Las Vegas, la ciudad que nunca duerme. La metrópoli a mitad del desierto donde la extravagancia tiene su morada. Desde 1982 este circuito no recibía a la máxima categoría del automovilismo, así que, al ser su regreso, la federación americana no dudó en echar la casa por la ventana y hacer de éste un evento memorable. La ciudad entera estaba vestida y preparada para celebrar con los pilotos de la F1, en todos lados se veían anuncios, carteles, propaganda que apoyaba a uno u a otro piloto, Max y Checo eran los rostros que más se veían por las calles. El neerlandés era el favorito para ganar y los fans tenían la esperanza de que en esta carrera el mexicano afianzara su subcampeonato.
Durante toda esa semana hubo una cantidad exagerada de eventos: carreras en el desierto, pasarelas de moda, shows musicales, espectáculos de luces y en los casinos no habían perdido la oportunidad para abrir corridas de apuestas. Era una completa locura. Max y Checo, así como el resto de la escudería, habían sido hospedados en el hotel Hard Rock, al ser uno de sus patrocinadores, el hotel reservó para ellos la suite más exclusiva y preparó en su honor una divertida cena en la que estuvieron invitados no solo gente de Red Bull, sino millonarios de la socialité americana y famosos del medio del espectáculo y el deporte como Brad Pitt, David Beckham, Shaquille O’Neal, Rihanna entre muchos otros. Para Checo era divertido, para Max un tanto abrumador. Era demasiada la gente, muchas personas hablándole al mismo tiempo y también queriendo fotografiarlo, aquello era un desfile de demasiado glamour y frivolidad, y aunque eso era algo común en la F1, para Max resultaba excesivo en esta ocasión. A mitad de la velada, cuando la cena se vio brevemente interrumpida para hacer la presentación del nuevo promocional de Red Bull para el Gran Premio de Las Vegas, el rubio aprovechó para tomar lugar junto a su chico, tomándole de la mano para no soltarlo por lo que restara de la noche.
En un par de enormes pantallas proyectaron aquel comercial de producción casi cinematográfica, los protagonistas eran Christian Horner y Checo Pérez, en un lapso de casi ocho minutos, relataba la breve historia de una noche de fiesta en Las Vegas. En las primeras escenas podían observarse pequeños cortos de videos en redes sociales donde supuestos usuarios compartían imágenes de uno de los monoplazas de Red Bull en el techo del Caesars Palace, luego, fueron introducidos a una conversación entre Checo y Christian a bordo de un elevador. Aquí, Sergio le platica a Horner todo lo que hizo durante la noche mientras se mostraban escenas del piloto mexicano jugando en el casino del hotel para en seguida hacer una apuesta con Bryce Menzies, piloto de troph truck, la cual lo lleva tomar uno de los monoplazas de exhibición para correr una carrera en el desierto contra el piloto americano. Toda el promocional se movía rápido entre escenas emocionantes y divertidas, haciéndolo no solo espectacular a la vista, sino gracioso y sumamente entretenido para el público. Max lo veía emocionado, Checo le había contado sobre las grabaciones, pero jamás habría imaginado el resultado. Se sentía orgulloso de él, de verlo con tanta confianza y sobre todo, viéndose tan guapo como se veía en ese video. La proyección finalizó y los aplausos no se hicieron esperar, a Checo y Christian se les veía sumamente abochornados, con las mejillas sonrojadas y sonrisas nerviosas, después de todo, ninguno de los dos era actor y grabar aquel comercial definitivamente había sido un reto para ambos. Algunos de los invitados se acercaron para felicitarlos y, aún cuando algunos hacían por abrazar a Checo, el piloto neerlandés por nada le soltaba la mano.
Esa solo había sido la primera noche de la semana, lo que vendría después no daría oportunidad de descanso a ninguno de los pilotos. Las actividades empezaban muy temprano por la mañana y terminaban muy tarde por la noche, y, entre periodistas y documentalistas, las cámaras y micrófonos los seguían a todos lados. En algún punto, eso hizo enfurecer a Max, quien no había dudado en externar su molestia en una de las entrevistas, diciendo frente a cámara que aquel Gran Premio lo habían convertido en un enorme circo, dándole más importancia al show que a la carrera en sí. Para poder calmarlo y mejorar su humor, Red Bull organizó una carrera en el desierto junto con el equipo de Alpha Tauri y aunque al principio parecía un poco reacio a participar, Max fue quien terminó divirtiéndose más. Podía vérsele claramente feliz, compartiendo un vehículo con Checo mientras competían contra Daniel y Yuki. Poco le importaba que la fina arena se filtrara dentro de sus ropas y del casco, el conducía feliz con Checo a su espalda, sujetándose a él para no salir disparado en algún giro brusco.
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Terapia de Pareja
Romance|Después de lo sucedido durante la carrera en São Paulo durante la temporada 2022, la relación laboral entre Max Verstappen y Sergio Pérez se ve seriamente afectada, tanto así, que las constantes riñas y recriminaciones, comienzan a afectar al equip...