CAPITULO 4

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Hoseok.

Una semana después de lo sucedido con Jackson, donde había descargado toda su ira en mí, como siempre lo hacía. Yacía en mi habitación, acostado sobre la enorme cama que ahora parecía más vacía que nunca. Las marcas de la última explosión de ira de Jackson aún eran visibles en mi piel, tanto físicas como emocionales. Habían pasado siete días desde que descargó toda su furia sobre mí, como siempre lo hacía cuando las cosas no salían como él quería. Era un patrón que conocía bien, pero que nunca se volvía más fácil de soportar.

El dolor físico se había desvanecido poco a poco, pero el peso emocional seguía aplastándome, como una carga que no podía quitarme de encima. Cerré los ojos, intentando evadir los recuerdos de esa noche, pero fue en vano. Su voz resonaba en mi cabeza, junto con el miedo que sentí cuando me acorraló, cuando se aseguraba de que yo supiera mi lugar. Yo, su esposo, su posesión.

El silencio en la habitación era sofocante, solo roto por mi propia respiración irregular. Me pregunté cómo había llegado a esto, cómo había permitido que mi vida se redujera a esto. Ser el objeto de su ira y el receptor de su desprecio, atrapado en un matrimonio que nunca elegí. Pero también sabía que escapar no era una opción sencilla. Jackson tenía demasiado poder, no solo sobre mí, sino sobre todo lo que me rodeaba.

Nunca me había importado menos, salir de estas cuatro paredes después de una golpiza de Jackson, pero por alguna razón la sola idea de que el rubio me viera en ese estado tan deplorable, me hacia sentir avergonzado y miserable. La sola idea de enfrentar a Taeyong, mi guardaespaldas, con las marcas de la violencia aún visibles en mi piel, me hacía sentir como si todo lo que quedaba de mi dignidad se evaporara. Sabía que él era consciente de lo que sucedía, había dicho mucho con sus palabras. Y su mirada de preocupación, la forma en que siempre estaba cerca cuando Jackson explotaba, era suficiente para saber que el rubio parecía en verdad preocupado por mí. Pero... ¿Por qué?

Jackson no es un hombre bueno. Así que, es mejor que te mantengas al margen.

No voy a dejarte solo, Hoseok. No importa lo que pase, estoy aquí para protegerte.

No quiero que te arriesgues por mí. Ni siquiera me conoces. No valgo la pena.

Eso no es cierto. Tu vida tiene valor, y mereces estar a salvo. No me importa cuán complicada sea la situación. No voy a dar la espalda a alguien que necesita ayuda.

Sus palabras de esa noche resonaban en mi cabeza, pero no podía darme el lujo de creerlas. Debía recordar que Taeyong había sido contratado por mi esposo y que su trabajo era vigilarme no protegerme.

Intenté recordar cómo había sido mi vida antes de todo esto, pero esos recuerdos se sentían tan lejanos como un sueño. ¿En qué momento había permitido que mi existencia se redujera a esto? Un matrimonio vacío, donde mi cuerpo era una moneda de cambio y mis sentimientos un precio a pagar por la paz superficial que Jackson prometía mantener.

Una parte de mí deseaba confiar en Taeyong, creer que tal vez, solo tal vez, él podía ser una especie de salvación. Pero otra parte, la parte que había sido rota y reconstruida tantas veces por Jackson, sabía que eso era peligroso. Confiar en alguien, especialmente en este mundo, solo me llevaría a más dolor.

Suspiré y me acurruqué más en la cama, intentando evitar que esos pensamientos me consumieran. Taeyong no era diferente de los demás. Sus palabras podían sonar llenas de sinceridad, pero al final del día, era solo otro peón en este juego, igual que yo.

Sin embargo, no podía negar lo que había visto en sus ojos. La preocupación, la rabia contenida cada vez que veía los rastros de lo que Jackson me hacía. Eso no podía ser fingido, ¿verdad? ¿O tal vez era solo otro aspecto de su trabajo, una manera de manipularme para que confiara en él?

EL DONCEL Y LA BESTIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora