino que me impedía encontrar paz.

El recuerdo era demasiado fuerte, demasiado vívido. Necesitaba liberarlo, compartirlo con alguien que entendiera. Giré la cabeza hacia Alice, quien me observaba con esa mezcla de preocupación y ternura que solo ella sabía mostrar. Sabía que hablarlo me haría bien, aunque fuera doloroso.

—Alice... —murmuré, mi voz apenas un susurro en la oscuridad—. Necesito contarte algo, algo que no he podido sacar de mi mente desde hace años.

Alice se acercó, sentándose a mi lado y tomando mi mano con delicadeza. Su presencia me reconfortaba, me daba la fuerza para continuar.

—Cuéntame, Dani. Estoy aquí contigo.

Tomé aire, cerrando los ojos por un momento antes de dejar que las palabras fluyeran, llevándome de vuelta a ese día en que todo cambió.

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Flashback: 24 de Julio de 2014
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Mansión Avilés

El sol apenas comenzaba a descender, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y dorados mientras atravesábamos los jardines de la mansión. Recuerdo que Samantha y yo caminábamos junto a nuestro padre, Antonio, un hombre que siempre había emanado una autoridad incuestionable. Ese día, sin embargo, había algo diferente en su mirada; una mezcla de orgullo y solemnidad que no había visto antes.

—¿Estás lista, hija? —preguntó, dirigiéndose a Samantha.

Ella asintió con determinación, pero vi en sus ojos una pizca de duda, una que probablemente solo yo notaba. Samantha siempre había sido fuerte, la roca de la familia, pero aquel día estaba a punto de asumir una responsabilidad que cambiaría nuestras vidas para siempre. Papá lo sabía, yo lo sabía, y lo sabía ella también.

—Mañana será un gran día —continuó Antonio, colocando una mano firme sobre el hombro de Samantha—. Eres la heredera de todo lo que hemos construido. Tu madre estaría orgullosa de ti, igual que lo estoy yo.

Samantha respiró hondo, como si quisiera absorber toda la fortaleza que podía de esas palabras. La miré y vi a la mujer en la que se había convertido: fuerte, decidida, pero también llena de amor por nosotras, su familia. Siempre había sido mi modelo a seguir, la persona que siempre estaba ahí para guiarme y protegerme. Y ahora, estaba a punto de convertirse en algo mucho más grande: la jefa de la familia Avilés.

—¿Y tú, Dani? —dijo papá, dirigiéndose a mí con una sonrisa cálida que pocas veces mostraba—. ¿Qué piensas de todo esto?

Miré a Samantha y luego a mi padre, tratando de encontrar las palabras adecuadas. En el fondo, sabía que todo esto cambiaría nuestras vidas para siempre. Ser la hija menor me había permitido cierta libertad, una que Samantha ya no tendría. La idea de que ella se convirtiera en la jefa me llenaba de orgullo, pero también de miedo. Miedo de lo que eso significaría para nosotras, miedo de lo que le podría pasar.

Amor Encubierto: Espía x Mafiosa GLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora