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La tensión en la casa de los Lennon no se disipó con el pasar de los días. Desde el incidente en el ensayo, Brielle había notado un cambio en la actitud de John; parecía más reservado, y aunque intentaba no hacer comentarios sobre George, el resentimiento estaba presente, acechando en sus palabras y miradas.
Brielle intentaba entender la reacción de su hermano, pero no podía evitar sentir que estaba siendo injusto con George. Después de todo, ambos sabían lo importante que era su amistad y lo que la banda significaba para ellos. Sin embargo, parecía que John había trazado una línea invisible y no iba a permitir que nadie, ni siquiera su amigo, la cruzara.
Esa mañana, mientras desayunaban, Brielle notó cómo John apenas levantaba la vista de su plato. Finalmente, decidió romper el incómodo silencio.
—¿Hasta cuándo piensas seguir con esto? —preguntó, con un tono que delataba su frustración acumulada.
John apenas levantó la mirada, encogiéndose de hombros. —¿Seguir con qué? No sé de qué hablas.
—Sabes perfectamente a qué me refiero —dijo Brielle, cruzando los brazos—. Estás tratando a George como si hubiera hecho algo imperdonable, cuando en realidad no ha hecho nada malo.
John dejó el tenedor sobre el plato con un ruido seco y alzó la vista hacia ella, sus ojos llenos de una mezcla de ira y algo más profundo que Brielle no lograba descifrar.
—¿Nada malo? —repitió, incrédulo—. Él debería haberse mantenido en su lugar. Es mi amigo, y tú eres mi hermana. No quiero que jueguen con esto.
Brielle respiró hondo, intentando mantener la calma. —John, no estás siendo justo. George no ha hecho nada que merezca que lo trates así. Si tú tienes un problema con él, deberías hablarlo directamente en lugar de dejar que todo se pudra en silencio.
John apretó los puños, luchando con algo que parecía querer salir pero que él se esforzaba por reprimir. Finalmente, dejó escapar un suspiro y negó con la cabeza.
—No lo entiendes, Brielle. No se trata solo de eso. George y yo… tenemos un compromiso con la banda. Y tú… tú eres mi familia. Esto no es un juego para mí.
Brielle sintió cómo una oleada de tristeza la invadía, viendo cómo su hermano intentaba proteger algo que, en su esfuerzo, parecía estar destruyendo. Pero decidió no retroceder.
—Y si tú realmente me consideras tu familia, entonces deberías confiar en mí y en George. No estamos aquí para hacerte daño, John. Pero si sigues así… podrías perder algo mucho más valioso de lo que imaginas.
John la miró en silencio durante un largo momento, y Brielle no pudo evitar sentir una punzada de esperanza. Quizá, solo quizá, sus palabras habían logrado atravesar esa barrera que él se había esforzado en levantar.
John bajó la mirada, sin responder, y Brielle pudo ver un atisbo de duda en sus ojos, como si estuviera considerando por primera vez lo que ella había dicho. Pero su hermano no era alguien que admitiera sus errores fácilmente. Brielle lo sabía bien; el orgullo de John era una barrera casi infranqueable.