Cartas de Amor parte tres
La noticia era impactante; no podía negar lo que sentía al escuchar a Spreen. ¿De verdad no sabía que Roier y yo teníamos una relación, aunque fuera una farsa?.
—Spreen... —empecé, intentando encontrar las palabras correctas.
—Es por él, ¿cierto? —me interrumpió con una voz llena de una mezcla de resignación y tristeza.
—No deberías hablar de esto... —dije, sintiéndome expuesta, como si mis propios sentimientos estuvieran en juego.
Retrocedí un par de pasos, temerosa de que él continuara diciendo algo que pudiera alterar lo poco que había logrado controlar en mi vida. Me di la vuelta y caminé en dirección a mi casa, sintiendo cómo el eco de sus palabras aún resonaba en mi mente. De alguna manera, me dolía que ahora fuera él quien sintiera lo mismo que yo había sentido en su momento. Pero ya no era lo mismo, y eso era lo que más me confundía y dolía.
Sí, al verlo, mi corazón seguía latiendo rápido, pero ya no con la misma intensidad. Había aprendido a guardar esos sentimientos, a encerrarlos junto a aquellas cartas que nunca debí escribir y, aún así, algo dentro de mí no quería que él dejara de intentar acercarse.
Mis pensamientos se entrelazaban, dejando solo preguntas sin respuestas claras. ¿Qué haría ahora? ¿Pretender que nada había pasado y continuar con esta relación falsa con Roier? ¿O enfrentar finalmente a Spreen y todos aquellos sentimientos que tanto me había esforzado en enterrar?
Apenas llegué a casa, me dirigí a la cocina. Hornear algo me ayudaría a despejar la mente después de todo lo que había pasado. Mientras las galletas terminaban en el horno, alguien tocó la puerta. Con el mandil puesto y las manos aún llenas de harina, fui a abrirla y me encontré con Roier.
—Hola —saludó con una leve sonrisa.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, mirando con cautela hacia adentro de la casa, asegurándome de que mi padre no escuchara la conversación.
—Vine a pedir permiso para que vayamos juntos a una fiesta —respondió sin rodeos.
—Pero estoy ocupada, Roier —dije, tratando de excusarme.
—Perdón, pero tenemos que ir. ¿Dejarías que tu "novio" fuera solo a una fiesta... donde obviamente estará Isara? —me lanzó una mirada inquisitiva, sabiendo que eso haría que dudara.
—¿Quieres volver con ella, no? —respondí, cruzando los brazos y mirándolo con recelo.
—Es la idea, pero sigue con ese universitario... necesito que vengas conmigo para que se ponga celosa.
—¿Cherry? ¿Quién está en la puerta? —Di un respingo al escuchar la voz de mi padre detrás de mí.
—Señor Rubius —Roier respondió rápidamente, mirándolo con una expresión cortés—, soy Roier y quería invitar a su hija a una fiesta.
Mi padre miró a Roier de arriba abajo, y luego fijó su mirada en mí, evaluando la situación. Su expresión era seria, y podía sentir su duda en el aire.
—Bien, pero nada de alcohol, ni drogas... ni manos —dijo mi padre, cruzando los brazos con una expresión seria.
—¡Papá! —protesté, avergonzada.
—Lo que usted diga, señor —respondió Roier con una sonrisa obediente, inclinando ligeramente la cabeza.
Mi padre asintió, mirándome con una mezcla de aprobación y advertencia.
—Bien, ahora sube a arreglarte. Pareces una señora loca con ese mandil —agregó, haciendo un gesto hacia la harina en mis mejillas.
Estábamos en la dichosa fiesta, y yo no me sentía en absoluto en mi zona de confort. La música era estruendosa, la gente bebía y reía, y me preguntaba qué hacía allí. Me acordé de las palabras de Spreen... él tenía razón. Yo era, en el fondo, una chica de casa.
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𝙊𝙣𝙚 𝙨𝙝𝙤𝙩𝙨 //QSMP
Fanfiction𝙊𝙣𝙚 𝙨𝙝𝙤𝙩𝙨 𝙙𝙚𝙡 𝙌𝙎𝙈𝙋 𝙎𝙚𝙭𝙨𝙝𝙤𝙩𝙨 𝙠𝙞𝙙𝙣𝙖𝙥𝙥𝙞𝙣𝙜 𝙝𝙤𝙢𝙤𝙨𝙚𝙭𝙪𝙖𝙡𝙞𝙩𝙮 𝙢𝙪𝙧𝙙𝙚𝙧𝙨 𝘿𝙧𝙪𝙜𝙨 𝙙𝙞𝙛𝙛𝙚𝙧𝙚𝙣𝙩 𝙖𝙜𝙚𝙨 𝙔 𝙤𝙩𝙧𝙖𝙨 𝙘𝙤𝙨𝙖𝙨 𝙦𝙪𝙚 𝙨𝙚 𝙢𝙚 𝙤𝙘𝙪𝙧𝙧𝙖𝙣 𝙙𝙪𝙧𝙖𝙣𝙩𝙚 𝙡𝙖 𝙢𝙖�...