Capitulo 32: el caballo, el alfil, la torre y la reina

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Llegaron hasta el final del pasillo y vieron ante ellos una habitación brillantemente
iluminada, con el techo curvándose sobre ellos. Estaba llena de pajaritos brillantes que
volaban por toda la habitación. En el lado opuesto, había una pesada puerta de madera.
—¿Crees que nos atacarán si cruzamos la habitación? —preguntó Ron.
—Es probable —contestó Harry—. No parecen muy malos, pero supongo que si se
tiran todos juntos... Bueno, no hay nada que hacer... voy a correr.
Respiró profundamente, se cubrió la cara con los brazos y cruzó corriendo la
habitación. Esperaba sentir picos agudos y garras desgarrando su cuerpo, pero no
sucedió nada. Alcanzó la puerta sin que lo tocaran. Movió la manija, pero estaba cerrada
con llave.
Los otros tres lo imitaron. Tiraron y empujaron, pero la puerta no se movía, ni siquiera cuando Hermione probó con su hechizo de Alohomora.
—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Ron.
—Esos pájaros... no pueden estar sólo por decoración —dijo Hermione.
Observaron los pájaros, que volaban sobre sus cabezas, brillando... ¿Brillando?
—¡No son pájaros! —dijo de pronto Harry—. ¡Son llaves! Llaves aladas, mirad
bien. Entonces eso debe significar... —Miró alrededor de la habitación, mientras los
otros observaban la bandada de llaves—. Sí... mirad ahí. ¡Escobas! ¡Tenemos que
conseguir la llave de la puerta!
—¡Pero hay cientos de llaves!
Ron examinó la cerradura de la puerta.
—Tenemos que buscar una llave grande, antigua, de plata, probablemente, como la
manija.
Cada uno cogió una escoba y de una patada estuvieron en el aire, remontándose
entre la nube de llaves. Trataban de atraparlas, pero las llaves hechizadas se movían tan
rápidamente que era casi imposible sujetarlas.
Pero no por nada Harry era el más joven buscador del siglo. Tenía un don especial
para detectar cosas que la otra gente no veía.

En seguida la vio: tenía un ala un poco torcida.

-¡Hay que arrinconarla!-exclamó Harry-Ron desciende todo el rato, Hermione sube hacia ella, Abby da vueltas por alrededor, yo la atraparé.

Hizieron tal y como dijeron, la llave los esquivó a todos.

-¿Podemos probar ya a mi manera?-preguntó la pelirroja.

-¿Cómo es tu manera?-preguntó su hermano.

-Asi-se concentró un momento y fijó su mirada en la llave, entonces esta se vio envuelta en una esfera naranja. Harry fue hasta ella contento con las dotes de su hermana-Globo inmovilizador: hechizo que aprendí en uno de los libros que me dieron.

Metieron la llave y abrieron la puerta.


La habitación siguiente estaba tan oscura que no pudieron ver nada. Pero cuando
estuvieron dentro la luz súbitamente inundó el lugar, para revelar un espectáculo
asombroso.
Estaban en el borde de un enorme tablero de ajedrez, detrás de las piezas negras,
que eran todas tan altas como ellos y construidas en lo que parecía piedra. Frente a ellos,
al otro lado de la habitación, estaban las piezas blancas. Harry, Ron, Abby y Hermione se
estremecieron: las piezas blancas no tenían rostros.
—¿Ahora qué hacemos? —susurró Harry
—Está claro, ¿no? —dijo Ron—. Tenemos que jugar para cruzar la habitación.
Detrás de las piezas blancas pudieron ver otra puerta.
—¿Cómo? —dijo Hermione con nerviosismo.
—Creo —contestó Ron— que vamos a tener que ser piezas.
Se acercó a un caballero negro y levantó la mano para tocar el caballo. De
inmediato, la piedra cobró vida. El caballo dio una patada en el suelo y el caballero se
levantó la visera del casco, para mirar a Ron.
—¿Tenemos que... unirnos a ustedes para poder cruzar?
El caballero negro asintió con la cabeza. Ron se volvió a los otros dos.
—Esto hay que pensarlo... —dijo—. Supongo que tenemos que ocupar el lugar de
cuatro piezas negras.
Harry, Abby y Hermione esperaron en silencio, mientras Ron pensaba. Por fin dijo:
—Bueno, no os ofendáis, pero ninguno de vosotros es muy bueno en ajedrez...
—No nos ofendemos —dijo rápidamente Harry—. Simplemente dinos qué
tenemos que hacer.
—Bueno, Harry, tú ocupa el lugar de ese alfil y tú, Hermione, ponte en lugar de esa
torre, al lado de Harry, Abby, te toca ser la reina.

