Perdí la noción del tiempo en el momento en que empecé a narrarle mi historia.
Le conté todo: quiénes éramos, de donde veníamos, quiénes eran los centauros y porque estábamos en guerra. Le hablé sobre las diversas batallas transcurridas a lo largo de los siglos y cuál era la Disputa de los Dioses. Ella me escuchó en silencio y sin interrumpirme. Le expliqué cómo nos diferenciábamos los unos y los otros, que cosa eran los clanes y qué tipo de leyes obedecíamos.
Le confesé todo. No me callé absolutamente nada.
Incluso le hablé de Federico y de su misión. El motivo por el cual ella y yo estábamos en este mundo y nuestra grave e inminente situación actual.
Para cuando terminé, tenía la garganta seca y rasposa.
El fuego de mi mano seguía danzando. El paso de los intervalos no había desmitificado su luz irradiadora. Y a pesar de eso, mi amiga permanecía callada.
Son muchas cosas por asimilar.
Mientras ella se tomaba su tiempo para confrontar todo ese maremoto de confusiones y dudas, yo aproveché para inspeccionar el lugar. Nuestra prisión no tenia forma de calabozo como las anteriores, sino que se parecía a una caverna. Era espaciosa, oscura y del techo caían gotas de humedad. Utilicé mi mano como una antorcha y alumbré cada recóndito del sitio.
¿Cómo íbamos a salir de aquí?
–No me lo puedo creer.
Era lo primero que decía desde que comencé a hablar.
Carolina tenía la mirada perdida en una de las piedras del suelo. Su expresión delataba consternación y a la vez preocupación. Yo no podía hacerme una idea de cómo se sentía. Traté de ponerme en su lugar. Su mejor amigo de muchos años nunca fue lo que ella creía que era. No era una persona normal, era un monstruo capaz de convertirse desde un lobo feroz a un gigantesco dragón de cien metros de altura o más. Debía ser muy difícil de creer.
Pero allí estábamos los dos. Atrapados en la prisión de un palacio ubicado en un mundo alterno al nuestro. Y mis manos sudaban fuego.
–No sé que más decirte.
Tampoco me correspondía a mi seguir hablando. Le había dicho todo.
Carolina alzo la vista de las piedritas y se dignó a mirarme.
– ¿Se te es fácil?
– ¿Qué cosa?
– ¿Manejar tanto poder? ¿No te vuelve loco?
No me esperaba aquello. De todas las cosas que podía preguntarme, ¿justo eso se le ocurría cuestionarme?
–No...no lo sé. A veces. Hacer uso de mis dones como la metamorfosis o mis otros "poderes" ....requieren de mucha energía y eso me agobia. Especialmente dentro de este mundo. Su esencia me debilita.
Mi amiga me miraba fijamente a los ojos. Había poder en esos pardos.
– ¿Estas asustada...de lo que soy?
–Sí y no.
¿Si y no? ¿Qué clase de respuesta es esa?
–Me da miedo las cosas que sos capaz de hacer, convertirte en un lobo y eso pero a pesar de todo, te conozco Pablo. O sea, te conozco mucho más ahora que antes pero sé que tenes buen corazón y eso va más allá de cualquier otra cosa. Yo te sigo eligiendo como mi amigo. Con vos me siento segura.
Sus palabras fueron la mejor de las caricias que había recibido en los últimos días. Mi amiga seguía confiando en mí. Eso era más de lo que yo merecía.
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Búsqueda en el Infierno
AventuraLa profética Batalla Final entre los centauros y los filitcios ha comenzado y con ella la última dinastía sobrenatural. Luchando por la libertad y la supervivencia de su estirpe, las dos razas se enfrentan por última vez en un combate sangriento y d...