La noche ya había caído, y Brielle caminaba lentamente por las calles de Liverpool, dejando que el frío aire nocturno la despejara. La chaqueta de George ahora cubriéndola, y en cada paso, en cada esquina desierta, sentía que su presencia aún la acompañaba.Apenas había avanzado unos metros desde donde se habían despedido cuando escuchó unos pasos acercándose por detrás. El corazón le dio un vuelco, y giró rápidamente, encontrándose con la silueta inconfundible de George, quien se aproximaba con el cabello despeinado y la respiración entrecortada, como si hubiera corrido para alcanzarla.
—George... —dijo, sorprendida, sintiendo una mezcla de alivio y nerviosismo que le daba un nuevo pulso a su corazón.
Él no respondió de inmediato, simplemente se quedó ahí, mirándola con una intensidad que parecía iluminar la noche. Finalmente, se pasó una mano por el cabello y rió suavemente, algo incómodo.
—Sé que esto va a sonar extraño, Brielle, pero... hay algo que olvidé decirte.
Ella entrecerró los ojos, curiosa y ligeramente desconcertada. George, siempre tan tranquilo, ahora parecía estar reuniendo el valor para pronunciar unas palabras que quemaban en sus labios.
—¿Qué es? —preguntó, su voz apenas un susurro, como si temiera romper el hechizo de aquel momento.
George se acercó otro paso, hasta que la distancia entre ambos se redujo a un suspiro. Estaba tan cerca que Brielle podía ver cómo el brillo en sus ojos parecía reflejar algo más profundo, algo que él aún no podía expresar del todo. Entonces, sin previo aviso, tomó su mano y la sostuvo suavemente, con una calidez que hizo que el frío alrededor de ellos se desvaneciera.
—Quería... bueno, quería asegurarte de que llegues bien a casa —murmuró, sin apartar la mirada de ella. Pero había algo en su tono que sugería que no era solo eso.
Brielle sonrió, sintiendo cómo el nerviosismo le arrancaba un leve temblor en los dedos que él sostenía. Era un gesto simple, quizá inocente, pero para ambos significaba más de lo que estaban dispuestos a admitir. A su alrededor, el silencio de la noche parecía latir al ritmo de sus corazones, y en esa breve conexión de sus manos, Brielle sintió que se estaban diciendo mucho más de lo que sus palabras podían expresar.
—Gracias, George —dijo finalmente, sin soltarle la mano—. Aunque creo que… tú eres el que olvidó algo.
George levantó una ceja, divertido y confundido a la vez.
—¿Ah, sí? ¿Qué cosa?
Brielle soltó una risa suave y se inclinó un poco hacia él, haciendo como si pensara. Luego, antes de que pudiera detenerse, se acercó y le dio un beso en la mejilla, ligero y rápido, apenas un roce que hizo que él se quedara inmóvil.
—Eso —susurró, con las mejillas sonrojadas y una sonrisa juguetona en los labios.
George, que parecía haber perdido las palabras, la miró sorprendido, pero luego una sonrisa traviesa comenzó a formarse en su rostro. Era como si, en aquel instante, todo lo que habían querido decir y no se atrevían había encontrado un pequeño escape, un momento de espontaneidad que rompía con el silencio que llevaban cargando.
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/ Confuso Amor ?
Romance"... Es complicado" - Brielle se dice a si misma al ver el retrato de George junto a su "enamorada", Pattie.