Protección

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El señor Min mantenía una postura rígida, con el ceño apenas fruncido mientras trataba de disimular la profunda irritación que lo embargaba. Ese problema que creyó enterrados años atrás había regresado de manera inesperada, y no de una, sino de dos formas. El niño, ese pequeño de ojos brillantes que Yoongi había presentado como su hijo, no podía ser su nieto. Según sus recuerdos, Jimin era un beta, y la idea de que ahora fuera padre de un hijo con su hijo era absurda, casi ofensiva. Pero, para colmo de males, su hijo había decidido exponer esta farsa frente a socios y amigos influyentes, poniendo en juego el prestigio de la familia.

Aclaró su garganta y forzó una sonrisa que no alcanzó sus ojos.
—Jimin, hace demasiado tiempo que no nos veíamos —dijo, con una amabilidad tan gélida como calculada.

El omega, algo nervioso, no pudo evitar sentirse intimidado por la presencia dominante del hombre mayor, pese a tener a Yoongi a su lado, quien parecía inexplicablemente tranquilo.
—Es un gusto volver a verlo, señor Min —respondió Jimin con voz suave, pero insegura.

Yoongi, sin embargo, captó al instante la falsedad en la actitud de su padre.

El señor Min bajó la mirada hacia el pequeño que estaba junto a ellos.
—Y este debe ser Byul, ¿verdad? —dijo, inclinándose ligeramente hacia el niño con una sonrisa que resultaba más inquietante que amable.

Byul, a pesar de su educación, no pudo evitar sentirse intimidado. No era como la calidez que experimentaba con su abuelo Park. Aun así, respondió con una reverencia educada:
—Sí, soy Byul. Es un gusto conocerlo, señor Min.

El alfa mayor observó al niño por unos instantes antes de señalar el área de juegos cercana.
—Hay una zona para niños con muchos juegos interesantes. ¿Por qué no vas a divertirte un rato?

Byul alzó la mirada hacia Jimin, buscando su aprobación.
—Está bien, amor, pero no te alejes demasiado —dijo Jimin, agachándose para acariciar sus mejillas con ternura antes de dejarlo ir.

Una vez el pequeño se fue, el semblante del señor Min cambió drásticamente. Hizo un ademán hacia un rincón más privado, dejando clara su intención de hablar sin interrupciones.

Al llegar al lugar apartado, su máscara de cordialidad desapareció por completo.
—¡¿Acaso estás loco, Yoongi?! —explotó, su tono era una mezcla de incredulidad y furia. Su rostro estaba rojo de la rabia contenida—. ¡Has arruinado todo el prestigio de nuestra familia frente a los Kim y frente a personas con las que llevamos años construyendo relaciones!

Yoongi, con una expresión severa, dio un paso al frente.
—No voy a quedarme callado mientras hablas así. Jimin y Byul son mi familia, y no pienso ocultarlo más solo para cumplir con tus malditas expectativas.

El alfa mayor soltó una risa sarcástica.
—¿Tu familia? ¡Por favor! Ese niño no puede ser tu hijo. Jimin es un simple beta. Esto es una farsa ridícula.

—Cuida tus palabras —advirtió Yoongi, con voz grave y autoritaria—. Byul es mi hijo. Fue concebido hace seis años durante el verano. Jimin no es un beta, es un omega recesivo. Hemos decidido estar juntos nuevamente, y no necesito tu aprobación.

El señor Min negó con la cabeza, con una expresión de disgusto evidente.
—¿Un omega recesivo? ¡Eso es peor aún! ¿Sabes que los omegas recesivos apenas tienen valor? Son tratados como simples...

Antes de que pudiera terminar la frase, el puño de Yoongi impactó con fuerza en su rostro, interrumpiendo las palabras venenosas.
—¡Te advertí que no hablaras así de Jimin!

Jimin, horrorizado, se apresuró a sujetar el brazo de Yoongi, temiendo que la situación se saliera de control.
—¡Yoongi, por favor! Esto no vale la pena. Vámonos de aquí —suplicó, con la voz temblorosa.

Belonging to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora