La mañana comenzó tranquila, pero algo en el aire hacía que Kuro no pudiera dejar de sentir una creciente incomodidad. Había algo extraño en la atmósfera, algo fuera de lugar, como una sensación que se asentaba en sus huesos. Adamas, a su lado, había notado la misma inquietud, y no era solo por la energía disforme que había comenzado a emerger desde las tierras lejanas. La sensación de peligro estaba por encima de todo, más fuerte que cualquier indicio de curiosidad o deseo de explorar.
—Kuro —dijo Adamas, su voz grave y seria—, he sentido algo. No es la presencia de un dios que conozca. Es diferente, algo... perturbador. Debemos ir a investigarlo. El líder ha dado la orden. No podemos fallar.
Kuro frunció el ceño, el mal presentimiento creciendo en su pecho. Aunque la misión era clara, algo en su interior le decía que esta sería una de esas decisiones que podría llevarlos por un camino oscuro. A pesar de su intuición, siguió las órdenes de Adamas, quien había sido un líder confiable y prudente hasta ahora. Sin embargo, no podía evitar preguntarse si esta misión los llevaría a una confrontación aún más peligrosa de la que podían anticipar.
—Entendido —respondió Kuro, aunque su voz sonaba más tensa de lo que pretendía.
Se despidieron del campamento de los renegados y, se adentraron en la oscuridad del terreno, siguiendo el rastro de energía disforme que Adamas había identificado. Kuro no dijo nada más mientras caminaban, su mente ocupada por esa sensación ominosa, como si una sombra invisible los acechara.
El campamento de los renegados parecía distante en la quietud de la mañana. Los renegados del culto seguían con sus tareas cotidianas, desprevenidos de lo que estaba a punto de suceder. Sin embargo, muy pronto, todo cambió. En el horizonte, la paz de la mañana fue quebrada por el sonido de explosiones que retumbaban en la distancia, seguido por gritos de terror que cortaron el aire.
Kuro y Adamas, aún alejados, no sabían lo que ocurría, pero el eco de las explosiones era inconfundible. Sin embargo, continuaron con su misión, sin saber que las fuerzas del Caos ya se habían infiltrado en el campamento y que la batalla había comenzado.
En el Campamento:
La explosión inicial llegó como un golpe brutal, haciendo que el suelo temblara bajo los pies de los renegados. Los Marines del Caos, cubiertos con sus armaduras oscurecidas por el aceite y el sacrificio, emergieron de la niebla y las sombras, con emblemas blasfemos brillando en sus pechos. Su avance era imparable, una marea de muerte y destrucción arrasando todo a su paso.
Samantha, al igual que el resto del grupo, se apresuró a tomar su arma y organizar la defensa, pero sabía que la batalla sería desigual. Los renegados, aunque valientes, no estaban preparados para enfrentarse a la brutalidad de los Marines del Caos, mucho menos en inferioridad numérica y estratégica.
—¡No dejemos que nos derroten! —gritó Samantha, empuñando su espada mientras organizaba a los renegados, luchando con todo lo que tenía en su interior para repeler la invasión.
La batalla se desató con una ferocidad imparable. Las ráfagas de balas se mezclaban con el rugido de los cañones y las explosiones que rasgaban el aire. El suelo se tornó un fango de sangre y carne desgarrada, mientras los renegados caían uno tras otro, abatidos por la furia de los Marines del Caos.
Samantha luchaba con una valentía inquebrantable, sus movimientos rápidos y mortales, pero la abrumadora fuerza de los Marines del Caos no dio tregua. Un Marine del Caos, de gran tamaño y con una espada de energía, la atacó con una brutalidad que la desarmó en un solo golpe. La espada cortó su armadura con facilidad, hiriéndola profundamente en el costado.
—¡Samantha! —gritó uno de los cultistas, corriendo a su lado, pero fue derribado por otro disparo de plasma. El calor abrasador lo consumió en un instante, reduciéndolo a cenizas.
Samantha, aún viva, luchaba por mantenerse de pie, pero sus fuerzas comenzaban a flaquear. Antes de que pudiera defenderse, el Marine del Caos alzó su espada una vez más y la atravesó en el abdomen, destruyéndola con un solo golpe. La luz de vida se apagó en sus ojos mientras caía al suelo, su último suspiro perdido en el caos.
La carnicería continuó sin cesar. Los renegados restantes, aunque luchaban con valentía, estaban siendo arrasados. La superioridad del Caos era abrumadora. Los cultistas fueron masacrados, sus cuerpos cayendo uno tras otro en un mar de sangre y desolación. Los gritos de los caídos se mezclaban con los rugidos de los Marines del Caos, quienes no daban ni un paso atrás, implacables en su avance.
Lejos del Campamento:
Kuro y Adamas seguían su camino, sin saber nada de la masacre que se desataba tras ellos. La presencia de la disformidad se volvía más fuerte a cada paso que daban. Kuro, sin embargo, no podía dejar de sentir que algo estaba mal. Esa sensación oscura, esa pesadez en el aire... sentía que algo muy grave estaba sucediendo, y en su interior una alarma comenzaba a sonar.
—Adamas —dijo Kuro en voz baja, su tono grave—, siento que algo no está bien. Algo está pasando en el campamento.
Adamas, sin detenerse, frunció el ceño, como si también percibiera la misma sensación, pero continuó caminando hacia el corazón de la disformidad.
—No podemos detenernos ahora, Kuro. El rastro de la energía es claro. Tenemos que seguir adelante. Las órdenes fueron claras.
A pesar de las órdenes, Kuro no pudo evitar sentir que su decisión de alejarse de sus compañeros renegados podría haber sido un error fatal. La sensación de que algo terrible había ocurrido en el campamento no lo dejaba, y una parte de él deseaba regresar para ayudar.
Mientras tanto, el campamento caía en las garras del Caos, y el destino de Samantha y sus compañeros se sellaba con sangre.
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Un ghoul en Warhammer 40000
FanficNuestro Kuro sera transportado de manera espontanea al universo de warhammer 40000 lo que no se podía esperar es que el es perfecto para este lugar