La sala de estrategia estaba sumida en la penumbra densa, iluminada solo por el débil resplandor de un mapa holográfico proyectado sobre la mesa. Los indicadores rojos representaban las posiciones de las fuerzas del Caos que asolaban el sector, mientras los demás puntos mostraban las resistencias dispersas. El ambiente estaba cargado, como si la misma habitación temiera lo que se avecinaba. Kuro, tras un largo silencio, rompió la quietud con una propuesta firme, su voz resonando con autoridad.
"Debemos encontrar una forma de contactar al Imperio", dijo, con la mirada fija en el mapa. "Necesitamos aprovechar sus recursos y su poder para limpiar este sector de las fuerzas caóticas que lo asolan."
Celestine, sentada junto a la mesa, asintió de inmediato. El Imperio siempre había sido su única esperanza, su única razón de ser. La devoción al Emperador la impulsaba, y ella creía firmemente que con la intervención imperial podrían erradicar el Caos de una vez por todas. Sin embargo, la expresión de Adamas permaneció imperturbable. Llevaba un tiempo observando la situación, y su actitud era decidida, pero diferente.
"No podemos confiar en el Imperio", dijo Adamas, su voz calmada pero llena de firmeza. "Sus intereses son egoístas, y no siempre actúan en beneficio de los inocentes. A menudo son tan destructivos como el Caos al que combaten."
Celestine lo miró, atónita. No podía creer lo que estaba escuchando.
"¿Cómo puedes decir eso?" replicó Celestine, su tono lleno de indignación. "El Imperio es nuestra mejor esperanza de derrotar a las fuerzas del Caos. Ignorar esa oportunidad sería un error fatal."
Adamas no se inmutó, sus ojos reflejando una mirada distante, como si estuviera viendo algo que solo él podía comprender.
"No se trata de ignorar una oportunidad, Celestine", respondió con calma. "Se trata de mantener nuestra independencia y nuestra integridad. El Imperio tiene su propia agenda, y sus intereses no siempre coinciden con los nuestros. Debemos proteger lo que somos."
Celestine apretó los puños, su mente luchando con las palabras de Adamas. Durante años, había creído que el Imperio era el único camino. La fe en el Emperador había sido lo único que le dio fuerza en los momentos más oscuros. ¿Ahora, todo eso estaba en duda?
"Pero si no buscamos ayuda, ¿cómo esperas que podamos enfrentarnos a las fuerzas del Caos?" preguntó, desafiante. "¿Cómo vamos a ganar esta guerra sin apoyo?"
Kuro, observando el conflicto con calma, dejó escapar un suspiro. Sabía que la conversación estaba tomando un giro peligroso, pero había algo en las palabras de Adamas que resonaba con él. No era que quisiera rechazar la idea del Imperio, pero también entendía que los aliados del Imperio no siempre eran confiables, y que la lucha contra el Caos no era tan sencilla como elegir un bando.
Adamas, por su parte, no dudó en responder, su voz firme.
"Tenemos nuestras propias fuerzas, y nuestros propios aliados", dijo. "No necesitamos depender del Imperio. Lo que podemos ofrecer es más que suficiente. Hay quienes han resistido los embates del Caos y han encontrado su fuerza en su propia adversidad. El Imperio no es la única opción."
Celestine, furiosa pero aún luchando por mantener la compostura, se inclinó hacia adelante.
"¿Qué clase de aliados propones?" preguntó, su voz cargada de desconfianza. "¿A quién te refieres, Adamas?"
Adamas hizo una pausa antes de responder, su rostro grave y serio. Por un momento, parecía que se preparaba para revelar algo trascendental. Finalmente, las palabras salieron de su boca con una solemne gravedad.
"Nosotros, como culto, ya hemos tomado la decisión de seguir el camino de Tzeentch", explicó Adamas. "El Dios del Cambio, el gran tejedor de destinos. No estoy sugiriendo que nos unamos a los seguidores de Tzeentch, porque ya lo hemos hecho. Pero lo que necesitamos ahora es contactar con un culto mayor que pueda ofrecernos el poder y los recursos para enfrentarnos a las fuerzas del Caos. Un culto que pueda brindarnos apoyo real y sustancial. No es una cuestión de fe, Celestine, sino de supervivencia."
Celestine se quedó sin aliento. La sorpresa y el horror se apoderaron de ella, y por un momento no pudo entender lo que acababa de escuchar. ¿Estaba sugiriendo que se aliara con los seguidores del Caos? ¡Eso era una herejía pura! Los adoradores de Tzeentch eran la personificación misma de la corrupción, el engaño y el cambio destructivo. ¿Cómo podía él sugerir tal cosa?
"¿Estás sugiriendo que contactemos con otro culto de Tzeentch?" murmuró Celestine, su voz llena de incredulidad y desconfianza. "¿Nos arrastramos aún más en la corrupción?"
Adamas la miró con seriedad, sin mostrar signos de arrepentimiento en su rostro. Sabía que las palabras que acababa de decir cambiarían el rumbo de todo. Pero también sabía que no había tiempo para titubeos. El futuro ya no estaba marcado por la moral tradicional.
"Lo que sugiero es que busquemos aliados que comprendan la verdadera naturaleza de la guerra contra el Caos", respondió Adamas. "El Imperio tiene sus propios intereses, y no siempre podemos esperar que actúen en nuestro favor. Tzeentch y sus seguidores comprenden la disformidad como nadie más, y son una fuerza poderosa. Si queremos sobrevivir a esto, debemos ser lo suficientemente sabios como para aprovechar esa fuerza, sin importar el precio."
Celestine se quedó en silencio, asimilando las palabras de Adamas. Sabía que en la guerra todo tenía un precio, y que las líneas entre lo correcto y lo incorrecto a veces se desdibujaban. Pero aún así, la idea de aliarse con aquellos que veneraban al Caos la horrorizaba.
Kuro observó la escena, sus ojos fijos en Celestine. Sabía que las dudas de ella eran profundas, y que este desacuerdo podría fracturar la frágil unidad que aún mantenían. Sin embargo, él también comprendía que la supervivencia a veces requería que uno tomara decisiones que iban más allá de la moralidad convencional.
Finalmente, Celestine levantó la cabeza, su rostro marcado por la tensión. "No sé si puedo hacer eso", dijo con firmeza, su voz tensa. "Pero la guerra no me da tiempo para tomar decisiones fáciles."
El silencio llenó la sala mientras cada uno reflexionaba sobre el camino que se avecinaba. El futuro estaba plagado de incertidumbre, y cada paso sería una jugada en un juego peligroso con la disformidad.
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Un ghoul en Warhammer 40000
FanfictionNuestro Kuro sera transportado de manera espontanea al universo de warhammer 40000 lo que no se podía esperar es que el es perfecto para este lugar