El retorno a la base del culto fue recibido con un silencio sepulcral que pesaba sobre Kuro y Adamas mientras caminaban entre los restos del horror. Los cadáveres de sus compañeros yacían esparcidos por el suelo, mutilados y desgarrados en una macabra exhibición de violencia caótica. El aire estaba pesado, impregnado con la tensión de la batalla pasada, y el eco de la guerra parecía resonar en cada rincón de la base.
Kuro caminaba con paso firme, pero su mirada no podía dejar de analizar cada detalle del campo de batalla. El caos que se desplegaba ante ellos no era un simple ataque de destrucción; había un propósito detrás de cada muerte, una estrategia que no podía pasar desapercibida. Mientras Adamas observaba con ira contenida, Kuro no podía evitar seguir investigando, calculando en su mente las posibles intenciones detrás de lo ocurrido.
Kuro: "Esto no fue solo un acto de brutalidad caótica... hubo una estrategia detrás de esto. Los Marines del Caos no actúan sin un propósito."
Adamas asintió con una mueca de rabia. Su expresión reflejaba el dolor de la pérdida de sus compañeros, pero también una determinación renovada. Sabía que había llegado el momento de actuar, aunque el costo había sido alto.
Adamas: "Debemos encontrar a los responsables de esto y asegurarnos de que paguen por sus crímenes. Pero primero, debemos ocuparnos de la Adepta Sororita. ¿Cómo podemos ayudarla?"
Kuro dirigió su mirada hacia la zona más protegida de la base, donde la Adeptas Sororitas había sido llevada tras el combate. Aunque aún estaba inconsciente, su estado era relativamente estable, y los signos de vida eran innegables. Kuro se agachó junto a ella, buscando signos de corrupción caótica, pero no encontró más que la evidencia de su brutal enfrentamiento. A pesar de la enemistad entre ellos, no podía dejar a una guerrera tan valiente a su suerte.
Kuro: "A pesar de nuestras diferencias, esta Adepta Sororita es una guerrera valiente. No podemos abandonarla aquí."
Adamas observó a la hermana de batalla, claramente marcada por el sufrimiento, pero con la misma mirada férrea que había visto en tantas de sus hermanas. No podía dejar de admirar esa fuerza, incluso en los momentos de desesperación.
Adamas: "Podemos proporcionarle atención médica y protección aquí en la base. Una vez que se recupere, tal vez podamos encontrar una forma de colaborar contra nuestros enemigos comunes."
Kuro: "Debemos prepararnos para lo que está por venir. Los responsables de esta masacre pagarán por sus acciones, pero primero debemos asegurarnos de que nuestra nueva aliada esté a salvo."
Kuro permaneció junto a la guerrera mientras Adamas comenzaba su trabajo de limpiar la base y asegurar que no quedaran rastros de los caídos. Cada cuerpo mutilado, cada trozo de carne destrozado, era un recordatorio brutal de lo que acababan de vivir. Sin embargo, el culto aún no había caído, y era imperativo mantenerse firme.
El silencio envolvía la estancia donde solo Kuro vigilaba a la Adepta Sororita, sus pensamientos viajando entre la realidad de la guerra y el creciente poder que sentía ardiendo en su interior. La disformidad le susurraba constantemente, alimentada por la sangre derramada en la batalla, y aunque sabía que debía mantenerse cauteloso, la tentación de abrazar más poder era cada vez mayor. Sus ojos caían sobre la guerrera herida, cuya respiración era lenta, pero constante. Sabía que esa mujer también había pagado un precio, pero estaba viva.
Mientras tanto, Adamas, con la mirada fija en el horizonte, seguía limpiando la base y recogiendo los restos de los suyos. Cada cuerpo que levantaba era una daga en su corazón, pero no se permitía caer en la desesperación. Sabía que las guerras no se ganaban lamentándose, sino actuando, y era el momento de actuar.
Kuro, al ver cómo Adamas se ocupaba de los cadáveres caídos, no pudo evitar sentir una creciente distancia entre él y sus compañeros. Aunque la lealtad al culto seguía siendo su guía, la cercanía con la disformidad le estaba transformando de formas que no podía prever. Pero no había tiempo para las dudas.
Ambos sabían que lo que había sucedido en el campo de batalla era solo el comienzo. El Caos no se detendría, y la guerra, por cruel que fuera, debía seguir. Pero mientras la Adeptas Sororitas descansaba, se preparaban para el próximo paso. Kuro no podía evitar preguntarse hasta dónde los llevaría su propia conexión con la disformidad y si esta nueva aliada sería la clave para vencer al enemigo común.
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Un ghoul en Warhammer 40000
FanfictionNuestro Kuro sera transportado de manera espontanea al universo de warhammer 40000 lo que no se podía esperar es que el es perfecto para este lugar