Me resulta extraño escribirte ahora, cuando mis palabras solo pueden alcanzarte en papel, cuando los silencios ya no se llenan con tu voz.
No sé si estas líneas llegarán a ti de la manera en que quisiera, pero al menos espero que las sientas en lo más profundo.
No te imaginas cuánto significaste para mí, ni cuánto me transformé al quererte. Me enseñaste tanto, a tu manera, y aunque mis actos no siempre lo reflejaron, amarte fue lo más sincero que he sentido.
En cada rincón de mi mente, he guardado cada mirada, cada risa, cada momento que compartimos; y aunque esos recuerdos ahora me duelen, también son los que más atesoro.
Sé que no fui el hombre que necesitabas en ese momento, y lamento profundamente el dolor que te causé. Guardé mis vacíos, mis miedos y mi orgullo, pensando que el tiempo los borraría sin darme cuenta de que, en el proceso, te alejaba de mí.
Creí que lo nuestro sería eterno, que siempre encontraríamos el camino de regreso; pero con el tiempo entendí que algunos amores no están destinados a durar, sino a enseñarnos a ser mejores. Tú me enseñaste eso.
Hoy, en este instante, te deseo toda la felicidad del mundo, Keili. Deseo que el amor que encontraste en él sea fuerte y duradero, que su mano te brinde la paz que yo no supe darte, y que su mirada siempre te recuerde lo especial que eres.
Sé que su amor es lo que mereces y lo que siempre soñaste. No te preocupes por mí; entender que no era yo quien debía acompañarte fue un camino largo, pero necesario para encontrarme a mí mismo.
Estoy aprendiendo a cerrar este capítulo, a agradecerte sin ataduras, y a dejarte ir.
Así que, aunque una parte de mí siempre te amará, es momento de cerrar estas páginas. Al final de esta carta, de este libro, de mi corazón, te dejo libre, Keili. Porque el amor verdadero también sabe despedirse.
Y quiero que sepas algo más, aunque sé que estas palabras no cambian el pasado ni justifican lo que hice.
Quiero que entiendas que detrás de cada error, de cada momento en que te fallé, había un vacío que me arrastraba, una lucha que nunca compartí contigo porque, en el fondo, no sabía cómo.
Estaba tan enojado conmigo mismo, tan frustrado por no poder decirte lo que realmente sentía. Ese orgullo, esas barreras que me construí, me impedían mostrarme vulnerable, reconocer lo que me dolía y lo que necesitaba.
En mi silencio, fui prisionero de mi propio miedo, y el miedo... bueno, ya sabes, a veces nos hace hacer cosas terribles.
Es una disculpa sin excusas, Keili, porque sé que el dolor que te causé no merece justificación. Pero, quizás, necesitas saber que mis errores no nacieron de falta de amor, sino de la incapacidad de entender cómo amarte correctamente.
Te fuiste sin poder escuchar lo que hoy por fin puedo decir, aunque sea tarde. Todo lo que hice fue un reflejo de mi vacío, de mi lucha por no perderte, de mi torpe manera de aferrarme a algo que ya estaba quebrado por dentro.
No era mi intención lastimarte, y sin embargo, sé que fui yo quien creó el daño que finalmente nos separó.
Hoy comprendo que el amor no es solo sentir; es también aprender a expresar, a decir lo que uno lleva dentro sin miedo a la reacción del otro.
Aprendí, a través de la pérdida, que el silencio y el orgullo no hacen más que alejar a quien más queremos.
Por eso, quería que supieras la verdad de mi corazón, que tuvieras estas palabras aunque sean tardías, aunque no cambien lo que vivimos.
Para ti, mereces más que una despedida; mereces mi gratitud, mi respeto y esta verdad sincera.
Con cada pedazo de mi alma, espero que encuentres en esta carta la paz que no supe darte en persona, y que, al leerla, sientas que mi amor por ti fue real, aunque incompleto, aunque imperfecto.
Gracias por cada momento. Te deseo un amor pleno, tan luminoso como tú.
Con todo mi ser, Dylan.
"Y si alguna vez, en cualquier lugar, ves una mariposa blanca con manchas negras, piénsanos por un instante. Recuerda que nuestro amor existió, entre lo puro y lo oscuro, y que dejó una huella que no se borra, sino que vuela libre, en paz."
ESTÁS LEYENDO
Amores que aprenden a soltar
RomanceEn un día que debería ser el más feliz de su vida, él la observa caminar hacia el altar, y su corazón se quiebra al darse cuenta de que no es el hombre que la acompaña. Durante seis años, compartieron risas, sueños y momentos inolvidables, pero la r...