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(Salto De Tiempo)
(1961)
El viento de marzo soplaba con suavidad en Liverpool, trayendo consigo la promesa de la primavera, aunque el impacto de los Beatles aún no existía. Sin embargo, en el corazón de Brielle, había una sensación de inestabilidad que no podía ignorar. Dos años habían pasado desde la confrontación con John y la revelación de los sentimientos de George. A pesar de que ambos se habían esforzado por mantener la amistad, había un aire de fingido distanciamiento entre ellos que resultaba inquietante.
Brielle miró por la ventana de su habitación, observando cómo las nubes se deslizaban lentamente por el cielo. Se encontraba en su último año de secundaria, y aunque había seguido adelante con sus estudios, su mente seguía atormentada por los recuerdos de esos momentos compartidos con George. Sabía que él también había cambiado. A menudo, lo veía ensayando con los Beatles en la casa de John, riendo y disfrutando de la música, pero siempre había una barrera entre ellos, una especie de juego de escondidas en el que ambos hacían como si la conexión que habían tenido se hubiera desvanecido.
“Tal vez es lo mejor”, pensaba Brielle, sintiendo una punzada en el pecho. “Mantenerlo como un amigo es más fácil que enfrentar lo que realmente siento”. Sin embargo, cuando lo veía sonreír, la risa que brotaba de sus labios llenos de vida, era difícil ignorar la atracción que persistía bajo la superficie.
Esa tarde, Brielle decidió salir a dar un paseo por el vecindario, intentando despejar su mente. Mientras caminaba, no pudo evitar recordar las tardes pasadas en el parque, compartiendo risas y secretos. Pero ahora, cada vez que se encontraban, se aferraban a una especie de cordialidad que parecía un disfraz. Intercambiaban sonrisas, pero había algo en sus miradas que decía más que las palabras. Era un tira y afloja emocional, una danza en la que ambos parecían dudar en dar el siguiente paso.
Cuando Brielle llegó al parque, se sentó en un banco, mirando a la distancia, recordando las primeras veces que George la había mirado de una manera que le había hecho sentir especial. Mientras tanto, en el fondo de su mente, sabía que George probablemente la estaba buscando. Era una rutina no escrita que ambos habían establecido: él se sentaría a tocar la guitarra, y ella aparecería en algún momento. Pero ahora, había algo más que el simple deseo de compañía.
Poco después, pudo verlo a lo lejos, tocando un riff suave en su guitarra, rodeado de algunos amigos. Se detuvo un momento, observándolo. Había crecido, se había convertido en un joven más seguro, pero ese brillo de vulnerabilidad en sus ojos seguía siendo el mismo. Cuando él la notó, su expresión cambió, y aunque se acercó con una sonrisa, había una tensión palpable entre ellos.
—Hey, Brielle —saludó, intentando sonar despreocupado, aunque su mirada traicionaba su interés.
—Hola, George —respondió ella, intentando mantener su tono neutral, incluso cuando su corazón se aceleraba.
