Capítulo 39 - Te doy mi palabra

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Durante la tarde la casa de los Valero se vio constantemente concurrida. Carmen, Claudia, Damián, Catalina y Petra se acercaron primero y Jesús, Elena, Luz, Begoña y Andrés después. No era una situación sencilla de manejar, claramente, porque una noticia como la que acababan de recibir no conlleva inherentemente una buena o mala forma de reaccionar; se reacciona como se puede y punto. Los compañeros de trabajo de Fina le escribieron para hacerse presentes y dejarle en claro a la cocinera que podía contar con ellos y su presencia, ya fuera con charlas para desahogarse o cubriéndola en algún turno laboral si hiciera falta. En esos meses la chef había tenido el mismo gesto con ellos; a pesar de las diferencias que a veces ocasionaban alguna discordia, eran un gran equipo de trabajo comandado por una Marta que siempre predicaba con el ejemplo de ser atenta y amable, de estar para colaborar y ayudar a quien lo necesitara. Si bien era cierto que cuando se enojaba era mejor tenerla lejos, la verdad mostraba con hechos que era una gran jefa con un don de humanidad y cercanía que se ganaba el aprecio genuino de quienes la rodeaban. Después de la cena, estando a solas las tortolitas junto a Isidro y Adela, ésta última propuso a su hija salir a dar una caminata; el aire fresco les vendría bien. Isidro, café de por medio, se quedó platicando con su nuera.

ISIDRO: Dentro de todo lo que está pasando, me deja tranquilo saber que ni mi esposa ni mi hija se quedarán solas, hay muchas personas que las quieren, empezando por ti, muñeca - le acaricia el rostro con todo ese aura paternal que emanaba a raudales

MARTA: Le voy a confesar algo que quizás no sepa

ISIDRO: ¿Qué será?

MARTA: A su hija no la quiero, la amo - sonríen

ISIDRO: ¡Jamás lo hubiera creído, bonita!

MARTA: Y a ustedes también, suegro, son mi familia...

ISIDRO: Confío plenamente en ti. Oye, ¿cuándo será el día que me tutees?

MARTA: Eso no pasará, Isidro

ISIDRO: Somos cercanos, ¿o no?

MARTA: Una cosa nada tiene que ver con la otra. Tampoco trato de tú a su esposa

ISIDRO: Es porque esa señora es muy enojona, igual que esa chiquilla que tiene por hija - ríen y el hombre suspira - Te lo he dicho muchas veces, Marta, y te lo quiero repetir: soy inmensamente feliz porque llegaras a la vida de Serafina.

MARTA: La suertuda soy yo

ISIDRO: Ambas tienen suerte. - le aprieta la mano - Cuídala y ámala siempre como lo haces hoy

MARTA: No tengo alternativa, no imagino una vida donde no la ame, me dejaré la piel en ello

ISIDRO: Me da paz saberlo. Todo lo que se viene será muy duro y mi niña no sabe lidiar con el dolor. No te asustes si se aleja o se pone un poco fría contigo, así reacciona cuando las cosas le duelen. Esa parte la heredó de mí.

MARTA: No podrá alejarme. Le daré espacio cuando lo necesite, pero siempre estaré pendiente de ella

ISIDRO: Serás una gran esposa, pequeña, ojalá pueda estar el día que den el "Sí, quiero". - Marta lo mira y se enternece

MARTA: ¿Quién dice que no lo estará?

ISIDRO: Escuchaste al médico, puede que sea cosa de días

MARTA: También puede ser de meses y ya nos conoce a su hija y a mí, no somos las más pacientes, precisamente

ISIDRO: No deben apresurar la boda por mi causa, esas cosas se tienen que hacer bien y con tiempo.

MARTA: Quédese tranquilo, suegrito, será el día más feliz en la vida de Fina, se lo prometo

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