🌸 33 🌸

52 4 46
                                    

Nuca

- continuación de " secreto " -

Por ésta ocasión le había tocado conceder una petición a otro panadero, pero éste no le pidió entregar encargos a la velocidad de la luz ni preparar panes cada dos por tres, éste tenía una petición más simple y de la que podía encargarse sin problemas secundarios.

“ Tienes que sacar todas las cajas de ésta habitación y llevarlas al sótano. Mi hijo vendrá de visita finalmente y necesito desocupar este cuarto. ” Fué la orden del francés mientras limpiaba y perfeccionaba cada rincón del hogar con minucioso cuidado.

No estaba seguro si el sujeto estuvo presente el día de la batalla final, no parecía tenerle el mismo odio que los demás habitantes de la isla, mucho menos deseaba hacerlo sufrir con labores complicadas. Aunque sí guardaba una postura severa y exigente al igual que los otros isleños, eso ya vendría siendo algo respecto a su personalidad.

El cheff francés también había comentado otra cosa, algo con que traería a alguien para vigilar su labor mientras él se dirigía al muelle a esperar a su hijo, pero había tenido unos días agotadores por lo que los sermones y los diálogos actualmente las escuchaba a medias, era tan tedioso tener que oír todas aquellas exigencias y insultos. Aunque sabía que no tenía argumentos con los que protegerse, sobreexplotar laboralmente a alguien es injusto incluso para él, pero no podía hacer nada, era su labor después de todo.

Juraba que el lecho de la futura recámara del joven lo llamaba, diciendo que una hora de sueño podría ser pasada por alto, talvez dos, quiza tres, pero que no estaba demás una siesta; sin embargo sabía que tenia el tiempo contado, y debía moverse si no quería que su momentáneo jefe le saliera con que debía cumplirle una petición al hijo por su regreso a la isla.

Sabía de todas formas que en el tiempo en el que se quedaría allí debería cumplir una petición a cada isleño por lo que apurar su labor sería inútil. Pero aún así quería esforzarse, quería salir de esta pena y quedar libre de todas esas existencias, así que estaba dispuesto a satisfacer a esa maraña de personas con deseos de venganza para irse junto a su marido al viejo mundo.

Tomó una liga cercana para sujetar su cabello en una cola alta y respiró hondo. Si llegaba a terminar con ésta petición debía rotar hacia la reportera de la isla, y luego podria obtener su tiempo de descanso, el cual esperaba con ansias.

Con disposición comenzó a trasladar cajas poco a poco, en ocasiones las hacía levitar, otras veces las cargaba para no utilizar demasiado su poder. En medio de su labor llegó a calificar éste trabajo como su preferido, fué con el que menos tuvo que esforzarse y aunque era monótona, no era terrible como las demás. Podría aprovechar ese tiempo para pensar y disfrutar del silencio del espacioso hogar, pero aquella suposicion se esfumó en el aire al escuchar una voz molesta y conocida.

— No luces tan desanimado como lo mencionaste hace unos días. – Comentó el maestro de Kung Fu en la puerta del sótano.

Frunció el seño y torció los labios con desgano al recordar las palabras del francés respecto a que traería a alguien para monitorear su rendimiento. ¿Cuál era la inseguridad? Lo que menos buscaba era crear problemas justo ahora, y si ellos lo comprendieran no estaría rodeado de miradas casi todo el día. Lo vigilaban como si estuviera planeando abandonar su trabajo y esconderse para maniobrar un nuevo plan que ponga en peligro a todos, cabe recalcar que puede hacerlo, pero ¿Porqué querría? La dominación mundial antes le parecía tentadora y fascinante, ahora le sonaba a trabajo desmedido y cargos que no quiere tener.

Flor De Melocotón || KicknipulensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora