Capitulo 23: Sigue adelante, no mires atrás.

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Han pasado dos años desde el último momento en que vi a Keili

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Han pasado dos años desde el último momento en que vi a Keili. Dos años que me han cambiado de formas que no imaginé. 

Todavía recuerdo esos días como un torbellino oscuro, lleno de errores y decisiones impulsivas que solo dejaron ruinas detrás. 

Pero el tiempo me enseñó que la vida sigue, incluso cuando sientes que el dolor no te dejará respirar. 

Me di una nueva oportunidad, me reconstruí poco a poco, y aunque no fue fácil, hoy puedo decir que soy una mejor persona.

Desde que dejé aquel mundo de errores y malas decisiones, me refugié en mis estudios y, sobre todo, en la naturaleza. 

Descubrí que los bosques, con sus enormes árboles y su paz inquebrantable, eran el mejor lugar para sanar. 

Empecé a salir cada vez que podía, a explorar nuevos lugares, a perderme entre la calma de los árboles y el sonido del viento. 

De alguna forma, cada bosque me ayudó a encontrar un poco de la paz que creí perdida. Ahí, bajo las sombras de aquellos árboles, fui entendiendo quién era realmente y lo que quería ser.

Pero hay algo que el tiempo no ha podido cambiar. Aún llevo a Keili en el fondo de mi corazón. No se trata de un amor que me atormente, ni de un sentimiento que me impida seguir adelante. 

Es algo más profundo, algo que parece haberse quedado grabado en mi ser. La amo de una forma que duele y sana al mismo tiempo, una mezcla de nostalgia y ternura que me recuerda lo que fue y lo que aprendí. 

Sé que el pasado es pasado y que ella ha seguido con su vida, que se fue lejos para encontrarse a sí misma y sanar sus propias heridas. 

Yo también he seguido adelante, pero en algún rincón de mi corazón, su recuerdo sigue siendo parte de mí.

Me pregunto si ella alguna vez me recuerda, si el tiempo le ha permitido pensar en nosotros sin dolor. Sé que ambos nos hicimos daño, que nuestras decisiones y errores nos llevaron a la distancia que hoy nos separa. 

Pero también sé que, en algún momento, fuimos importantes el uno para el otro, y ese amor, aunque haya cambiado, sigue siendo especial.

Algunas noches, cuando salgo a caminar bajo las estrellas, pienso en cómo habría sido si las cosas hubieran sido diferentes. 

Me pregunto si, en otra vida, habría encontrado una forma de amar mejor, sin lastimar, sin causar tanto dolor. 

Pero también me doy cuenta de que esos errores, esa separación, fue necesaria para que ambos creciéramos. 

Ella merecía alguien mejor, y yo necesitaba aprender a ser alguien mejor, aunque ese camino me haya costado perderla.

Al final del día, he aprendido a vivir con sus recuerdos de una manera que ya no me lastima, sino que me da fuerzas. 

Amores que aprenden a soltarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora