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—¡Eu Mia!—sentí cómo alguien me sacudía del brazo, como si me intentara despertar

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—¡Eu Mia!—sentí cómo alguien me sacudía del brazo, como si me intentara despertar.—¡Miluchi!

Ese apodo.

Adormecida, abro mis ojos como si fuera la cosa más difícil del mundo; enseguida un destello de luz hace que mi mano actúe por si sola, tapando mis ojos de los rayos del sol. Miro para mis costado, buscando esa voz y lo único que puedo ver es el patio de la casa de mi abuela, donde tiempo después de que falleciera, empezara a vivir Thomas.

Mi cuerpo automáticamente, se para solo del pasto y arranco a caminar hasta entrar a la casa. Lo mas raro es que no había nadie, la casa estaba desolada, conmigo dentro y no se como llegue acá. Mis ojos se movían todo el tiempo viendo para todos lados, como si buscara algo, o mas bien a alguien.

—¡Ey nena, dale que llegamos tarde!—Una figura apareció en la puerta de entrada, era el, era Thomi. Sonreía y de forma rápida salió, desapareciendo de mi vista.

—¡Esperame!—le grito, y otra vez, mi cuerpo actuó solo, comenzando a seguir a mi hermano.

A lo lejos, lo vi subiéndose a mi auto, el Ford mustang negro que tanto le gustaba, y me hacía una seña con la cabeza para que subiera con el. Eso hice, pero en el momento que cerré la puerta con una sonrisa pintada en mi cara, y justo cuando mis ojos chocaron con los suyos, todo se volvió negro.

(...)

—¡Miluchi dale que tenemos que tocar!—mis ojos se volvieron a abrir ante ese apodo. En la puerta de lo que parecía ser un camerino, estaba parado Thomas, otra vez con esa sonrisa y sosteniendo las baquetas para tocar la batería.

Una vez mas, me paro y lo sigo. En ese tramo, miraba a mis costados, parecíamos estar en el Luna Park, el lugar favorito para tocar de Thomi. El pasillo era largo, y no había nadie, solo nosotros dos caminando. Aunque lo raro, era que el iba mas adelantado que yo, y por mas que quisiera alcanzarlo, no podía, no llegaba a el. Algo había que me impedía poder tocarlo, y darle un abrazo.

—Thomi...—lo llamo, pero el no se da vuelta. —¡Thomi!—le grito mas fuerte y aún así, no se inmuta, sigue caminando.

Rendida, veo como desaparece entre las cortinas que tapaban la parte lateral del escenario. Y segundos después, lo hago yo, viendo varias cosas del equipo, instrumentos, y sobre todo, escuchando barullo, gritos y aplausos. Pero otra vez, perdí a mi hermano de vista.

Perdida, decido entrar al escenario. Lo raro, es que había publico, pero al salir nadie me vio a mi, si no que su vista estaba puesta en el baterista. Las luces lo iluminaban solo a el, que con una sonrisa inmensa tocaba como nunca antes su canción favorita, "Have you ever seen the rain"  de Creedence. Se me hizo imposible no sonreír y lagrimear a la misma vez, lo veía tan autentico como siempre, alegre, divertido; como si nada hubiera pasado.
Era solo el, disfrutando lo que mas le gustaba hacer, tocar la batería.

Cicatrices || Guido Armido Sardelli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora