Los días pasaban lentamente, y la imagen de Brielle se hacía cada vez más persistente en la mente de George. Aunque trataba de sumergirse en los ensayos, en las largas charlas con sus amigos y en los pequeños conciertos que lograban conseguir en pubs locales, no podía evitar pensar en ella. Cada vez que recordaba sus visitas, sus palabras y, sobre todo, aquel último roce de manos, sentía cómo un calor agradable y doloroso a la vez se expandía en su pecho.
Una tarde, mientras caminaba hacia casa después de un ensayo, George decidió desviarse de su ruta habitual. Sin pensarlo mucho, se encontró en la calle de Brielle y John. Sabía que ella solía salir algunas tardes a pasear o a hacer mandados, y aunque no tenía claro por qué estaba ahí, sintió que necesitaba verla, aunque solo fuera a la distancia. Se detuvo en una esquina, intentando disimular su presencia, cuando la vio salir de la casa.
Brielle parecía distraída, con una expresión pensativa mientras ajustaba su bolso en el hombro. George observó cómo caminaba con calma, sin percatarse de su presencia. Sin embargo, antes de que pudiera decidir si debía acercarse o no, ella lo vio y le dedicó una sonrisa cálida.
—¡George! ¿Qué haces por aquí? —preguntó, acercándose con curiosidad.
George se aclaró la garganta, improvisando una respuesta mientras trataba de ocultar su nerviosismo.
—Oh, ya sabes, solo… dando una vuelta después del ensayo —respondió, encogiéndose de hombros—. ¿Y tú? ¿Vas a algún lado?
—Sí, tengo que hacer un par de mandados para la tía Mimi. —Brielle lo miró un momento, y luego sonrió—. Si no tienes prisa, ¿te gustaría acompañarme? Así me haces compañía y te distraes un poco.
George sintió cómo su corazón se aceleraba ante la idea de pasar más tiempo con ella. Intentando no parecer demasiado ansioso, asintió y comenzó a caminar a su lado, sintiendo una mezcla de alegría y temor.
Mientras caminaban por las calles de Liverpool, conversaron sobre cosas simples: el clima, las canciones que la banda estaba practicando, e incluso algunos recuerdos de la infancia de John que Brielle compartía con gracia y humor. Pero, a medida que la tarde avanzaba, George sintió que el ambiente entre ellos se volvía más íntimo, más cercano. Cada vez que sus miradas se encontraban, había una tensión palpable que ninguno parecía querer romper.
Finalmente, llegaron a una pequeña tienda de discos, y Brielle se detuvo frente a la vitrina, observando con interés algunos de los nuevos lanzamientos. George se colocó a su lado, y ambos miraron los discos en silencio durante unos momentos. Sin pensarlo demasiado, él habló, tratando de mantener la conversación ligera.
—¿Hay algún disco que te guste? —preguntó, señalando la vitrina.
Brielle asintió, sus ojos brillando al mencionar algunos de sus artistas favoritos. Luego, lo miró con una sonrisa enigmática.
—¿Y tú, George? ¿Hay algo que quieras… pero que no te atrevas a decir en voz alta? —preguntó, en un tono suave, sus palabras cargadas de una complicidad que hizo que George sintiera un nudo en la garganta.
El comentario lo dejó sin palabras. Sentía que Brielle lo estaba invitando a abrirse, a decir lo que llevaba tanto tiempo guardando. Pero en lugar de confesarse, solo sonrió con cierta tristeza, y respondió con voz temblorosa.
—Sí… puede ser —murmuró, sin apartar la vista de ella.
El silencio entre ellos fue interrumpido por el bullicio de la calle, y aunque George sintió el impulso de decirle lo que realmente sentía, una vez más la promesa hecha a sí mismo lo detuvo.
Sin embargo, Brielle no insistió; en cambio, asintió suavemente, como si comprendiera que algunas cosas es mejor dejarlas en el aire, flotando entre palabras no dichas. Ambos se quedaron en silencio unos momentos, hasta que ella, con una sonrisa tranquila, tomó su brazo.
—Vamos, George. Ya que estamos aquí, ¿por qué no entramos y vemos qué encontramos? —sugirió, señalando la tienda de discos.
George aceptó, dejándose llevar por la espontaneidad del momento. Mientras pasaban junto a los estantes de vinilos, sintió que estar con ella era como una especie de alivio, un escape de la presión de sus propios sentimientos. Sabía que en algún momento tendría que enfrentar la realidad, pero por ahora, se permitía disfrutar de su compañía, sin pensar en el mañana.
Para él, esa tarde junto a Brielle fue como una canción que deseaba prolongar, dejando que cada nota, cada instante con ella, resonara en su corazón sin necesidad de un final abrupto.
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/ Confuso Amor ?
Romance"... Es complicado" - Brielle se dice a si misma al ver el retrato de George junto a su "enamorada", Pattie.