CHIARA (horas antes de lo ocurrido)
Martin lleva sin aparecer dos horas. ¡Dos horas! Puede parecer dramático, pero por la mañana Juanjo me llamó y me preguntó por él, diciéndome que le había dejado una nota en la que “iba a acabar con todo de una vez por todas”, y ahora él tampoco aparece.
Ruslana y yo llevamos un buen rato llamándolos, pero no hay ninguna respuesta. Probamos también a preguntarles a Violeta y a Denna, por si acaso habían pasado a verlas, pero tampoco. Estábamos desesperándonos, porque si no sabíamos donde estaban no podíamos hacer nada, y de repente mi mente se iluminó.
- ¡Claro! ¿Cómo no se me ocurrió antes? —Todos los presentes en la sala me miraron con una mezcla de preocupación y curiosidad.
- ¿El qué? —Preguntaron Ruslana, Violeta, Denna y Álex al unísono.
- Chicas—
- Oye, yo soy chico.
- Álex, cariño, no es el momento, por favor.
- Lo que decía; Martin lleva días bastante mal por lo que pasó la última vez que intentó mentirle a Paul, ¿recordáis? ¿Y si ha ido a enfrentarlo a él y a la cobarde de su hermana y por eso decía eso en la nota?
- Pero no puede ser, cómo va a ir solo, es una locura.
- I know, pero él sería capaz de todo por protegernos, a nosotras y a Juanjo. —Dije, haciendo hincapié en el nombre del maño.
- Espera, ¿insinúas que le pueden haber hecho algo a Juanjo? Kiki, si le pasa algo me muero. —Dijo Violeta aterrorizada. Yo me acerqué a ella y la abracé de lado, para poder seguir mirando a los demás.
- Ya lo sé, Vivi, pero es lo más seguro. Recordad que él tampoco contesta las llamadas…
Mantuvimos silencio durante un minuto entero, pues nadie se atrevía a decir nada, hasta que Ruslana habló.
- Chicos —dijo, incluyendo a Álex—, ayer por la noche estaba con Nerea cenando en el restaurante de Paco, y él se acercó a hablar con nosotras para preguntarnos qué tal todo, y todas esas mierdas.
- Rus, al grano por favor.
- Sí, lo siento. El punto es que nos dijo a Nere y a mí que hoy por la mañana iba a ver a Juanjo a su casa. No nos dijo a qué iba, pero por cómo lo dijo, yo diría que se le escapó, y parecía muy nervioso y tenía la mirada triste.
- Ruslana, no estarás insinuando que…
- Que Paco lo hizo… —Terminé la frase que Denna dejó en el aire. Volvimos a quedarnos todos en un silencio, esta vez, mucho más tenso que el anterior. Volví a hablar, con la poca voz que tenía después de la revelación que acabábamos de tener —Tenemos que buscar a Paco, donde sea.
Fuimos de primeras al restaurante, aun sabiendo que por la hora no estaría abierto, y efectivamente, no estaba. Lo llamamos al móvil, pero no respondía, y nos empezamos a desesperar de nuevo. Se nos ocurrió la idea de llamarlo por número oculto (se le ocurrió a Rus), pero recordé que Paco tiene una aplicación que bloquea todas esas llamadas.
No sabíamos qué más probar, pero finalmente fue Violeta la que conectó los hilos, indicándonos que Francisco tenía un hermano el cual estaba muy enfermo, y gracias a que eran amigos, él les dio la dirección y el número de éste por si ocurría alguna emergencia. Por lo visto, ellos eran en los que más confiaba Paco…
Sentía que se nos acababa el tiempo, así que fuimos directamente a casa de ese buen hombre, y, para nuestra sorpresa, allí se encontraba también su hermano.
Trazamos un plan, por si Paco nos cerraba la puerta en la cara, y por si acaso, yo me teletransporté dentro de la casa, para evitar que eso sucediera. Abrió la puerta, y como supuse yo, les cerró en la cara. Lo que no esperaba al darse la vuelta era verme a mí en el pasillo de su casa.
- Ch–Chiara, esto… ¿Qué haces aquí?
- Lo mismo que ellos —Dije, señalando con la barbilla la puerta cerrada. —Paco, solo te lo preguntaré una vez, y quiero que seas honesto, por favor. ¿Sabes algo de Martin y Juanjo? Llevamos todo el día buscándolos, y no aparecen. —Me apartó la mirada, bajando la cabeza, y negando suavemente.
- No, no sé nada…
- Francisco, no me mientas. Sé que algo tienes que saber, se te nota en la cara, por Dios. Dime la verdad, te prometo que no pasará nada más.
Por primera vez, me miró a los ojos, pero enseguida volvió a desviar la mirada. Yo bufé, cada vez más desesperada.
- Por favor, no tenemos tiempo que perder… —Su cara volvió a cambiar, poniendo una mueca, y lágrimas empezando a descender por sus mejillas.
- Lo siento, Chiara, yo… Lo siento, de verdad. Nunca fue mi intención, lo juro, ellos me obligaron, yo no quería, pero… —Tuve la necesidad de acercarme y abrazarle, pero me contuve. En vez de eso, tragué saliva y pregunté.
- ¿Ellos… quiénes, Paco?
- P–Paul y Salma. Ellos me dijeron que, si hacía lo que me pedían, me pagarían el tratamiento para que mi hermano pudiera sobrevivir… Y sino, que ellos se encargarían de acelerar el proceso…
- Putos desgraciados… ¿Dónde están Martin y Juanjo? Por favor, Paco… —Añadí, viendo cómo volvía a bajar la mirada. Vi que cogía su teléfono, buscando algo, y tras encontrarlo, me lo tendió.
- Me hizo llevarlos a los dos por separado a ese lugar. Como ves, está bastante alejado y se tarda mucho en llegar…
- Eso no es problema. Fran —dije, usando el diminutivo que me había acostumbrado a usar en las últimas semanas—, gracias, de verdad. Y lo siento.
- No, lo siento yo, muchísimo. Demasiado. Anda, id a por vuestros amigos, yo me encargo de mi hermanito…
Me despedí y salí corriendo para informar a mis amigos de la información que tenía. Tras discutir los posibles peligros de enfrentar a Paul y Salma, acabamos decidiendo que iríamos Ruslana y yo al sitio, el cual parecía un desierto, y Álex y Denna irían directamente al hospital.
Agarré la mano de Rus con fuerza, y nos teletransporté a ese maldito lugar. Al aparecer, miramos desorientadas hacia todos lados, hasta que fue ella quien lo vio.
- ¡Allí! ¡AY, DIOS, CORRE!
Me giré rápidamente y vi la escena; Juanjo en el suelo, entre los brazos de Martin, y éste aferrándose a su cuerpo con fuerza, gritando por ayuda.
- ¡Martin! ¡JUANJO! —Grité horrorizada. Me agaché junto a Martin y le tomé las pulsaciones a Juanjo, y tras ello, suspiré aliviada —Uff, menos mal. Sigue respirando.
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Power of love
Hayran KurguChiara tiene el poder de la teletransportación, Ruslana el de ser invisible, y Martin el de hacer que todo el que desee diga la verdad. Un día los mandan a una misión a Granada, donde tendrán en pocos meses mil montañas rusas de emociones.