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 Meses después

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Meses después...

Caminaba entre toda la gente, en busca de alguna esquina en donde no haya tantas personas. Mi batería social se estaba agotando, agregándole que no aguantaba estar mucho en las jodas después de los shows, por que terminaba cansada y lo único que quería era mi cama.
Ha todo esto, Guido no estaba ni siquiera en el país, ya que tocaba en España tres fechas, después en Mexico dos mas, y recién iban por la segunda en Madrid; hablábamos todo el tiempo pero ya lo extraño, casi dos semanas sin el se me estaban haciendo eternas.

Si no fuera por la diferencia de horarios, seguramente ahora estaría pegada a la pantalla de mi celular, mensajeándome con el rubio, junto a una sonrisa de nena boba en mi cara. Pero no era el caso, todo lo contrario, estaba con mi cara de culo decorada con mis anteojos de sol negros, con sueño, aburrimiento y lo peor, menstruando, así que ni dios me aguanta hoy.

—¿Podes cambiar la cara?—me pregunta Franco, ya bastante pasado de copas, y al igual que yo con sus anteojos puestos.

Divertido y risueño, pasa su brazo por mis hombros, pero yo tenía tanto fastidio en mi, que de un movimiento brusco, saque su brazo y bufe molesta viendo a la gente bailar.

—Que mala onda que manejas pendeja. —Franco indignado, se cruza de brazos viéndome fijamente. —¿Que pasa?

—Me quiero ir, eso pasa, pero como nos vamos todos juntos, tengo que esperarlos a ustedes. —lo mire unos segundos antes de darle un trago largo a mi vaso de whisky.

—¿No te conformas con nada vos no?— su tono de voz se endureció, dándome a entender que se estaba enojando. —Siempre tenes un problema, hay que estar atrás tuyo todo el tiempo, por que sos una pendeja caprichosa a la que hay qué arreglar todo lo que rompe.

Me escupió sus palabras con enojo, y por mas que en cierta parte sabía que era por el efecto del alcohol, si me dolieron. Por que tenía razón, solía cagar todo, todo el tiempo y eso me hacía sentir culpable por todo lo que genere en un año entero. Problema tras problema.

—No se como Guido te aguanta, falopera. —lanza sin tacto después de un silencio entre nosotros, en donde solo se escuchaba la música de fondo.

Yo, con mis ojos explotados en lagrimas, lo mire apretando mis labios, y con un inmenso enojo. Franco era protector todo el tiempo conmigo, pero cuando se enojaba decía cosas demasiadas hirientes, que a mi sensibilidad le ganaban y terminaba llorando al pensar que me tiro toda la verdad en pocas palabras.

—¡Eu!, ¿Que pasa acá?—De la nada llega Thomi, sentándose a mi lado y mirándonos a los dos confundido.

—¿Que me queres decir Franco?—le pregunto con mi voz rota, ignorando completamente la pregunta de mi otro hermano.

—Que hace un montón no tenemos un after show por tu culpa, así que ahora aguántatela o pedite un Uber y te vas. —solo me quedo asentir con la cabeza, y de forma rápida me pare de los sillones alejados, para irme de ahí mientras escuchaba como Thomas empezaba una mini discusión con Franco.

Cicatrices || Guido Armido Sardelli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora