Capitulo 29: Salvados por el centauro

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Entonces algo salió de la vegetación y la criatura desaparecio. Su salvador era un ser mitad hombre mitad caballo (un centauro, eso lo sabía Abby gracias a los cuentos de Grace) de cabello rubio y ojos muy azules.
¿Estais bien?-preguntó.

-Si... gracias-dijo Abby tocandose la cabeza con un gesto de dolor.

-¿Qué era eso?-pregunto Harry.

El centauro no respondió, fijó sus ojos como zafiros primero en Abby y luego en su hermano, terminando por la cicatriz de este.

-Tu eres el chico Potter, debes volver con Hagrid; este no es un lugar seguro para ti, y menos en estos tiempos-entonces fijó los ojos en Abby-a ti no te conozco, joven de la Llama del Fénix... ah, ya, ¿Cómo no te he reconocido? Eres la pequeña Potter.

Con cada palabra que decía, los ojos de los dos se abrían cada vez mas.

-¿Cómo sabes todo eso?-preguntó Abby algo pálida.

-Por las estrellas... y tranquila, solo lo sabemos los centauros, pero no podemos desvelar ciertos secretos. Bueno, hay que irse ¿podeis cabalgar? Así sería mucho mas rápido... Mi nombre es Firenze.

Harry subió delante y su hermana lo hizo tras el, el centauro comenzó a cavalgar por la vegetación, hasta que se encontraron otros dos centauros, que Harry conocía, pero Abby no.

-¡Firenze!-gruñó el que parecía mas salvaje, cuyo nombre era Bane-¿no te da vergüenza? ¡Llevas humanos en tu lomo!

-¿Es que no veis quienes son? Son los chicos Potter: cuanto antes se vallan del bosque, mejor.

-¿Y que has estado diciendo? No podemos desvelar los secretos de los cielos, ¿no has leido el movimiento de los planetas?

El otro centauro dio una patada en el suelo.

-Seguro que Firenze esta actuando como mejor cree.

También Bane dio una patada, enfadado.
—¡Lo mejor posible! ¿Qué tiene eso que ver con nosotros? ¡Los centauros
debemos ocuparnos de lo que está vaticinado! ¡No es asunto nuestro el andar como
burros buscando humanos extraviados en nuestro bosque!
De pronto, Firenze levantó las patas con furia y los dos hermanos tuvieron que aferrarse para no caer.
¿No has visto ese unicornio? —preguntó Firenze a Bane—. ¿No comprendes por
qué lo mataron? ¿O los planetas no te han dejado saber ese secreto? Yo me lanzaré
contra el que está al acecho en este bosque, con humanos sobre mi lomo si tengo que
hacerlo.
Y Firenze partió rápidamente, con Harry y Abby sujetándose lo mejor que podían, y dejó
atrás a Ronan y Bane, que se internaron entre los árboles.
Harry no entendía lo sucedido.
—¿Por qué Bane está tan enfadado? —preguntó—. Y a propósito, ¿qué era esa
cosa de la que me salvaste?
Firenze redujo el paso y previno a los chicos que tuvieran la cabeza agachada, a causa de
las ramas, pero no contestó. Siguieron andando entre los árboles y en silencio, durante
tanto tiempo que Harry creyó que Firenze no volvería a hablarle. Sin embargo, cuando
llegaron a un lugar particularmente tupido, Firenze se detuvo.
—Harry y Abby Potter, ¿sabeis para qué se utiliza la sangre de unicornio?
—No —dijo Harry, asombrado por la extraña pregunta—. En la clase de Pociones
solamente utilizamos los cuernos y el pelo de la cola de unicornio.
—Eso es porque matar un unicornio es algo monstruoso —dijo Firenze—. Sólo
alguien que no tenga nada que perder y todo para ganar puede cometer semejante
crimen. La sangre de unicornio te mantiene con vida, incluso si estás al borde de la
muerte, pero a un precio terrible. Si uno mata algo puro e indefenso para salvarse a sí
mismo, conseguirá media vida, una vida maldita, desde el momento en que la sangre
toque sus labios.
Harry clavó la mirada en la nuca de Firenze, que parecía de plata a la luz de la luna.
—Pero ¿quién estaría tan desesperado? —se preguntó Abby en voz alta—. Si te van a
maldecir para siempre, la muerte es mejor, ¿no?
—Es así —dijo Firenze— a menos que lo único que necesites sea mantenerte vivo
el tiempo suficiente para beber algo más, algo que te devuelva toda tu fuerza y poder,
algo que haga que nunca mueras. ¿Hermanos Potter, sabeis qué está escondido en el colegio
en este preciso momento?
—¡La Piedra Filosofal! ¡Por supuesto... el Elixir de Vida! Pero no entiendo quién...
—¿No puedes pensar en nadie que haya esperado muchos años para regresar al
poder, que esté aferrado a la vida, esperando su oportunidad?
Fue como si un puño de hierro cayera súbitamente sobre la cabeza de Harry, Abby se quedó helada. Por encima del ruido del follaje, le pareció oír una vez más lo que Hagrid le había dicho la noche en que se conocieron: «Algunos dicen que murió. En mi opinión, son tonterías.
No creo que le quede lo suficiente de humano como para morir».
—¿Quieres decir —dijo con voz ronca Harry— que era Vol...?
—¡Harry! Harry, ¿estás bien?
Hermione corría hacia ellos por el sendero, con Hagrid resoplando detrás.
—Estoy bien —dijo Harry, casi sin saber lo que contestaba—. El unicornio está
muerto, Hagrid, está en ese claro de atrás.
—Aquí es donde te dejo —murmuró Firenze, mientras Hagrid corría a examinar al
unicornio—. Ya estais a salvo.
Harry se deslizó de su lomo, y ayudó a su hermana a bajar.
—Buena suerte, Harry y Abby Potter —dijo Firenze—. Los planetas ya se han leído antes
equivocadamente, hasta por centauros. Espero que ésta sea una de esas veces.
Se volvió y se internó en lo más profundo del bosque, dejando a Harry temblando, Abby cogió su dedo indice.

la hermana de harry potter y la piedra filosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora