/ cap. O15

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En la tarde del día siguiente Brielle se encontró caminando hacia la sala donde los chicos ensayaban ya que la tía Mimi le dió permiso a John de nuevo; Mientras Brielle caminaba sentia una mezcla de ansiedad y curiosidad que no podía negar

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En la tarde del día siguiente Brielle se encontró caminando hacia la sala donde los chicos ensayaban ya que la tía Mimi le dió permiso a John de nuevo; Mientras Brielle caminaba sentia una mezcla de ansiedad y curiosidad que no podía negar. Sabía que George estaría allí, junto a John y Paul, ensayando una vez más en esa rutina que habían hecho tan suya. La música flotaba en el aire, y podía distinguir el sonido inconfundible de la guitarra de George. Había algo en la manera en que él tocaba, en cómo las notas parecían brotar con una emoción contenida, que la hacía detenerse unos segundos antes de entrar.

Tomó aire y empujó la puerta suavemente, dejándose ver solo cuando todos los ojos se giraron hacia ella. John, siempre el primero en bromear, le lanzó una sonrisa burlona.

—¿Vienes a darnos el honor de tu presencia, Bri? —preguntó John, en tono medio irónico.

Brielle le respondió con una mirada de desafío, pero sin perder la compostura. Había notado que desde su última confrontación, John la miraba con más sospecha, como si en cada uno de sus movimientos intentara descubrir algo que ella intentaba ocultar.

—Solo vine a ver si todavía sabían tocar decentemente —respondió, devolviendo la broma mientras se acomodaba en una esquina de la sala.

George, sin atreverse a mirarla directamente, dejó de tocar y se concentró en afinar una cuerda que no estaba realmente desafinada. Había pasado semanas evitando que sus miradas se cruzaran en exceso, o que cualquier gesto suyo pudiera revelar sus verdaderos sentimientos. Para cualquiera que los observara, ambos parecían indiferentes, casi distantes, como si solo compartieran el mismo espacio por obligación. Pero Brielle notaba las pequeñas señales, ese leve cambio en su postura, el movimiento nervioso de sus dedos cuando estaba cerca de ella. Era difícil mantener la distancia cuando cada parte de su ser quería lo contrario.

Paul carraspeó, rompiendo el silencio incómodo que se había asentado en la habitación.

—¿Querés escuchar algo? Estamos probando un par de cosas nuevas —dijo, sonriéndole a Brielle, quien asintió.

Los chicos comenzaron a tocar una melodía más animada, y ella se dejó llevar, moviéndose al ritmo de la música. La voz de John llenaba el espacio con una energía casi rebelde, mientras que el bajo de Paul y la guitarra de George creaban una mezcla contagiosa que hacía imposible no sonreír. Por un instante, todo parecía como antes, simple y despreocupado. Sin embargo, Brielle sabía que la distancia que ella y George fingían no era tan fácil de disimular, al menos no para ella.

Cuando terminaron la canción, John se acercó y le dio una palmadita en el hombro.

—¿Qué opinas? —preguntó, con un tono mitad desafío y mitad sinceridad.

Brielle sonrió, evitando mirar a George, que seguía en silencio.

—No está mal, Lennon, aunque dudo que puedas superar los éxitos del pasado —dijo en broma, notando la risa contenida de Paul y el leve rubor en las mejillas de George.

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