Recap12

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Capítulo 12: La Disputa en el Santuario de Tzeentch

El viaje hacia el santuario del culto al Dios del Cambio fue arduo pero lleno de determinación. Kuro, Celestine y Adamas se dirigieron hacia el planeta donde se encontraba el enclave de los adoradores de Tzeentch, con la esperanza de obtener su ayuda en la lucha contra las fuerzas del Caos.

A bordo de la nave de las Adeptas Sororitas, se elevaron hacia los confines del espacio, surcando el vacío estelar en busca de respuestas y aliados. El trayecto fue acompañado por la tensión palpable en el aire, cada uno perdido en sus pensamientos y reflexiones sobre el destino que les aguardaba.

A bordo de la nave, la atmósfera estaba cargada de tensión. Celestine observaba a Adamas con creciente desconfianza. Aunque su rostro permanecía impasible, algo en su actitud y la manera en que se comportaba a bordo le generaba una incomodidad inexplicable. ¿Qué es lo que no está bien en él? pensaba. Su cercanía con el culto de Tzeentch lo estaba transformando, y no de una manera que pudiera entender o aceptar.

Finalmente, después de un largo viaje, la nave entró en órbita alrededor del planeta en cuestión. Una tierra envuelta en la bruma de la disformidad, marcada por la presencia ominosa del culto de Tzeentch.

Descendieron a la superficie del planeta, siendo recibidos por los cultistas con una mezcla de respeto y cautela. Entre las sombras y las llamas disformes, avanzaron hacia el corazón del enclave, donde el líder del culto les aguardaba.

El líder del culto, una figura imponente envuelta en túnicas oscuras y con ojos brillantes llenos de conocimiento antiguo, les recibió con una sonrisa maliciosa.

"Kuro, Celestine, Adamas", susurró el líder del culto con una voz que resonaba con ecos de la disformidad. "Hemos esperado vuestra llegada."

Kuro, Celestine y Adamas se inclinaron en señal de respeto, conscientes de la importancia de su misión.

"Hemos venido en busca de vuestra ayuda", comenzó Celestine, su voz firme pero respetuosa. "Nuestro sector está siendo asolado por las fuerzas del Caos, y necesitamos aliados en esta lucha."

El líder del culto asintió en comprensión, sus ojos centelleando con una inteligencia antigua.

"Comprendo vuestra situación", dijo el líder del culto. "Pero antes de ofrecer nuestra ayuda, debemos asegurarnos de vuestra lealtad y compromiso con la causa de Tzeentch."

Kuro, Celestine y Adamas intercambiaron miradas, conscientes de que estaban entrando en un terreno peligroso. Sin embargo, estaban dispuestos a hacer lo que fuera necesario para asegurar la ayuda del culto en su lucha contra las fuerzas del Caos.

"Estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario", declaró Kuro, su voz resonando con determinación. "Pero nuestra lealtad no está con Tzeentch."

El líder del culto frunció el ceño, su expresión oscureciéndose con suspicacia.

"Entiendo", dijo el líder del culto. "Pero debéis comprender que nuestro culto no puede ofrecer su ayuda a aquellos que no comparten nuestra fe."

Celestine se adelantó, su mirada desafiante.

"Entonces, ¿estás diciendo que nos rechazas?" preguntó Celestine, su voz resonando con indignación.

El líder del culto permaneció impasible ante el desafío de Celestine.

"No es un rechazo", respondió el líder del culto. "Simplemente no podemos ofrecer nuestra ayuda a aquellos cuyas lealtades están divididas."

Kuro, Celestine y Adamas intercambiaron miradas, conscientes de que estaban en una encrucijada. Sabían que necesitaban la ayuda del culto de Tzeentch para derrotar a las fuerzas del Caos, pero también sabían que no podían comprometer sus propias creencias en el proceso.

Con el destino del sector en juego, tendrían que encontrar una solución que satisficiera a ambas partes, antes de que fuera demasiado tarde.

Kuro, sintiendo la creciente tensión, se adelantó. Ya no había rastro de la duda que una vez albergó; la fría determinación lo había transformado en una figura mucho más peligrosa. En un movimiento rápido, sus kagunes, como látigos de sangre y hueso, se dispararon hacia los cultistas cercanos, clavándose en el suelo y generando un estallido de energía que hizo temblar el aire. La sala se quedó en silencio absoluto, mientras Kuro les daba un mensaje claro con su mirada, como un depredador observando a su presa.

"Si estáis pensando en jugar con nosotros", dijo Kuro en voz baja, con una calma peligrosa que hacía eco de una amenaza mortal, "no os quedará ni un solo culto, ni un solo demonio que os proteja." En un parpadeo, sus kagunes se dispararon, atravesando a un par de cultistas cercanos con una velocidad letal, dejando tras de sí un rastro de sangre y fragmentos humanos. "Dejadme claro que vuestra lealtad es sincera... o seréis solo el primer sacrificio." Su voz era grave, profunda, y las sombras de sus kagunes, aún extendidas, parecían moverse como si fueran criaturas vivas, esperando la siguiente orden de su maestro.

El líder del culto observó en silencio a Kuro, con una mirada que mostraba curiosidad, pero también desdén. Las llamas disformes parpadeaban en el aire, como si el mismo Tzeentch estuviera observando.

"¿Amenazar al culto del gran Tzeentch?" murmuró el líder del culto, su voz resonando con un tono gélido. "Sois audaces, mortales. Pero ¿creéis que vuestros caprichos pueden mover al mismo tejedor del destino?"

Kuro no retrocedió ni un paso, su mirada fija en el líder del culto. Las agujas de sus kagunes se tensaron aún más, demostrando la amenaza inminente.

"Ellos son mortales, es cierto", dijo Kuro con calma. "Pero yo no sé qué soy ni de qué soy capaz. Si no estáis dispuestos a ayudarnos en nuestra lucha contra las fuerzas del Caos, entonces buscaremos otros medios para proteger nuestro sector. Y créeme, tenemos los recursos para hacerlo."

El líder del culto pareció medir la situación, su rostro aún impasible pero con una leve chispa de entendimiento. Finalmente, sus ojos brillaron con una mezcla de respeto y cautela.

"Entiendo vuestra posición", dijo el líder del culto, la amenaza de Kuro claramente dejándole una impresión. "Y aunque nuestra lealtad a Tzeentch es inquebrantable, también somos pragmáticos. Si vuestro objetivo es derrotar a las fuerzas del Caos, entonces estamos dispuestos a ofrecer nuestra ayuda, en la medida en que podamos confiar en vosotros."

Kuro asintió con frialdad, pero con una ligera sonrisa en los labios. Sabía que el trato estaba sellado. Con esto, Celestine y Adamas habían obtenido el apoyo que tanto necesitaban, pero todos eran conscientes de que las consecuencias de esta alianza podían ser impredecibles.

"Estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario para proteger nuestro sector", declaró Kuro. "Vuestra ayuda será invaluable en nuestra lucha contra las fuerzas del Caos."

Celestine, aunque aún desconfiante, observó la resolución en los ojos de Kuro. La tensión entre ellos no había desaparecido, pero al menos ahora parecía que el grupo estaba unido en la misma causa, aunque el precio de esta alianza fuera aún incierto.

Con el trato finalmente sellado, el trío sabía que sus próximos pasos serían cruciales, y que la ayuda de Tzeentch podría marcar la diferencia, aunque los riesgos seguían siendo elevados.


Un ghoul en Warhammer 40000Donde viven las historias. Descúbrelo ahora