Checo no podía soltar a Lando. Bueno, poder podía, pero no quería en lo absoluto.
—Felicidades, mi bebé —susurró el mexicano, dejando una lluvia de besos por todo el rostro del piloto.
—Gracias, precioso —respondió Lando, encantado, con una sonrisa que iluminaba su rostro.
Y es que el británico no ayudaba en nada. Mantenía sus brazos firmemente alrededor de la cintura del pecoso, como si soltarlo significara perder una parte de sí mismo.
—Lando, amigo, vamos, tenemos que ir al podio —interrumpió Carlos, dándole un leve golpe en el hombro al británico.
Aunque, para ser sinceros, quizá el español solo quería despegar a su hermano de Lando. Desde que hicieron pública su relación, Carlos había aprendido que separar a esos dos era más complicado que adelantar a Verstappen en pista mojada.
Lando suspiró, alejándose unos escasos centímetros de Checo, solo lo suficiente para mirarlo bien y admirar el rostro que tanto adoraba.
—Eres hermoso, amor —dijo Lando, con una ternura casi reverencial.
—Oh, London, de haber sabido que eras tan cursi, no me habría hecho tanto del rogar.
Lando soltó una risa ligera y se inclinó para robarle un beso. Sin embargo, apenas logró darle un piquito cuando sintió cómo alguien lo tomaba por la camiseta y lo arrastraba.
—¡Eh! —protestó Lando, tratando de no tropezar mientras Carlos lo llevaba a rastras.
Checo solo sonrió con gracia, despidiéndose de su novio con un movimiento de mano.
—¿No te molesta que te bese estando todo sudado? —preguntó Jamal, que se encontraba a su derecha, con una expresión de curiosidad.
—Eso lo hace todavía más candente, Jamal —respondió Checo con picardía, mordiéndose el labio inferior.
—El señor Sainz me pidió que lo acompañara a la zona de celebración del equipo Ferrari —interrumpió un miembro del equipo con tono formal.
Checo asintió y dejó que lo guiaran. Sabía que su hermano podía ser un tanto —o, mejor dicho, muy— celoso. Además, siendo la última carrera de la temporada y su última con Ferrari, Carlos merecía tener cerca a su familia. Aunque Lando hubiera ganado la carrera, Checo sabía que su novio no se enojaría si iba a celebrar el segundo lugar del español con el equipo.
Después de un arduo festejo con el equipo de su hermano, Checo, Carlos, Charles, su encantador novio y un par de pilotos más con sus parejas terminaron en un elegante bar de Abu Dabi. El ambiente era festivo, celebrando el primer lugar de Lando, el segundo y tercer lugar de Carlos y Charles, y el cierre de una temporada excepcionalmente exitosa.
—Estuviste impresionante hoy, bebé —dijo Checo con una amplia sonrisa, sus ojos reflejando orgullo.
—Fue solo porque tú estabas viendo, precioso —respondió Lando, dejando un rastro de besos en el cuello expuesto de su novio.
Ambos estaban en un pequeño balcón privado del lugar, lejos del ruido y la música. Checo se encontraba sentado en una silla alta, sus piernas abiertas para que Lando estuviera cómodamente entre ellas, sujetando con firmeza los hombros del británico. Lando, por su parte, mantenía un agarre seguro en la estrecha cintura del mexicano, como si no quisiera soltarlo jamás.
—No seas modesto, London —Checo tomó suavemente el rostro de Lando, apartándolo de su cuello para mirarlo a los ojos—. Eres un gran piloto, bebé. ¡Un subcampeonato mundial! Es impresionante, wow.
El rubor en las mejillas de Lando traicionó la humildad que intentaba mantener.
—Pero no fue el campeonato —dijo, mordiéndose el labio y desviando la mirada hacia un lado.
Con ternura, Checo sujetó su mentón, obligándolo a mirarlo de nuevo.
—No lo fue este año, pero estoy absolutamente seguro de que lo conseguirás el próximo. Eres demasiado bueno, Lando, más que bueno. Tienes todo lo necesario, y sé que lo harás.
Las palabras firmes y llenas de confianza de Checo hicieron que una sonrisa suave y genuina se formara en el rostro del británico. Aferrándose aún más a la cintura del pecoso, Lando se inclinó para depositar un delicado beso en su nariz.
—¿Estarás ahí cuando suceda? —preguntó Lando, con un leve tono de vulnerabilidad en su voz.
—Depende de qué tan grande sea el anillo que me des —bromeó Checo, sus ojos brillando con picardía.
La sonrisa de Lando se amplió. Sabía que Checo seguía riéndose de aquella llamada que había hecho borracho, pero eso no lo molestaba. Después de todo, la propuesta estaba en sus planes. Y haría todo lo posible para que, cuando llegara el momento, el mexicano no tuviera dudas sobre aceptar.
—Será tan grande como mi precioso y lindo novio lo quiera.
—Entonces sí, estaré a tu lado —respondió Checo, sus labios curvándose en una sonrisa antes de inclinarse para besarlo.
Lando tenía un propósito claro en la vida: enamorar a Checo todos los días, asegurándose de que siempre se sintiera feliz, amado y especial. Por su parte, Checo se repetía cuán afortunado era de haber conocido a aquel torpe y adorable piloto que ahora tenía su corazón en sus manos.
Tal vez su historia no terminaba aquí. Pero sin duda, hasta este momento, era lo mejor que les había pasado a ambos.
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Detest to Adore | Lando & Checo
Fanfiction-¡Te amo! Cásate conmigo. -No te veo arrodillado con un diamante en tus manos -respondió Checo divertido, con un deje de picardía en su voz. -Dame un par de horas y estaré en Nueva York de rodillas frente a tus apetitosos muslos.