Extra #1: Recuerdos Bajo las Estrellas

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Unas noches después de un enfrentamiento devastador, en una de esas pausas donde el silencio pesaba como el recuerdo de alguien ausente, los Autobots se encontraban al exterior de la base, reparándose en silencio y dejando que las estrellas brindaran una luz tenue sobre la escena. El ambiente, normalmente vibrante, parecía estar envuelto en una calma distinta, una que todos compartían sin necesidad de palabras.

Optimus se mantenía a un lado, observando el horizonte con una expresión pensativa, mientras Ratchet trabajaba en ajustar una parte de su sistema dañado. Los demás permanecían en un respetuoso silencio, como si todos entendieran que no era momento para charlas triviales. Al final, Bulkhead fue quien rompió el silencio, aunque en un tono inusualmente suave.

Bulkhead: (Mirando hacia el cielo) ¿Saben...? Hay noches en que Cybertron me parece un sueño tan lejano... a veces temo que solo exista en nuestras memorias.

Ratchet, sin apartar la vista de su herramienta, lanzó una mirada a Bulkhead. Sabía que sus palabras estaban cargadas de un sentimiento profundo, aunque no lo expresara completamente.

Ratchet: (Con voz baja) Pero mientras podamos recordarlo, Bulkhead, Cybertron seguirá vivo en algún rincón de nosotros. Cada vez que peleamos, cada vez que logramos regresar aquí... estamos honrando lo que solíamos ser allá.

Bumblebee emitió una serie de pitidos, suaves y graves, como si las palabras de Ratchet hubieran tocado algo profundo en él.

Ratchet: (Leyendo su herramienta) No importa cuánto lo intentemos... siempre parece que nos falta alguien.

El grupo guardó silencio, la frase de Ratchet pesando en el ambiente. Arcee, normalmente directa y audaz, miraba hacia el suelo, la luz de sus ópticos reflejando una emoción que ella misma no parecía dispuesta a compartir en voz alta. Bulkhead, queriendo aliviar el ambiente, intentó darle una vuelta ligera.

Bulkhead: (Con una sonrisa débil) Hey, estamos aquí. ¿Acaso no es un milagro, después de tantas batallas? Es... difícil, a veces. Pero creo que eso es algo que él... y los demás... habrían entendido.

El grupo asintió lentamente, comprendiendo el peso de sus palabras. Optimus finalmente habló, su voz profunda y cargada de ese tono solemne que siempre lograba inspirar incluso en los peores momentos.

Optimus: Perdemos partes de nosotros en esta guerra. Pedazos que... jamás podremos reemplazar. Pero cada uno de ustedes es más fuerte de lo que cree. Porque mientras llevemos el recuerdo de quienes ya no están, ellos seguirán viviendo con nosotros.

Arcee levantó la vista y miró a Optimus, sus ópticos cargados de una mezcla de tristeza y determinación. Con voz baja, casi un susurro, murmuró:

Arcee: A veces es como si estuviera aquí... como si aún estuviera cuidándonos, luchando con nosotros.

Optimus asintió, su mirada compasiva.

Optimus: Lo está, Arcee. Todos lo están. En cada acto de valentía, en cada momento en el que elegimos seguir adelante.

Bumblebee miró al cielo, donde una estrella particularmente brillante centelleaba en la oscuridad. Era solo una chispa de luz, pero era suficiente para recordarle que, pese a la distancia, pese a las pérdidas, todavía había algo que luchar, y que la memoria de cada Autobot caído estaba grabada en su chispa.

Bumblebee: (En voz baja, más para él que para los demás) Nunca lo olvidaré.

Los Autobots permanecieron en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos y recuerdos, permitiendo que la noche cubriera las heridas abiertas en sus sparks. Aunque no había palabras que pudieran llenar el vacío, aquella noche, bajo las estrellas de un planeta lejano, sabían que estaban juntos, y que, en la lucha por la paz, siempre llevarían consigo los recuerdos de los caídos.

La guerra no les había quitado todo; aún tenían lo más importante: la memoria de los suyos, grabada profundamente en cada chispa.

Mientras el grupo de Autobots permanecía en aquel silencio respetuoso, a unos metros suyos entre sombras y polvo, yacía un modesto montón de rocas apiladas con cuidado, un lugar simple pero significativo.

La brisa nocturna acariciaba las piedras, y la tenue luz de la luna reflejaba un leve destello sobre un objeto que sobresalía entre ellas. No había grabados ni nombres. No hacía falta. Solo un cuerno brillaba, atrapando la luz como una chispa persistente.

Esa simple y silenciosa señal decía todo lo que las palabras no podían.

Mientras el cuerno seguía brillando bajo la luz de la luna. El silencio decía lo que ningún discurso podía: que aquel bot no sería olvidado, y que, en su sacrificio, había dejado una marca imborrable en todos los que lo habían conocido.

A la distancia, se podía escuchar el eco de los animales nocturnos, mientras los Autobots volvían a su base. Sin embargo, ninguno rompió el silencio con palabras; sabían que esa noche, lo único que importaba era recordar y honrar lo que habían perdido. Arcee y Bumblebee, en particular, mantenían sus ópticos fijos en el suelo mientras caminaban, sus pensamientos mezclándose con recuerdos de misiones compartidas y risas que ya no volverían.

Finalmente, al llegar a la base, Optimus Prime se volvió para echar un último vistazo al horizonte. Un gesto simple, apenas perceptible, pero lleno de respeto y gratitud hacia quien había dado todo en nombre de la causa.

En el firmamento, una estrella fugaz cruzó el cielo, dejando una estela de luz que pareció iluminar, aunque fuera solo por un instante, aquel montón de rocas y el cuerno que aún brillaba entre ellas.

Y así, bajo el cielo despejado, el lugar permaneció quieto. Un monumento sencillo, pero eterno, a un guerrero que siempre viviría en la chispa de sus compañeros.

Transformers Prime: Hasta que Todos Seamos UnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora