Kuro condujo a Celestine a través de los oscuros pasillos de la base, el sonido de sus pasos resonando en las paredes vacías, un eco que parecía reflejar la desolación del lugar. A su alrededor, los vestigios de la masacre estaban grabados en cada rincón: sangre seca, restos de armaduras rotas y trozos de carne desmembrada. La escena era un testamento del horror que había tenido lugar allí, y la hermana de batalla no pudo evitar apretar los puños al verlo.
Su mandíbula estaba tensa, los dientes apretados con furia contenida. Cada paso que daba, sentía como si el suelo bajo sus pies la acercara más y más a la verdad que se negaba a aceptar: el hombre a su lado, Kuro, debía ser responsable de tan brutal carnicería. En su mente, las piezas encajaban con una lógica inquietante. ¿Quién más podría haber causado semejante destrucción en nombre del Caos?
Sin embargo, Kuro caminaba a su lado con una calma perturbadora, su rostro impasible, como si estuviera más allá de la rabia y el horror que atenazaban el alma de Celestine. La furia de la guerrera era tan evidente como su desconfianza hacia este hombre extraño que había arrasado con todo lo que conocía.
De repente, la presencia de Adamas emergió desde la penumbra, su figura alta y serena acercándose a ellos con una actitud decidida. En medio de la desolación, su presencia resultaba extrañamente reconfortante.
"Ha sido una pérdida para todos", dijo Adamas, su voz grave llenando el vacío que rodeaba la sala. "Pero estamos aquí para enfrentar los desafíos que se nos presentan, como siempre."
Las palabras de Adamas no parecían ofrecer consuelo, pero al menos proporcionaban una sensación de propósito en un entorno tan caótico. Kuro, Celestine y Adamas se dirigieron juntos hacia una habitación más iluminada. La luz tenue de una lámpara proyectaba sombras danzantes sobre las paredes de la sala, creando una atmósfera inquietante pero acogedora al mismo tiempo.
Al llegar, se sentaron alrededor de una mesa redonda. Cada uno se sumió en sus propios pensamientos, y el silencio entre ellos fue palpable. La tensión flotaba en el aire, como una cuerda al borde de la ruptura.
Finalmente, Adamas rompió el silencio, su voz resonando con autoridad, aunque sin la altanería que cabría esperar de un líder tradicional.
"Soy Adamas", dijo, su mirada recorriendo a cada uno de los presentes. "No soy líder, ni mucho menos, pero soy el que ha sobrevivido a través de todo esto. Un antiguo hechicero, y alguien que ha caminado por los límites del Caos. Kuro y yo compartimos un propósito, y aunque los métodos varían, lo que tenemos en común es una lucha por nuestra supervivencia."
Kuro asintió en silencio, su mirada fija en la mesa frente a él. Su postura era la de alguien que observaba sin revelar nada.
Celestine, con una calma tensa, también se presentó, aunque no dejó de mirar a Kuro con suspicacia. "Soy Celestine, una Adepta Sororita. Mi devoción por el Emperador es incuestionable", declaró, con firmeza, aunque su mirada se desvió por un breve momento hacia Kuro, como si tratara de buscar alguna señal de lo que realmente era este hombre.
Adamas continuó sin esperar una respuesta inmediata. "Nuestro objetivo actual es enfrentar la amenaza del Caos que se cierne sobre este sector. Hemos sufrido pérdidas, pero estamos determinados a prevalecer. No dejaremos que el Caos destruya todo lo que hemos construido."
El corazón de Celestine ardía con una furia silenciosa. Cada palabra de Adamas parecía una llamada a la acción, pero también una amenaza a su fe y principios. Su mente estaba abrumada por la necesidad de venganza por sus hermanas caídas, y la posibilidad de que debiera aliada con estos... monstruos, parecía una traición al Emperador. Pero sus instintos le decían que había algo más en juego. Algo mucho mayor que su propia rabia.
"Entonces, ¿cuál será nuestro próximo paso?" preguntó Celestine, con la voz firme, aunque sus ojos no podían disimular la lucha interna que sentía. Sus hermanas caídas estaban grabadas en su mente, y su devoción por el Emperador solo era rivalizada por su necesidad de venganza.
Kuro levantó la mirada por primera vez desde que habían entrado a la sala. Su expresión seguía siendo inexpresiva, pero Celestine pudo ver algo diferente en su mirada: la determinación inquebrantable de un hombre que ya no se veía a sí mismo como una simple víctima del Caos, sino como una herramienta más peligrosa en su lucha.
"Debemos reunir nuestras fuerzas", comenzó Kuro, su voz suave pero firme, "y prepararnos para el enfrentamiento que se avecina. El Caos no descansará hasta que hayamos sido erradicados, y nosotros no podemos permitir que eso suceda. Debemos estar listos para enfrentarlos, cueste lo que cueste."
Las palabras de Kuro resonaron en el corazón de Celestine. No había duda de que este hombre, este líder, estaba decidido a luchar hasta el final. Pero ¿qué tan lejos estaban dispuestos a llegar? ¿Hasta dónde estaba dispuesto a llegar él mismo?
A pesar de todo, Celestine sabía que no podía luchar sola. Aunque sus principios y su fe en el Emperador le decían que estos hombres no eran aliados confiables, la realidad era que la guerra contra el Caos no podía esperar. Y si eso significaba luchar al lado de ellos... entonces sería lo que tendría que hacer. Por el Emperador, por la humanidad.
El silencio volvió a llenar la sala, y mientras las sombras continuaban danzando a su alrededor, las alianzas y los caminos que tomarían aún estaban por definirse. Cada uno en la sala tenía sus propios secretos, sus propios motivos, y en la guerra que se avecinaba, no todo sería blanco o negro. Pero uno de los hechos más claros era que, al menos por ahora, sus destinos estaban entrelazados.
ESTÁS LEYENDO
Un ghoul en Warhammer 40000
FanfictionNuestro Kuro sera transportado de manera espontanea al universo de warhammer 40000 lo que no se podía esperar es que el es perfecto para este lugar