❅ :Capitulo Treinta y seis: ❅

108 17 2
                                    


Especial Marinette tiene algo que contar.

(Leves menciones de sangre un tanto graficas y de contusiones cerebrales, se requiere un poco de discreción, intente ser lo menos directa posible, ademas de insultos leves a Chloé, es Marinette, obviamente iba a soltar uno que otro disgusto por la rubia)


— ¡Muchas gracias, Marinette! Estos cupcakes de cereza huelen deliciosos.

La  franco-china sonrió mientras recibía el dinero con delicadeza.

— Muchas gracias, señora Leá. Por cierto, ¿y Socqueline? Cuando se trata de comprar postres, ella siempre llega antes que usted.

La mujer bajó la mirada, incómoda, y respondió con cierta vacilación:

— Oh, bueno... Ha estado muy ocupada con sus tareas, los entrenamientos y... sus citas con la psicóloga.

Marinette parpadeó, dejando pasar el nerviosismo en el tono de la señora Leá, pero deteniéndose en la última palabra.

— ¿Psicóloga? ¿Sucede algo con su memoria?

— ¡Claro que no, cariño! Sus recuerdos están regresando poco a poco, a su ritmo. Mientras siga haciendo los ejercicios de memoria que le recomendaron, todo irá bien. Además, no está de más ver a un psicólogo de vez en cuando, ¿no crees?

La azabache asintió con una sonrisa forzada mientras se recostaba un poco sobre el mostrador, despidiendo a la mujer con un leve gesto. Cuando ya no había nadie en la tienda, subió a su habitación. Su mirada se perdió en algún punto fijo, reflejando el remolino de pensamientos en su interior.

<<— ¿Te sucede algo, Marinette? Estás muy callada.

Tikki, su pequeño kwami rojo, salió de su bolso y flotó cerca de ella con preocupación.

— No es nada, Tikki. Solo estaba pensando.

Se sentó frente a su mesa de trabajo, sosteniendo la aguja con la que bordaba un diseño en un pantalón. Sin embargo, pronto dejó el hilo a un lado, atrapada en sus pensamientos.

<<— ¿Pensando en algo? ¿Es sobre esa tal Socqueline? 

El diminuto kwami inclinó la cabeza, curioso, mientras Marinette jugueteaba distraídamente con un carrete de hilo.

— Tal vez... Es complicado. Desde que empezó el año apenas la he visto. Las pocas veces que nos cruzamos, una de las dos termina huyendo o estamos demasiado ocupadas.

<<— ¿Socqueline es una de tus amigas más cercanas?

Marinette dejó de jugar con el hilo, su expresión se volvió melancólica.

— ¿Amiga cercana? Era como una hermana para mí. Me ayudó cuando más lo necesitaba, pero...

Todo iba bien. Ella me contó que había dejado de lado una investigación sobre su árbol genealógico por lo que llamó "pruebas traicioneras". Me pareció gracioso, pero antes de preguntar más, escuché a lo lejos la voz de Chloé. Al parecer, estaba organizando una sesión de fotos cerca.

El ambiente de la habitación era pesado, como si el aire se hubiera detenido. Marinette, con los ojos enrojecidos y las manos temblorosas, bajó la mirada hacia la mesa. El carrete de hilo que había estado girando entre sus dedos rodó por la superficie, pero ni siquiera lo notó.

— Todo fue mi culpa, Tikki —susurró con un hilo de voz, apenas audible.

Tikki se acercó más, flotando con inquietud frente a su portadora.

De reencarnaciones, guardianes y otros problemas. Por Socqueline WangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora