La sala de audiencias se mantenía pesada de tensión. El Primarca Guilliman observaba a Kuro con una mirada que denotaba tanto curiosidad como cautela. Los ojos de todos los presentes se centraban en el momento, esperando que se diera el siguiente paso en la conversación, el cual podría determinar el futuro de la lucha contra el Caos.
Kuro permaneció de pie, sus ojos fijos en Guilliman, su presencia tan poderosa como siempre, pero sin mostrar ninguna urgencia ni impaciencia. La situación era delicada, y Kuro lo sabía; ahora dependía de cómo el Primarca decidiera manejar la creciente amenaza del Caos que se extendía por su sector.
Finalmente, Guilliman habló con voz grave pero firme, como si sus palabras estuvieran cargadas del peso de siglos de experiencia. "Kuro", dijo, "la amenaza que describes no es pequeña. Sabemos que el Caos crece, pero debemos proceder con cautela. Esta es una guerra que no podemos tomar a la ligera, y mucho menos permitir que nos lleve a tomar decisiones desesperadas."
Kuro asintió lentamente, su expresión seria. No había necesidad de palabras innecesarias. Él mismo sabía que la situación era crítica, pero también comprendía la necesidad de ganar tiempo para encontrar una solución que no comprometiera al Imperio. Sabía lo que se jugaba, y no podía permitir que las decisiones precipitadas arruinaran sus esfuerzos.
Guilliman continuó, sus ojos mirando fijamente a los demás presentes. "Nuestro deber es proteger al Imperio, pero también debemos ser estratégicos. El Caos es un enemigo peligroso, y no podemos arriesgarnos a caer en sus trampas."
Un silencio pesado siguió, hasta que Celestine, viendo que la conversación seguía en un terreno incierto, decidió intervenir. "Señor Guilliman, estamos luchando por la supervivencia de nuestros mundos. La amenaza del Caos está creciendo rápidamente, y si no actuamos con decisión, pronto será demasiado tarde para salvar a muchos de nuestros aliados."
Guilliman la observó, notando la firmeza en su tono y la desesperación que se reflejaba en sus ojos. A pesar de su calma exterior, entendió la urgencia detrás de sus palabras. El tiempo estaba en su contra, y el Imperio no podía permitirse mirar hacia otro lado mientras las fuerzas del Caos se expandían.
"Lo sé", dijo finalmente Guilliman, reconociendo la gravedad de la situación. "Pero no podemos apresurarnos a tomar decisiones sin considerar todas las implicaciones. Cada paso debe ser medido."
Kuro permaneció callado, su mente trabajando rápidamente. No era el momento para hablar de todas las opciones que él mismo había considerado, pero no podía evitar preguntarse si tal vez sería necesario actuar en solitario si el Imperio no estaba dispuesto a tomar una postura más agresiva contra el Caos.
La sala de audiencias permaneció cargada de tensión mientras Kuro hablaba. La mención de Tzeentch, el dios de la manipulación y el cambio, colgó en el aire como una sombra inquietante.
"Señor Guilliman", comenzó Kuro con calma, su tono firme pero sin dejar de ser respetuoso, "hemos establecido contacto con un culto de Tzeentch. Sabemos bien lo que representan, pero en este momento, necesitamos considerar todas las opciones disponibles."
Guilliman frunció el ceño, claramente preocupado. Los cultos del Caos eran traidores al Imperio, y aunque Tzeentch era conocido por su astucia y manipulación, las alianzas con estos seguidores eran siempre una trampa peligrosa. "¿Un culto de Tzeentch?" preguntó, su voz grave y cargada de escepticismo. "Las consecuencias de confiar en ellos podrían ser catastróficas, Kuro. Sabes bien que sus lealtades no son constantes, y sus tratos siempre tienen un precio oculto."
Kuro asintió con solemnidad, entendiendo las preocupaciones de Guilliman. "Lo sé, y no confío en ellos más que tú. Pero en esta guerra, las decisiones no siempre son claras. Necesitamos su ayuda, aunque sea temporal, para hacer frente a lo que está por venir. El Caos se está expandiendo de manera imparable, y si no actuamos juntos, se desbordará."
Celestine, que había estado observando en silencio, finalmente intervino. Su postura era firme, y su mirada fija en Kuro reflejaba una mezcla de desaprobación y preocupación. "Kuro", dijo con voz solemne, "sé que estamos en una situación desesperada, pero no podemos dejar que la desesperación nos haga cometer un error fatal. Aliarse con los seguidores de Tzeentch es traicionar todo por lo que luchamos. Ellos son parte del Caos, y su única intención será destruirnos en el momento en que no seamos útiles para ellos."
Kuro se volvió hacia ella, reconociendo la sinceridad de sus palabras. "Entiendo tu postura, Celestine", respondió, su tono sin rastro de hostilidad, "y no te pido que confíes en ellos. Sólo te pido que consideres lo que estamos enfrentando. La ayuda de este culto, por pequeña que sea, podría ser la clave para sobrevivir a lo que viene."
El Primarca Guilliman asintió, pensativo. "Celestine tiene razón en sus reservas", dijo, su voz grave. "Pero no puedo negar que la situación que describes es única. Estamos al borde de una catástrofe, y cualquier ayuda podría ser valiosa. Sin embargo, no debemos perder de vista lo que realmente está en juego. La lealtad del Imperio está a prueba, y no podemos comprometernos a permitir que el Caos nos manipule."
Celestine, aunque contrariada por la revelación, mantuvo su postura. "Lo entiendo, señor Guilliman. Mi fe en el Imperio y en el Emperador es inquebrantable, y no permitiré que las sombras del Caos nos arrastren al abismo. Pero también reconozco que este es un momento crítico. Si el Caos está dispuesto a destruirse a sí mismo, entonces debemos actuar con rapidez, con prudencia y con la certeza de que no traicionamos nuestros principios."
Adamas, quien había permanecido en silencio hasta ese momento, intervino con una calma siniestra. "Quizás este trato con Tzeentch no sea el ideal, pero en tiempos como estos, la necesidad puede justificar las decisiones más oscuras. Si no aprovechamos esta oportunidad, el Caos podría consumirnos a todos."
Guilliman reflexionó por un momento, sus ojos analizando cada uno de los presentes. Sabía que este no era un camino fácil, ni uno sin consecuencias, pero las palabras de Adamas resonaban en la gravedad de la situación. "Tienes razón, Adamas", dijo finalmente, su tono sombrío. "Aunque la prudencia nos exige ser cautelosos, también debemos reconocer que la guerra contra el Caos es impredecible. Debemos hacer lo que sea necesario para proteger al Imperio."
Kuro asintió en señal de respeto, comprendiendo que, aunque esta alianza sería complicada, había una aceptación tácita de la necesidad de colaborar con los seguidores de Tzeentch, aunque fuera temporalmente.
Guilliman, mirando a cada uno de los presentes, concluyó: "No tomaremos decisiones precipitadas. Pero tenemos que actuar con una mentalidad unificada si queremos prevalecer en esta guerra. El Imperio está en peligro, y el futuro de todos está en nuestras manos."
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Un ghoul en Warhammer 40000
FanfictionNuestro Kuro sera transportado de manera espontanea al universo de warhammer 40000 lo que no se podía esperar es que el es perfecto para este lugar