Kuro, tras varios días conviviendo con el culto renegado, comenzaba a sentirse más unido a ellos de lo que alguna vez lo estuvo a cualquier grupo en su vida anterior. La celda fría y cruel del Adeptus Mechanicus se había convertido en un recuerdo distante, reemplazado por la calidez y camaradería que encontraba en este grupo de exiliados. Las risas, las conversaciones y el aroma de un fuego encendido hacían que incluso las noches de vigilia en planetas devastados se sintieran menos solitarias.
Los miembros del culto lo veían con respeto y admiración. Para ellos, Kuro no era solo un guerrero más, sino un enigma que encarnaba la lucha por la libertad y el deseo de conocimiento más allá de los límites impuestos por el Imperio.
Adamas, un hombre alto y esbelto con ojos plateados y cabello corto como un manto de sombras, se acercó a Kuro una tarde mientras el campamento se reponía tras un largo día de marcha. Adamas no solo era un guerrero formidable; era el erudito del grupo, con un conocimiento vasto y profundo sobre la Disformidad y las antiguas tradiciones.
—Kuro —comenzó Adamas, su voz resonando con un tono grave y cautivador—. Quiero enseñarte sobre la Disformidad, no como una amenaza, sino como un aspecto fundamental de este universo. Debes comprenderlo si quieres sobrevivir entre nosotros.
Kuro asintió, interesado. Había visto el destello arcano en los ojos de los hechiceros y había sentido la atracción de la energía que resonaba en el aire cuando combatían, pero lo que sabía era escaso y fragmentado.
Adamas levantó un trozo de piedra negra, grabada con runas que parecían cambiar de forma mientras la mirabas. La sostuvo entre las palmas y la luz crepuscular jugó en sus facciones marcadas.
—La Disformidad es... más que caos —explicó—. Es un océano de emociones, sueños y terrores. Cada pensamiento, cada deseo y miedo de las innumerables almas del universo se reflejan en ella. Y nosotros, los renegados, aprendemos a entender ese reflejo, a no temerlo, sino a navegarlo.
Kuro escuchaba atento, su mente asimilando las palabras y sus implicaciones. No era solo el poder lo que movía a Adamas y al culto, sino una búsqueda de libertad intelectual, una negación a dejar que las fuerzas imperiales y dogmáticas dictaran su entendimiento del cosmos.
—Entonces, lo que sentí cuando nos atacaron esos mutantes xenos... esa conexión visceral, ¿eso también viene de la Disformidad? —preguntó Kuro, recordando la sensación de energía vibrando en sus huesos, como si una fuerza invisible lo guiara.
Adamas asintió, con una sonrisa leve y aprobatoria.
—Exactamente. Pero no es solo una herramienta; es un espejo de lo que eres por dentro. Si lo enfrentas con miedo, te destruirá. Si lo aceptas, aprenderás a utilizarlo sin caer en sus trampas.
En ese momento, Samantha, la joven y valiente guerrera del culto, se unió a la conversación, sus ojos chispeando de emoción. Tenía cabello castaño oscuro recogido en trenzas y una cicatriz que cruzaba su mejilla izquierda, un testimonio de las batallas que había enfrentado.
—¡Adamas! ¿Le estás hablando a Kuro sobre la vez que defendió al campamento en aquel planeta arrasado? —interrumpió, sus palabras llenas de admiración—. Debes saber, Kuro, que nadie ha defendido a nuestros hermanos como tú lo hiciste aquel día. Nos mostraste que incluso en el borde del abismo, la voluntad puede ser más fuerte que la desesperación.
Samantha relató, con pasión, la historia de cómo Kuro había enfrentado a una horda de criaturas mutantes, protegiendo al grupo con una mezcla de astucia y ferocidad. Mientras escuchaba, Adamas se cruzó de brazos y observó a Kuro con ojos penetrantes.
—Esa es la esencia de lo que debemos aprender, Kuro. La Disformidad y su caos no son solo enemigos externos. Son el reflejo de lo que llevamos dentro. Encuentra tu balance, y serás invencible.
Kuro, comprendiendo cada vez más el papel que jugaba dentro del culto, encontró una sensación de pertenencia y propósito. Estas personas, a pesar de su vínculo con lo prohibido y su lucha constante, lo trataban como uno de los suyos. Mientras compartían historias y repasaban sus conocimientos bajo las estrellas, el ghoul encontró un fuego en su pecho que nunca antes había sentido: la chispa de un nuevo camino, en el que no solo sobreviviría, sino que comprendería su lugar en el vasto e inexplorado universo.
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Un ghoul en Warhammer 40000
FanfictionNuestro Kuro sera transportado de manera espontanea al universo de warhammer 40000 lo que no se podía esperar es que el es perfecto para este lugar