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—¡Dale amor, que llegamos tarde!—le grite por segunda vez a Guido desde el piso de abajo, esperando a que se termine de arreglar

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—¡Dale amor, que llegamos tarde!—le grite por segunda vez a Guido desde el piso de abajo, esperando a que se termine de arreglar.

—Lo mejor llega a lo ultimo. —mientras bajaba las escaleras, se ponía la campera de cuero.

Yo en cambio, deje de ver la pantalla de mi celular para ver al rubio con una mirada divertida. A lo que el soltó una risita y me dio un beso corto en los labios.

—Que hermosa que estas...—me mira de arriba a abajo, y yo toda boba le sonrió.

—Gracias, vos también estas hermoso...—me tira arriba suyo, abrazándolo y apretujándolo todo.— Que fuerte que estas.

Suspire exaltada, y Guido carcajeo pasando sus manos por mi espalda hasta bajar a mi cintura baja.

—Vamos dale, o si seguimos así, no llegamos mas. —todavía aferrada a el, y riendo, los dos salimos de la casa, nos subimos al auto, y emprendimos viaje hasta el bar.

Hoy era el cumpleaños de Joni, nuestro amigo, y lo festejaba en un bar, tranqui y sencillo. Cuando llegamos al bar, nos bajamos agarrados de la mano, entramos y a los segundo localizamos la mesa.

—¡Feliz cumple amigo!.—le di un abrazo y un beso a Joni, después lo saludo Guido, le dimos el regalo y nos acercamos a los demás para saludarlos a todos, y nos sentamos en dos sillas a la par.

Guido no tardo en empezar una conversación con sus amigos, y yo aprovechado que a mi lado estaba Pri y Mar, empezamos a hablar de varias cosas.

—¡Hola, feliz cumple a mi amigo Joni!—la voz de una piba, llamo la atención de nosotras tres.

Apenas la vi, pude ver que era una rubia, de media altura y con tetas prominentes. Vestía una pollera negra de cuero, y una remera transparente que le dejaba ver el corpiño de encaje debajo.

—Justo esta tiene que venir...—se queja Mar por lo bajo, a lo que la miro divertida sin entender.

—¿Se llevan mal?—le pregunte, ya que a plena vista, la piba se veía buena onda y alegre.

—Todas nos llevamos mal, es infumable.—Pri gesticula con sus manos ganándose una buena carcajada de mi parte.

—¿Por que?, si se ve buena onda...—la mire una vez mas, y pude ver como prácticamente les restregaba sus tetas a Joni. Lo que enseguida me hizo cambiar de opinión.

—La odio...—la mano de Mar se hizo un bollo, y entrecerró sus ojos apenas Joni la miro.

—No soy de pelearme con minas, pero esta Mi...—Pri negó con su cabeza ofuscada.— Es una trola de mierda.

Sin hablar, la vuelvo a ver, y veo como va saludando a todos los pibes hasta que llega a Guido. No quería amargarme, confiaba mucho en el rubio, pero la forma en que lo saludo, tan coqueta y rebuscada, me hizo aparecer una sensación rara en el estomago.

Cicatrices || Guido Armido Sardelli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora