Prejuicio //Especial TaeKook//

210 29 3
                                    

Taehyung nunca tuvo la oportunidad de seguir sus sueños. Desde pequeño había amado la música, especialmente el jazz, un género que le hablaba al alma. Pasaba horas encerrado en su cuarto, practicando con el saxofón que había conseguido de segunda mano y llenando el aire con melodías que lo hacían sentirse libre. Pero ese sueño pronto fue sepultado bajo el peso de las expectativas de su familia. Su padre, un hombre estricto y tradicional, decidió que ser abogado era la única carrera digna de su hijo. No hubo espacio para la discusión; Taehyung aceptó en silencio, enterrando sus deseos junto con su música.

Así fue como, a regañadientes, se convirtió en abogado y logró un puesto en uno de los bufetes más prestigiosos de Seúl tras completar su pasantía. El edificio donde trabajaba era imponente: una torre de cristal que dominaba el paisaje urbano, con oficinas decoradas en tonos fríos y minimalistas. Todo en ese lugar respiraba lujo y poder, pero para Taehyung no era más que una cárcel elegante.

Sin embargo, si había algo que realmente hacía su vida laboral insoportable, era su jefe: Jeon Jungkook. Jeon era un alfa en todos los sentidos de la palabra. Tenía una presencia que llenaba cualquier habitación, con su porte seguro y su mirada intensa. A pesar de su corta edad, ya era uno de los abogados más prestigiosos del país, algo que, según Taehyung, se debía más al nepotismo que a su talento. Después de todo, Jungkook era hijo de uno de los dueños de la firma. Para Taehyung, aquello era suficiente para catalogarlo como un arrogante que había tenido todo fácil en la vida.

—Señor Kim, necesito que revise estos documentos para mañana en la mañana —ordenó Jungkook una tarde, arrojando un fajo de papeles sobre el escritorio de Taehyung sin siquiera mirarlo.

—Claro, señor Jeon —respondía Taehyung con un tono neutro, aunque por dentro hervía de frustración.

Era siempre así. Jungkook no mostraba el más mínimo respeto por el tiempo de los demás. Parecía creer que todo el mundo estaba a su disposición. Pero lo más irritante era que, a pesar de su actitud, Jungkook realmente era talentoso. Su habilidad para argumentar en la corte era impresionante, y su determinación por ganar era casi inhumana. Era imposible ignorar su eficacia, aunque Taehyung se negaba a reconocerlo abiertamente.

Con el tiempo, Taehyung se fue acostumbrando a la personalidad de Jungkook, aunque eso no significaba que le agradara. Si había algo que le daba algo de alegría en su monótona vida, era la presencia de su mejor amigo Jimin, siempre lograba sacarle una sonrisa con sus bromas y su energía contagiosa. Además, Jimin tenía un hijo pequeño, Byul, que a menudo lo visitaba y que se había ganado un lugar especial en el corazón de Taehyung.

Una noche, después de una cena organizada por la firma, Taehyung se encontró con la desagradable tarea de llevar a casa a un Jungkook visiblemente ebrio. Había bebido más de la cuenta, algo que rara vez hacía, y estaba incapaz de conducir. Mientras lo ayudaba a subir al asiento del copiloto de su coche, Taehyung no pudo evitar soltar un suspiro exasperado.

—De todas las personas a las que podría haberle tocado esto, tenía que ser yo —murmuró para sí mismo mientras ajustaba el cinturón de seguridad de Jungkook.

—Eres mi favorito, Taehyung —balbuceó Jungkook, con una sonrisa tonta en los labios.

—Claro que sí, señor Jeon —respondía Taehyung con sarcasmo, encendiendo el motor.

El camino hacia el apartamento de Jungkook fue sorprendentemente tranquilo. El alfa había cerrado los ojos y se había recostado contra la ventana, dejándolo a solas con sus pensamientos. El apartamento de Jungkook, ubicado en una de las zonas más exclusivas de la ciudad, era tal como Taehyung lo imaginaba: moderno, lujoso y frío. Ayudó a Jungkook a entrar y lo guió hasta el sofá.

—Gracias por... traerme —murmuró Jungkook, con un destello de sinceridad en sus ojos antes de dejarse caer sobre el mueble.

Por un instante, Taehyung lo miró con curiosidad. Era raro verlo tan vulnerable, sin la fachada de perfección que solía mostrar en la oficina. Había algo humano en él en ese momento, algo que hizo que el beta se sintiera ligeramente culpable por odiarlo tanto.

Cuando se dio vuelta para marcharse, sintió que una mano le sujetaba suavemente la muñeca.

—No te vayas —susurró Jungkook, con los ojos apenas abiertos.

Taehyung se congeló, sorprendido por el contacto. Se giró lentamente para encontrarse con la mirada de Jungkook, quien ahora estaba incorporándose un poco en el sofá. El alfa tenía una expresión distinta, una vulnerabilidad que Taehyung no había visto antes.

—¿Qué está haciendo, señor Jeon? —preguntó en un susurro, tratando de mantener la calma.

—Llámeme Jungkook, por favor. Y deja de ser tan formal conmigo —dijo Jungkook, su voz baja pero firme.

Antes de que Taehyung pudiera responder, Jungkook lo atrajo suavemente hacia él. Sus rostros quedaron a pocos centímetros de distancia, y el beta pudo sentir el calor que emanaba del cuerpo del alfa. Había algo en la intensidad de su mirada que lo dejó sin palabras.

—He estado enamorado de ti desde hace tiempo, Taehyung —confesó Jungkook, su voz apenas un murmullo. —No me importa que seas un beta. Nunca me ha importado, al principio, quería pensar que sólo estaba cometiendo un error, confundiendo admiración con amor. Pero eres la criatura más bella que he visto, todas las veces que pedí que te quedarás hasta tarde para volver a revisar argumentos, eran pretextos sólo para tenerte cerca.

Taehyung sintió que su corazón se aceleraba. Las palabras de Jungkook lo golpearon como una avalancha, desarmando todas las barreras que había construido en su mente. Antes de poder procesar lo que estaba ocurriendo, Jungkook cerró la distancia entre ellos y lo besó.

El beso fue suave al principio, como si Jungkook estuviera esperando una señal para continuar. Taehyung, aunque sorprendido, no se apartó. Había algo en aquel momento que se sentía correcto, algo que lo hacía olvidar todos los prejuicios que había tenido hacia el alfa.

Cuando finalmente se separaron, ambos se miraron en silencio. Jungkook tenía una sonrisa tenue en los labios, mientras que Taehyung trataba de recuperar el aliento.

—Esto... es complicado —murmuró Taehyung, llevándose una mano a los labios.

—Lo sé. Pero no me importa. Quiero intentar esto contigo —respondió Jungkook, con una sinceridad que hizo que el corazón de Taehyung diera un vuelco. El beta se separó un poco más y le dio la espalda.

—Creo que debería irse a la cama señor Jeon y recomponerse, mañana tenemos una reunión con un cliente importante— se arregló el traje y empezó a caminar hacia la salida del lugar.

—Kim Taehyung, sabes que esto no es causa del alcohol y yo no me daré por vencido— El beta suspiro tratando de mantener la calma y salió cerrando la puerta detrás de él.








Es un especial algo corto, pero se los debía, espero que les guste.

Belonging to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora