Cita con Albedo.

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-claro albedo, siempre estoy pensando en mi futuro- le dije y ahora mismo estoy preguntándome si estaré exento de ser el sirviente de Jeanne por 6 meses, Sona solo me pidió una llave para ella, pero creo que si le doy una a cada una será mejor, le daré a ella a Capricornio, es un buen mayordomo, o al menos se ve como tal, aries, el cordero blanco, la verdad suena como algo perfecto para la doncella de Orleans o al menos quien heredo su espíritu, lo que deja a la portadora de Mirror Alice a Géminis, que de cierta manera podría considerarse un habitante del país de las maravillas.

-si, creo que a veces puedes pensar demasiado- Neid con su actitud juguetona esta teniendo una pequeña burla contra mí.

-si, si, me puse paranoico, pero Narveral salió herida y mi madre parecía aterrada cuando mis preguntas insinuaron a Mérope.

-es normal, Mérope es su hermana mayor- ok, creo que ese detalle es algo que mamá podría haberme dicho, se que no pregunto mucho de su pasado, mas que nada sus primeros 200 años

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-debo admitir que agradezco tener una cita con usted, aun si no podemos usar nuestras apariencias reales- albedo estaba feliz de tener esta oportunidad, sonrió, una expresión que iluminaba su rostro. La ilusión nos había transformado, haciéndonos ver distintos, más despreocupados. Era un alivio poder dejar atrás las preocupaciones de nuestro mundo habitual, aunque solo fuera por un par de horas. 

—Esto es lo que necesitamos, Antares —respondió ella, su voz llena de entusiasmo

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—Esto es lo que necesitamos, Antares —respondió ella, su voz llena de entusiasmo. —Un respiro de la realidad, aunque sea momentáneo.

Mientras nos sentábamos en una mesa cerca de la ventana, observé cómo la luz se reflejaba en su sonrisa. Sin las presiones de la misión o la desconfianza constante que normalmente debe sentir al estar en territorio enemigo, el ambiente se sentía casi mágico. Pedimos café y, por supuesto, un par de postres que lucían irresistibles.

—¿Y bien? ¿Qué ha sido de su vida últimamente? —pregunte, inclinándome hacia adelante, interesado.

—Como siempre, trabajando en la Chaos brigade y tratando de mantener mi tapadera de excelente espía de ellos, No es fácil, especialmente con las perras de Maia y Mérope- Suspiro ante la molestia que debían ser mis familiares de sangre.

Ella frunció el ceño. Sabía que esos problemas estaban afectando a todos, pero en este momento, quería que la conversación girara hacia algo más ligero.

—¿Y qué tal si hablamos de algo que no sea trabajo? —propuse al ver que enserio le molestaba Chaos brigade, aunque no puedo decir que no estoy curioso sobre que han hecho para irritarla tanto- ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? - Albedo pensó por un momento, y luego sonrió con picardía.

—muchas, cosas, aunque me gusta servirle, abecés extraño ser una guardiana en vez de una espía, no es que crea que el trabajo es una mala elección, pero escuchar insultos a su familia o peor a usted y no poder atacar me vuelve loca.

—¿Te gustaría empezar con esto? Dicen que el pastel de chocolate es uno de los mejores de la ciudad- Le hice un gesto a la bandeja de postres queriendo cambiar de conversación, pero no creo que sea justo dejarlo así- mira Albedo, hay muchas razones por las que te elegí para este trabajo-Ella asintió con comprensión, entendía que habían razones pero yo no iba a ocultarle la razón de mi decisión- entre que en esos momentos eras una de las únicas miembros de mi nobleza, eres una mujer muy astuta, sabrías arreglártelas si algo sucedía, incluso puedo asegurarte que si hubiese tenido a alguien más para ese trabajo, lo habría enviado solo porque así me ayudarías a liderar Black rose.

Albedo parpadeo con una mirada de sorpresa antes de soltar unas lágrimas mientras sonreía.

-yo... yo... por momentos pensé que no me quería cerca, soy la única que siempre tiene que estar lejos de usted y...- ella empezó a soltar sus sentimientos, no pude aguantar más y la abracé.

-siempre serás importante para mi Albedo, cunado prometí que te volvería una de mis esposas, no lo dije como una recompensa a futuro, lo dije como una promesa, mi linda Súcubo- la tome de las mejillas y la mire directo a los ojos.

Me incliné ligeramente hacia adelante, observando cómo la luz reflejaba en su rostro. Había algo en su mirada que no podía definir. Era una mezcla de amor y deseo, algo me hacía cuestionar si estaba dispuesto a dejarme llevar, ¿estaba realmente bien hacer esto? Yo fui quien la obligo a tener estos sentimientos, pero ella también comenzó a acercar su rostro.

Mi mente comenzó a trabajar a toda velocidad, pero no podía pensar claramente. Solo podía sentir el peso de su cercanía, el calor de su respiración que se entrelazaba con la mía, lo único que existía era ella y yo, atrapados en una burbuja que ya no queríamos romper.

—Antares sama —dijo, su voz más suave, como si fuera una pregunta. Como si esperara una respuesta que sabía que se podía dar con palabras.

Sin decir palabra alguna, me incliné un poco más hacia ella. Mis dedos rozaron los suyos, un contacto ligero, como si fuera una invitación, una promesa. Albedo no retrocedió, sino que acercó su rostro, y lo deseaba tanto como yo.

Nos acercamos aún más, hasta que la distancia entre nuestros labios desapareció. El primer beso fue suave, temeroso casi, como si ambos estuviéramos probando el agua antes de lanzarnos al abismo. Sus labios, cálidos y llenos de vida, rozaron los míos con una delicadeza que me dejó sin aliento. Al principio, solo nos tocamos, los segundos estirándose y retorciéndose como una cuerda tensa, esperando que la tensión se liberara.

Cuando finalmente lo hizo, fue como un estallido. El beso se profundizó, más urgente ahora, más desesperado. Albedo no dudó, sus manos se apoyaron en mi pecho, y yo respondí instintivamente, levantando una mano para acariciar su rostro, sintiendo la suavidad de su piel bajo mis dedos. El mundo entero desapareció en ese instante; solo existíamos nosotros, el café, la mesa y la quietud de la noche.

Me aparté ligeramente, mis respiraciones entrecortadas. Su rostro estaba cerca, sus ojos cerrados por un momento antes de que los abriera lentamente, y vi en su mirada algo que no habíamos hablado, algo que no necesitaba ser dicho.

—Esto... —murmuré, incapaz de articular más palabras.

Albedo sonrió, una sonrisa llena de secretos y promesas. —Sí, Antares sama.

Fue en ese instante que entendí que no me debía importar, si bien le di estos sentimientos al alterarla, siempre estaría con ella, y aunque podría decir que es para hacerme responsable, la verdad es que solo quiero estar con ella, al igual que otras chicas, podrían decirme pervertido, pero soy un demonio, la supuesta moral humana no es algo que me deba afectar.

en dxd como el medio hermano de RíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora