Recap14

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La nave descendió lentamente hacia el planeta imperial, con su casco resplandeciendo bajo la luz de la estrella que bañaba el horizonte. La atmósfera del planeta parecía abrazar la nave con suavidad, deslizándola hacia un aterrizaje perfecto. Una vez que la nave tocó tierra, la puerta se abrió, y un destacamento de soldados imperiales, formados con precisión, aguardaba en la plataforma.

Al frente de la escuadra, un comisario de rostro severo, con una mirada que destilaba autoridad, hizo una ligera inclinación de cabeza en señal de respeto. "Bienvenidos, y gracias por llegar con seguridad", dijo con voz profunda.

Kuro, Celestine y Adamas descendieron de la nave, sus pasos resonando sobre el suelo duro de la plataforma. La ciudad imperial, una maravilla de arquitectura monumental, se extendía ante ellos, sus imponentes estructuras elevándose hacia el cielo, proyectando sombras sobre las calles empedradas que se dirigían hacia el majestuoso palacio donde les aguardaba el destino.

Con rapidez, los tres fueron escoltados por las fuerzas imperiales a través de las colosales avenidas, cruzando portones adornados con el águila imperial, hasta llegar a la sala de audiencias en el corazón del palacio. Allí, en un ambiente solemne y cargado de historia, los esperaba Roboute Guilliman, Primarca de los Ultramarines, cuya presencia irradiaba una serenidad poderosa. A su lado, un inquisidor de mirada penetrante observaba en silencio, evaluando a cada uno de los presentes con una cautela evidente.

Guilliman se adelantó y, con una voz profunda que resonaba en las paredes de la sala, habló.
"Kuro, bienvenido. Me alegra que hayas decidido venir ante nosotros en busca de ayuda."
Su tono no dejaba lugar a duda: su interés en esta reunión era sincero.

Kuro, con la cabeza inclinada ligeramente, respondió con la misma cortesía.
"Gracias por recibirnos, Primarca Guilliman."

Guilliman desvió su mirada hacia los dos compañeros de Kuro, evaluando con atención a cada uno.
"Y estos son... ¿quienes acompañan al enigmático Kuro?"

Celestine dio un paso adelante con firmeza. Su armadura resplandecía bajo la luz que atravesaba las grandes ventanas, reflejando la pureza de su devoción al Emperador.
"Soy Celestine, una Adepta Sororita, al servicio del Emperador. Estoy aquí para apoyar a Kuro en su lucha contra el Caos."
Su voz era digna y clara, llena de determinación.

El inquisidor asintió, su mirada evaluadora se detuvo por un momento sobre Celestine, pero no dijo nada. La tensión en el aire parecía volverse más palpable.

A continuación, Adamas, a pesar de no llevar armadura alguna, irrumpió con una presencia que no pasaba desapercibida. Su postura era erguida, con la confianza de quien se sabe observando el curso de la guerra desde una perspectiva distinta.
"Soy Adamas", dijo con calma, su voz resonando con autoridad. "Soy miembro de un culto caótico, pero vengo como consejero y aliado de Kuro. Mi conocimiento sobre las fuerzas del Caos es esencial para enfrentar esta amenaza."

Las palabras de Adamas colisionaron con la sala como una descarga de energía. Guilliman arqueó una ceja, sorprendido por la revelación, y el inquisidor frunció el ceño con desconfianza.
"Interesante", comentó Guilliman, tras una pausa reflexiva. "Parece que tenemos un grupo bastante diverso aquí reunido. Sin embargo, lo importante es que compartimos un objetivo común."

Kuro observó al Primarca en silencio, sabiendo que su declaración de intenciones había dejado la puerta abierta a la discusión, pero también aumentando la dificultad de la situación. Si bien el Primarca parecía dispuesto a escuchar, el inquisidor no compartía esa misma disposición. La sala se llenó de una tensión palpable.

El grupo se sentó a la mesa de deliberaciones, el ambiente cargado de tensión mientras los ojos de todos se fijaban en Kuro. Guilliman, al percatarse de la gravedad de la situación, tomó la iniciativa de hablar primero.
"Comencemos con los detalles de vuestra solicitud. Expón lo que deseas compartir."
Su voz era autoritaria, pero no despectiva. Estaba dispuesto a escuchar.

