Me alejé de aquella cueva con el alma espantada. El cuerpo me temblaba violentamente, tanto que temía desplomarme con cada paso que daba. Nunca había estado tan asustado en toda mi vida. Pude haber muerto allí, en esa maldita cueva, ahogado o devorado por alguno de esos demonios. Estaba vivo de milagro y aun no podía realmente asimilarlo. Simplemente no me lo creía.
Una vez que me hube alejado un par de metros de aquel sitio, me recosté boca arriba en el pasto y cerré los ojos. Respiré profundamente. Nunca fui consciente de lo importante que era respirar; al parecer tuve que estar a punto de ahogarme para caer en la cuenta de ello.
Reí con sarcasmo de mi propio chiste.
La cabeza me dolía; los pulmones me ardían y el corazón me latía con tal fuerza que por un momento creí que sufriría un paro cardiaco. También tenía mucho frio. El agua helada me había paralizado.
Me enderecé una vez más y me descolgué la mochila de Dolores de los hombros. La apoyé a un costado y noté que estaba empapada. Si no hubiera estado tan casado me hubiera asegurado de cómo estaban las cosas de adentro, pero no era el caso, así que me acosté de nuevo y cerré los ojos.
Me dormí al instante.
*****
No sé cuánto tiempo pasó desde que me dormí, pero al despertar aun seguía estando el sol. No debió pasar mucho, pero como tenía un tiempo limitado, tenía que seguir adelante.
Mis ropas estaban mojadas y mi armadura rota. Me acomodé el cinto de la espada, guardé mi daga en su vaina, me colgué la mochila a los hombros y empecé a caminar por el bosque. Ya no había ningún sendero o rastro de pisadas. Tras pasar la cueva me encontré ante un camino que yo mismo debía elegir por dónde ir.
No estaba seguro que dirección pudo haber tomado el centauro, pero ni loco pensaba volver a la cueva.
Me transformé en un lobo; iba a continuar mi camino tal como lo había estado haciendo antes, rumbo al norte. Dejé atrás la Cueva de los Demonios y seguí adelante.
Hasta ahora, nada de lo que había vivido en éste mundo carecía de sentido para mí. Lo más raro había sido el ataque de las Crías del Diablo y su mensaje de muerte. ¿Cómo era posible que criaturas tan oscuras y malvadas como esas estuvieran también aquí, en el Mundo de los Centauros? Y hablando del mundo de estos... ¿Dónde estaban todas esas putas aldeas de las que tanto hablan los libros de historia, sobre centauros, que me habían obligado a leer meses atrás? Por el momento no había nada; nada de aldeas ni de centauros. Con lo único que me había cruzado eran con bosques, cuevas, demonios, túneles y la re putisima madre que lo pario.
Las cosas estaban muy mal. Mi única pista ya no estaba y los días pasaban. Extrañaba a mis padres, mucho. A mis amigos, a mi familia, a Dolores, a Mía...y pensar en ella me dolía. Las cosas no habían hecho más que empeorar entre los dos. Un abismo se había edificado entre nosotros. Todo mal.
No podía creer todo lo que me estaba pasando. Con solo dieciséis años tenía una carga bastante pesada sobre mis hombros. Mi especie secreta, mi vida oculta, el Clan del Fuego, la Batalla Final y otras miles de mierdas que convertían mi vida en una enorme cagada.
*****
Poco antes de que el sol se ocultara en un manto de nubes negras, los primeros centauros en darse a conocer surgieron en el momento menos previsto.
El viento de la noche trajo consigo un aroma llamativo, cosa que llamó la atención de mi olfato lobuno. Era un aroma extraño, una esencia que transmitía una sensación hogareña y misteriosa al mismo tiempo. Siguiendo una corazonada, seguí el rastro de aquella fragancia tétrica y su naturaleza me guio hasta la entrada de una aldea no muy lejana al desvió de mi ruta.

ESTÁS LEYENDO
Búsqueda en el Infierno
AdventureLa profética Batalla Final entre los centauros y los filitcios ha comenzado y con ella la última dinastía sobrenatural. Luchando por la libertad y la supervivencia de su estirpe, las dos razas se enfrentan por última vez en un combate sangriento y d...