Capítulo 35 - Aniversario

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La mañana del día en que las tortolitas cumplieron su primer año como pareja consolidada, contando dentro de ese período aquella separación por el asunto de Esther, empezó de la misma manera que la noche anterior había terminado: teniendo relaciones sexuales en la cama del departamento que compartían. En la víspera del evento salieron a dar una vuelta, luego pasaron por el restó para comer algo y al regresar a casa, entre juegos, chistes y mucho toqueteo, tomaron un baño juntas y fueron a enredarse entre las sábanas, besándose y dando rienda suelta a esa pasión que provocaban la una a la otra irremediablemente. Al despertar, Fina se levantó y preparó un fabuloso desayuno que Marta dejó a un lado para poder desayunarse a su novia a gusto y "piacere". Y en eso estaban justamente: la empresaria gastronómica, con ayuda de una de sus manos, acercaba a su chica al cielo mientras la miraba, fascinada por las expresiones de la cocinera a la hora de exteriorizar el gozo. Si tuviese que explicarlo no encontraría las palabras que expresaran adecuadamente lo que ver a Fina en ese estado le provocaba: era de esas cosas que tienen que sentirse para entenderlas. Se perdía entre los gemidos de su mujer, excitándose más de lo que ya estaba. La agitación de su compañera, sus ojos cerrados, sus manos aferradas a lo que fuera que tuviera cerca: todo se unía para convertirse en la visión más perfecta que la rubia pudiera apreciar.

MARTA: Eso, amor, así... - le mordió la boca suavemente y se miraron fijo a los ojos. Fina se movía al ritmo de lo que hacía la mano de su novia en su intimidad

FINA: Me estás matando - reconoció agitada y besó intensamente esos labios que adoraba

MARTA: Es la idea, hermosa - susurró sugerentemente y volvió a besarla sin cerrar los ojos, quería atestiguar nuevamente de la maravilla que le significaba que Serafina alcanzara el clímax

FINA: Ya casi - por más que su novia no lo dijera, Marta sabía que estaba a punto, la conocía a la perfección y sonreía anticipando el instante de la explosión

MARTA: Anda, regálame un beso más

Y así, mientras se unían boca a boca, Fina tocó el cielo.

Desafortunadamente, el idilio amoroso debía ponerse en pausa ya que les tocaba ir a trabajar. La siguiente semana sería en la que la cocinera regresaría a su habitual horario nocturno y estaba entrenando a Marcos para que por las mañanas tuviera todo claro. El muchacho, antiguo compañero de curso de Carmen, era muy simpático y predispuesto al trabajo, así que no había problemas con ello. Petra, por su parte, consiguió quedarse también por las noches, así que serían el nuevo y Sergio, quien aceptó el cambio finalmente, los que tomarían el matutino junto a Mateo ya que Jacinto también regresaría para las cenas. Las chicas llegaron al local hablando boberías, agarradas de la mano y se encontraron a Luz y Begoña con el pequeño Emiliano en brazos.

FINA: ¡Buenos días! ¿Cómo está esa belleza de la tía? - toma al infante en brazos y da un besito en su frente - Hola, mi amor...

BEGOÑA: Buenos días para ustedes, niñas locas y feliz aniversario

MARTA: Gracias, bruja - besa despacito la manita del bebé - Hola, precioso - mira a su chica embobada - Qué bien te queda...

LUZ: Estas dos van a hacer un milagro y terminarán embarazandose de mirarse nomás

BEGOÑA: ¡Adhiero! Si la ganas lo hicieran posible, ya tendrían un equipo de fútbol

FINA: Las ganas son las de decir tonterías que tienen ustedes hoy, aunque hay que reconocer que si, es verdad - se ríe ante la expresión de Marta - ¿Qué?

MARTA: Que no les des alas, después quién las aguanta

LUZ: ¡Háganse cargo! - siguen riendo

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