Celestine fue la que tomó la palabra.
"Nuestro sector está siendo asolado por las fuerzas del Caos. Los cultos han crecido desmesuradamente, y necesitamos la intervención del Imperio para erradicar esta amenaza y restaurar el orden."
Su tono era firme, como una guerrera que conocía la dureza de la guerra, pero también la esperanza que traía su causa.

Guilliman asintió, escuchando con atención, pero antes de que pudiera responder, Kuro intervino, su voz impregnada de amargura.
"¿Y qué hay de lo que el Mechanicum me hizo?"
Las palabras de Kuro eran una flecha disparada con ira contenida.
"Me desmembraron, me utilizaron como una herramienta, todo en nombre de su insaciable sed de poder."

El inquisidor, visiblemente irritado por la acusación, se puso de pie rápidamente, su rostro se tornó rojo de rabia.
"¡Cómo te atreves a insultar al Imperio y a sus instituciones! ¡Son mentiras blasfemas!"
Con un rápido movimiento, desenvainó su pistola y apuntó a Kuro, su rostro transformado en una máscara de furia.

Pero antes de que pudiera apretar el gatillo, Kuro reaccionó con una rapidez sobrenatural. Su kagune emergió de su espalda, tomando al inquisidor por el cuello en un agarre mortal. Con un movimiento fluido, lo estampó contra la pared con una fuerza impresionante, dejándolo inconsciente y desarmado en el suelo.

El silencio reinó en la sala por un largo momento. La confrontación había estallado de forma inesperada, y la tensión creció exponencialmente. Guilliman, al principio sorprendido, se levantó y fijó su mirada en Kuro. Su voz era grave, autoritaria, pero mostraba una comprensión que iba más allá de la reprimenda.
"Esto es inaceptable, Kuro. La violencia nunca es el camino."
Sin embargo, una ligera pausa precedió a sus siguientes palabras.
"Puedo entender tu ira. Sin embargo, este no es el lugar ni el momento para tales descontrol."

Kuro, con la respiración agitada, vio cómo su kagune se disolvía lentamente. Sabía que había fallado, pero el resentimiento seguía ardiendo en su interior. Se disculpó en silencio, mientras el inquisidor permanecía en el suelo, ahora inmóvil.

El estruendo de la confrontación atrajo a los Ultramarines que custodiaban la sala. El Capitán de los Ultramarines, con su armadura reluciente y su mirada inquisitiva, entró en la habitación, evaluando la situación con una rapidez militar.
"¿Qué está pasando aquí?"
Su voz era autoritaria, y todos los ojos se volvieron hacia él.

Guilliman, que había recobrado la compostura, respondió con calma.
"Ha sido un malentendido. No es más que un desacuerdo de carácter personal, Capitán."
Su tono era sereno, buscando minimizar la gravedad de la situación.

El Capitán de los Ultramarines observó al inquisidor tendido en el suelo, y su mirada se endureció.
"¿Quién es el responsable de esto?"
Preguntó con dureza, su mirada fija en Kuro.

Kuro, aunque consciente de la gravedad de su acción, no se echó atrás.
"Lo fui yo, Capitán. Asumo la responsabilidad."

Celestine, al ver el creciente malestar, intervino rápidamente.
"No fue más que un malentendido. Estamos aquí buscando apoyo contra el Caos. Por favor, permítanos aclarar esto."

El Capitán asintió levemente, su expresión permaneciendo severa.
"Entiendo la situación. Pero la violencia no puede formar parte de nuestra estrategia. El Imperio necesita unidad, especialmente ahora."

Kuro asintió en silencio, sabiendo que su error aún pesaba sobre la reunión. Estaba dispuesto a enmendarlo, pero primero debía enfocarse en la misión que los había llevado allí. La amenaza del Caos no esperaba.

Guilliman, tras un largo silencio, retomó la conversación.
"Volvamos a lo que realmente importa. El futuro del Imperio está en juego. Discutamos cómo vamos a enfrentar al Caos juntos."

A pesar de las dificultades, el grupo se sentó de nuevo, dispuestos a encontrar una solución. Pero sabían que cada paso que dieran desde ese momento definiría el destino de todo lo que quedaba por delante.



Un ghoul en Warhammer 40000Donde viven las historias. Descúbrelo ahora