-Naci para eso-bromeó ella.
—¿Y qué pasa contigo?
—Yo seré un caballo.
Las piezas parecieron haber escuchado porque, ante esas palabras, un caballo, un
alfil, una reina y una torre dieron la espalda a las piezas blancas y salieron del tablero, dejando
libres cuatro cuadrados que Harry, Abby, Ron y Hermione ocuparon.
—Las blancas siempre juegan primero en el ajedrez —dijo Ron, mirando al otro
lado del tablero—. Sí... mirad.
Un peón blanco se movió hacia delante.
Ron comenzó a dirigir a las piezas negras. Se movían silenciosamente cuando los
mandaba. A Harry le temblaban las rodillas. ¿Y si perdian? Abby estaba tan tensa que no hacía ningun comentario.
—Harry... muévete en diagonal, cuatro casillas a la derecha.
La primera verdadera impresión llegó cuando el otro caballo fue capturado. La
reina blanca lo golpeó contra el tablero y lo arrastró hacia fuera, donde se quedó
inmóvil, bocabajo.
—Tuve que dejar que sucediera —dijo Ron, conmovido—. Te deja libre para coger
ese alfil. Vamos, Hermione.

Al cabo de un rato se giró hacia Abby.

-Muevete recta hacia delante, y coge la torre.
Cada vez que uno de sus hombres perdía, las piezas blancas no mostraban
compasión. Muy pronto, hubo un grupo de piezas negras desplomadas a lo largo de la
pared. Dos veces, Ron se dio cuenta justo a tiempo para salvar a Harry, Abby y Hermione del
peligro. Él mismo jugó por todo el tablero, atrapando casi tantas piezas blancas como
las negras que habían perdido.
—Ya casi estamos —murmuró de pronto—. Dejadme pensar... dejadme pensar.
La reina blanca volvió su cara sin rostro hacia Ron.
—Sí... —murmuró Ron—. Es la única forma... tengo que dejar que me cojan.
—¡NO! —gritaron Harry, Abby y Hermione.
—¡Esto es ajedrez! —dijo enfadado Ron—. ¡Hay que hacer algunos sacrificios! Yo
daré un paso adelante y ella me cogerá... Eso te dejará libre para hacer jaque mate al
rey, Harry.
—Pero...
—¿Quieres detener a Snape o no?
—Ron...
—¡Si no os dais prisa va a conseguir la Piedra!
No había nada que hacer.

-Que me cogan a mi Ron-pidió Abby.

-No, te necesitamos contra Snape.

-Pero...
—¿Listo? —preguntó Ron, con el rostro pálido pero decidido—. Allá voy, y no os
quedéis una vez que hayáis ganado.
Se movió hacia delante y la reina blanca saltó. Golpeó a Ron con fuerza en la
cabeza con su brazo de piedra y el chico se derrumbó en el suelo. Hermione gritó, pero
se quedó en su casillero. La reina blanca arrastró a Ron a un lado. Parecía desmayado.
Muy conmovido, Harry se movió tres casilleros a la izquierda. El rey blanco se
quitó la corona y la arrojó a los pies de Harry. Habían ganado. Las piezas saludaron y se
fueron, dejando libre la puerta. Con una última mirada de desesperación hacia Ron,
Harry, Abby y Hermione corrieron hacia la salida y subieron por el siguiente pasadizo.
—¿Y si él está...?
—Él estará bien —dijo Harry, tratando de convencerse a sí mismo—. ¿Qué crees
que nos queda?
—Tuvimos a Sprout en el Lazo del Diablo, Flitwick debe de haber hechizado las
llaves, y McGonagall transformó a las piezas de ajedrez. Eso nos deja el hechizo de
Quirrell y el de Snape...

-¿Intento curarlo?-preguntó Abby volviendo la vista hacia su amigo.

-Solo esta inconsciente, no creo que sea grave-Harry intentaba darse animos, pero paró junto a las chicas cuando llegaron al final de la sala.
Habían llegado a otra puerta.

la hermana de harry potter y la piedra filosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora