Capítulo 64 - Normalidad

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Tiempo después y según ellas, con su hijo creciendo a pasos agigantados, las tortolitas comenzaron a regresar a sus rutinas; especialmente Marta que estaba muy comprometida con su pastelería "MaFin" donde había empleado a Mateo, Pascual y Miriam. Fina, por su parte, aún se encontraba en período de lactancia y por más que ya había acordado que se incorporaría a "CyC", todavía le quedaban algunos meses libres; Benja tenía seis semanas, así que no era hora de regresar al trabajo aún. Algunas noches las pasaban en el departamento del centro de Toledo, sobre todo si la actividad del día siguiente iniciaba muy temprano; si bien Santa Bárbara quedaba cerquita, mejor prevenir; no fuera cosa de encontrarse algún problema de tráfico o cuestiones por el estilo. Ese era el caso de esa jornada para la pareja, Marta pasaría por su casa a buscar a su esposa e hijo después de la pastelería y de ahí se irían al departamento a cenar con César y Santiago porque al día siguiente a primera hora tenían control con la pediatra a poquitas calles de su primer hogar. Cuando la rubia llegó a la casita del Mirador, escuchó música y a su mujer tarareando; al entrar las vistas la dejaron boquiabierta: Fina bailoteaba mientras cocinaba y cantaba a medias alguna canción que la ex empresaria no lograba distinguir. La imagen de su chica contoneándose de aquí para allá, con el cabello suelto y una faldita y una playera que le marcaban las curvas a la perfección, fueron demasiado para su pobrísima voluntad: llevaban en abstinencia un par de meses por cuestiones relacionadas al embarazo y parto, aunque su apetito por la chef nunca menguaba. Fina la vio y bajó el volumen de la música.

FINA: ¡Hola, amor! Estoy preparando algo para esta noche - continúa concentrada en las hornallas y ollas que tenía puestas
MARTA: Podías cocinar allá - no dejaba de mirar a su mujer con ese deseo que le quemaba las entrañas

FINA: Prefiero hacerlo aquí así cuando lleguemos no tengo que estar al pendiente de eso
MARTA: ¿Y mi hijo?

FINA: Nuestro hijo, querrás decir...

MARTA: Tan posesiva que resultó, señora de De La Reina...

FINA: No lo sabrás tú... - le guiña un ojo y retoma lo que hacía - Pasó tu madre hace rato y lo secuestró: quería comprarle ropita para el cumple de Catita. En la noche nos lo lleva al departamento.
MARTA: Claro, con razón la musiquita - Serafina se gira y la mira

FINA: ¿Te molesta?
MARTA: Obviamente que no y menos si tú bailas "así"

FINA: ¿Así?
MARTA: Así de hermosa - deja sus cosas en una silla y va con Fina apoyando su torso en la espalda de la chef, rozando su cintura y pasando su mano para apagar las hornallas

FINA: ¿Qué haces?

MARTA: Tengo hambre - acaricia la mano de su compañera delicadamente - Muero de hambre, Fina...
FINA: Si me dejaras cocin... - la rubia le muerde con suavidad uno de sus hombros, gesto que impide a la morena seguir hablando

MARTA: Quiero comer... - le besa el cuello y su chica se estremece - te extraño más de lo que puedo explicarte - desata el delantal de la cocinera y lo deja caer al suelo, pasando su mano por el sur que tan bien conocía y que tanto estaba deseando recorrer

FINA: Marta... - el tono de voz fue indicio suficiente para que ambas supieran cómo seguía el juego
MARTA: Shhh, mi cielo, tú disfruta - sin permitir que Fina se girase, levanta la playera y se la quita. Acto seguido, mientras besaba esa espalda que adoraba, desabrochó el sostén de la morena y tomó un seno con cada mano, apretando suavemente y provocando unos cuantos gemidos - ¿Te duelen?

FINA: No, solamente están más sensibles - dijo con la respiración entrecortada
MARTA: Te deseo tanto... - los suaves besos de Marta, el cálido aliento al mordisquear uno de sus lóbulos y la manera en que movía sus manos allí, generaban un éxtasis que perdía a la cocinera

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