[R̲̲̅̅o̲̲̅̅i̲̲̅̅e̲̲̅̅r̲̲̅̅] 4.

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Cartas de amor. parte cuatro

—Isara me habló de ti —dije, sintiendo cómo la angustia se apoderaba de mí—. Mencionó que pasaste la noche con ella. Y que mi liga... se la diste.

Roier se quedó en silencio, sus ojos entrecerrados mientras procesaba lo que acababa de escuchar. Su mirada se llenó de confusión, pero también de un rayo de comprensión.

—Cherry, espera... —comenzó, intentando encontrar las palabras adecuadas—. No quise que esto se malinterpretara.

Sentí que el aire se volvía denso entre nosotros. La idea de que Isara pudiera tener razón me golpeaba como una ola. ¿Realmente había algo entre ellos? Después de todo, solo había sido un peón para que él regresara con ella.

—¿Entonces qué? —exigí, la voz temblando un poco—. ¿Qué pasó realmente?

Roier respiró hondo, su expresión se tornó seria. Se acercó un paso más, pero me aparté, queriendo mantener distancia. Necesitaba tiempo para procesar esto.

—No hay nada entre Isara y yo, Cherry —dijo con firmeza.

Mis sentimientos se agolpaban, luchando por salir a la superficie. A pesar de su sinceridad, la desconfianza me había plantado una semilla de duda.

—¿Y por qué le diste mi liga? —pregunté, aún sin poder mirarlo a los ojos.

—Yo... ella me la quitó el día de la fiesta —dijo, pasándose la mano por el cabello, frustrado—. Te lo prometo, Cherry. Eres la única con la que quiero estar.

Su voz tenía un toque de desesperación que resonaba en mi interior. A pesar de mi dolor, algo en su mirada me decía que hablaba con sinceridad. Sin embargo, el peso de la situación seguía allí.

—¿Acaso soy una broma para ti? —pregunté, sintiendo cómo el dolor se convertía en rabia.

—No, no eres una broma. Solo ella está pasando por algo que tú no puedes comprender. Pero no significa nada. Te lo prometo.

—Lo entiendo. Todo esto... se acaba. De todas las maneras posibles —mis palabras brotaron con una mezcla de tristeza y frustración.

Él se acercó, ahora con una seriedad palpable.

—Espera, te llevo a tu casa y en el auto te explico todo.

—No hay nada que explicar, Roier... tú querías regresar con Isara y prefiero conducir sola a estar en el mismo auto contigo.

Regresé a casa derrotada, con ganas de llorar y sintiéndome una estúpida. Apenas llegué, vi una decoración de Navidad. Claro, ya estábamos en diciembre, era de esperarse... pero, ¿quién lo había hecho?

—Hola, primita—saludó Kelly, bajando las escaleras.

—¡Hola! —respondí, corri hacia ella y la abrace.

Kelly era como una hermana para mí, y a veces solía pasar la Navidad con nosotros, además de sus padres. La Navidad transcurrió con alegría y amor, hasta que, después de un rato, alguien tocó la puerta. Fui a abrir y, como aquella vez de la fiesta, era Roier.

—¿Qué haces aquí? —pregunté, frunciendo el ceño.

—Quiero hablar contigo.

—Bien. —Cerré la puerta detrás de mí y me acerqué hacia él—. Dilo.

—Cherry, quiero que sepas que yo de verdad te amo, y si esa noche fui con Isara, era porque sus padres están pasando por un divorcio, y yo ya pasé por algo así... solo quería darle apoyo.

𝙊𝙣𝙚 𝙨𝙝𝙤𝙩𝙨 //QSMPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora