Eso no puede ser, ¡Si yo misma lo vi morir! Tú no me puedes estar hablando en serio, Vargas; Papo está muerto ¡y todo por culpa de este desgraciado! ¡Él lo mató con sus propias manos cuando le disparó en tu casa! ¡Tú mismo lo viste! ¡Todos lo vimos! ¡Ahora no me puedes venir con este cuento barato sólo para defender al hijo de puta que dice ser tu amigo!. Gritaba Susana al mismo tiempo que se abalanzaba sobre su hermano para golpearlo una y otra vez.
Ya fue suficiente ¡Susana!. Gritó Simón intentando detenerla pero fue en vano, pues ella había sacado fuerzas de quién sabe dónde y lo empujó para finalmente gritar lo que sería el detonante para una próxima posible tragedia.
¡No! ¡Ahora este imbécil me va a escuchar! ¡Te odio Juan Pablo isaza piñeros! ¡Ojalá y no fueras mi hermano! ¡Ojalá y te hubieras muerto Tú en lugar de mamá! ¡Es más, deberías acabar con tu vida ahora mismo! ¡Así nos harías un gran favor a todos!.
Ya bast... Intentó hablar Simón pero fue interrumpido por la suave voz de Juan Pablo y un grito del Vargas menor simultáneamente.
Ella tiene razón, Yo no merezco vivir.
¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! ¡ISAZAAAAAAAAAAAAA!. Eso fue lo que hizo reaccionar al pelinegro y voltearse justamente en el momento en que el más alto tomaba el arma entre sus manos y se apuntaba a sí mismo en la cabeza.
Juan Pablo Isaza Piñeros, que ni se te ocurra disparar esa cosa. Advirtió el azabache al tiempo que rodeaba a su hermano y Susana para ubicarse frente a su amigo.
Ya basta Moncho, por favor no intentes hacerme cambiar de idea porque ella tiene razón, yo debí haber muerto en lugar de mi mamá. Respondió el joven apretando más fuerte el arma en sus manos; no obstante, Simón no se iba a dar por vencido y con un movimiento estratégico golpeó su brazo logrando que el arma cayera al suelo lejos de él.
Cuando intentó levantarse para volver a buscarla, el mayor se interpuso en su camino y lo obligó a sentarse nuevamente.
No digas tonterías, tú más que nadie mereces vivir, y sí, tal vez te equivocaste, pero, quién es perfecto ¿Juan Pablo? todos cometemos errores, lo importante es que tengas el valor para enfrentarlos, y si ella no puede ver que quieres cambiar y enmendar lo que hiciste, pues ese es su problema. Esas fueron las últimas palabras del oficial antes de envolver al más alto entre sus brazos protectoramente.
¿Cómo se te ocurre decir algo así, Susana? Por Dios, es tu hermano ¡HERMANO!. Reclamaba un enojado Martín sacudiendo a la mencionada por los hombros.
Yo solamente digo la verdad, él es un ases...
No. La interrumpió el de los hoyuelos. Tú de verdad es que no entiendes absolutamente nada. Juan Pablo y Alejo están vivos, por lo tanto, él no cometió ningún delito.
O, por supuesto que lo hizo, porque no los mató, pero sí lo intentó. Y que yo sepa, el intento de homicidio también es un delito. Refutó la chica empujando al más pequeño.
Martín y Susana iban a seguir con su discusión, pero el teléfono de Simón sonó, indicando una llamada entrante.
¿Hola? Preguntó al contestar.
Oficial Vargas, qué bueno que me contesta. Perdón si está ocupado, pero solo lo llamo para avisarle que Papo reaccionó y está pidiendo hablar contigo. La voz de Clemencia, la madre de Villa, se escuchó por el teléfono, haciendo suspirar al pelinegro aliviado.
Perfecto, dile que en un rato estoy allá.
Ah, y también está pidiendo hablar con Juan Pablo. Añadió antes de finalizar la llamada.
¿Qué pasó, hermano? Interrogó Martín en cuanto la llamada finalizó.
Papo despertó y quiere ver a Isa. Respondió el oficial buscando las esposas para volver a ponerlas en las manos del joven.
Por favor, no me pongas esa cosa. Te prometo que yo no me voy a escapar, pero por favor no me esposes. Suplicaba el joven al notar las intenciones del oficial.
Lo siento, pero es protocolo.
¡No! Gritó el más alto, tratando de alejarse del mayor.
Ya, ya, está bien, no te voy a esposar.
No lo puedo creer. Comentó Susana indignada.
¿Qué es lo que no puedes creer, Susana? Increpó Martín retándola con la mirada.
Esto, Simón dejando libre a un delincuente. Señaló mirando al policía de forma acusatoria.
Basta, por Dios, después hablaremos de eso. Por ahora, vamos que Villamil nos espera.
Al llegar a la clínica, el pelinegro se acercó rápidamente a la recepcionista para pedirle la ubicación del ojiverde, a lo cual por supuesto ella no se negó, al notar que se trataba de un policía.
Una vez que tuvo la información solicitada se dirigió hasta allá con paso rápido, seguido de los tres chicos los cuales estaban más que felices de saber que villamil seguía allí con ellos.
Hola ¿Podemos pasar?. Inquirió Simón con voz suave al estar frente a la puerta y notar que tanto clemencia como Laura y Mauricio tenían los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.
Sí, claro, nosotros mientras tanto iremos por un café y algo de comer. Señaló clemencia levantándose y tras ella salieron los otros dos, secándose un poco las lágrimas que brotaban de sus ojos como si de una cascada se tratara.
Papo, No sabes cuánto me alegra que hayas despertado. Fue lo primero que dijo Susana en cuanto los papás y la hermana de villas salieron y la puerta se cerró tras ellos.
Gracias. Respondió el otro con simpleza mirando fijamente al oficial de policía.
Eeem, oye ¿Será que podemos hablar un momento? Pero solo Juan Pablo, tú y yo, por favor. Suplicó el ojiverde y el azabache por su parte, solo miró a Martín y Susana significativamente para que los dejaran solos pero la chica no estaba dispuesta a dar su brazo a torcer.
Por supuesto que no, yo de aquí no me muevo porque no pienso dejar al amor de mi vida con un asesino.
Por favor, Susana, Ya basta; los Juan pablos no van a estar solos, yo voy a estar con ellos, porque si no lo recuerdas, isaza aún está bajo custodia; así que por favor salgan y yo los llamo cuando hayamos terminado. Ordenó El oficial con voz autoritaria y al ver que ella no se movía, el chico de los hoyuelos decidió tomar cartas en el asunto y la jaló del brazo para sacarla prácticamente arrastrando de allí.
Ya suéltame ¡Martín! ¡Tengo que entrar allá! ¡Necesito salvar a Papo de ese psicópata! ¡No quiero que intente matarlo otra vez! ¡No quiero ni puedo perderlo! ¡No quiero perderlo porque lo amo!. Gritaba la castaña entre lágrimas, intentando zafarse del agarre que la mantenía prisionera Pero el chico era mucho más fuerte y no se lo permitió, por más puñetazos y patadas que ella le daba para liberarse.
Susana, por favor cálmate, mira que estamos en una clínica. Pidió el chico entrando en desesperación.
Es que tú no me entiendes Bachi, Yo de verdad lo amo y ya lo perdí una vez, no quiero volver a perderlo. Respondió ella dejando de gritar pero seguía envuelta en un mar de lágrimas, las cuales el Vargas menor trataba de secar con cariño.
Por supuesto que te entiendo pequeña porque yo también lo amo; No de la misma manera que tú, claramente, pero es amor Al fin. Mira, si te hace sentir más tranquila, mi hermano no va a dejar que le pase nada. Susi, necesito que entiendas que Juan Pablo solo fue una víctima más de las circunstancias; por favor recapacita antes de que sea demasiado tarde, porque isaza ya intentó suicidarse una vez, no dudo que lo vuelva a hacer cuando ya no esté nadie para salvarlo; entiende por favor que tú eres lo único que él tiene, no lo dejes caer ahora porque lo vas a lamentar por toda tu vida. Le aconsejó acariciando su cabeza y envolviéndola fuertemente entre sus brazos.
Marto ¿Hay algo más que yo tenga que saber?. Inquirió la chica una vez que se separaron del abrazo tan necesitado por ambos.
La verdad es que no lo sé, Susi, eso es algo que solo Simón o tu mismo hermano te pueden responder. Contestó dejando a la joven más confundida que antes.
Mientras tanto, en la habitación, Simón y los Juan Pablo se encontraban en un Gran silencio hasta que el oficial fue quien lo rompió.
Muy bien villamil ¿Qué es lo que quieres hablar con nosotros?.
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la última canción - Juan Pablo Villamil & Susana Cala.
FanfictionJuan Pablo villamil Cortés, es un joven que sueña con conquistar la industria musical y entre sus planes nunca estuvo enamorarse pero luego de reencontrarse con su amigo de la infancia Juan Pablo isaza y conocer a su hermana Susana, su vida dará un...