Anillo

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En un radiante día soleado, los rayos del sol atravesaban las cortinas blancas de la habitación de Kin Seokjin, iluminando cada rincón con un cálido resplandor. Sin embargo, dentro de esas paredes no había calma. Los nervios reinaban mientras el omega de ojos almendra repasaba mentalmente todos los detalles de su día especial. Este no era un día cualquiera; era el día de su boda, y quería que fuera perfecto, no solo para él, sino también para quienes lo acompañaban.

Seokjin se encontraba frente al espejo, contemplando su reflejo con una mezcla de duda y frustración. Llevaba un elegante traje blanco que le había robado el aliento en cuanto lo vio en la tienda, pero ahora, al verlo puesto, no estaba seguro si era demasiado. Suspiró y dejó caer los hombros antes de sentarse en la cama, dejando que su mente divagara.

–No lo sé... quizás es demasiado –murmuró, cubriéndose el rostro con las manos.

Jimin, que estaba ajustando su corbata frente a un espejo cercano, lo observó y se acercó con una sonrisa tranquilizadora. Se sentó a su lado y colocó una mano sobre su hombro.

–Hyung, te ves espectacular –le aseguró con voz suave–. Pareces un príncipe de un cuento de hadas, lo juro.

Desde la puerta, Taehyung se cruzó de brazos y añadió con un tono juguetón:

–Olvídate de príncipe. Pareces un rey. Estoy considerando seriamente raptarte antes de que Namjoon tenga la oportunidad de casarse contigo.

Seokjin soltó una pequeña risa ante el comentario y levantó la mirada hacia sus amigos. Sus ojos brillaban con una mezcla de gratitud y emoción. Inspiró profundamente y, con una determinación renovada, se puso de pie.

–Tienen razón –dijo con firmeza, regresando al espejo–. Este es mi día, y no voy a dejar que nadie, ni siquiera yo mismo, lo arruine.

Jimin se apresuró a tomar un peine y retomó su tarea de estilizar el cabello de Seokjin. Con cada movimiento, sus manos hábiles le daban forma a los mechones oscuros del omega, mientras Taehyung, sentado en un sillón cercano, observaba con nostalgia.

–Nunca pensé que este día llegaría tan rápido –dijo el beta, dejando que un suspiro escapara de sus labios–. Parece que fue ayer cuando compartíamos almuerzos en la escuela y nos quejábamos de los profesores.

–Y aquí estoy ahora, a punto de casarme –respondió Seokjin, mordiéndose el labio inferior. Una risa nerviosa escapó de su garganta–. Siento que mi corazón va a explotar.

Jimin rió entre dientes y acarició suavemente el hombro de su hyung.

–No te preocupes, hyung. Le prometí a Namjoon que te llevaría al altar sano y salvo, y no pienso romper mi promesa.

Cuando Jimin dio los últimos toques al peinado de Seokjin, se alejó para dejar que el omega mayor evaluara su reflejo en el espejo. Seokjin sonrió ampliamente al ver el resultado.

–Está perfecto, Jiminnie. Gracias –dijo con genuina gratitud.

La ceremonia se llevaría a cabo en un hermoso jardín al aire libre, decorado con flores blancas y lilas que emanaban un aroma dulce y relajante. Las sillas estaban dispuestas en filas impecables, y al final del pasillo central se encontraba un altar adornado con cortinas de tul blanco que ondeaban suavemente con la brisa. Namjoon, el alfa que estaba a punto de convertirse en esposo de Seokjin, caminaba nervioso de un lado a otro cerca del altar, mientras sus amigos Yoongi y Jieun lo observaban con diversión.

–Santo cielo, creo que me voy a morir –murmuró Namjoon, pasándose una mano por el cabello–. ¿Y si se arrepintió en el último momento? ¿Y si decidió que no quiere casarse conmigo?

Belonging to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora