||Capítulo 25.

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Doncaster, Reino Unido.

Eleanor estaba sentada en el suelo de su habitación con las piernas cruzadas y en pijama. Tenía el celular en las manos mientras miraba la pantalla con confusión como si le hubiera llegado un mensaje de un extraterrestre, y fue algo así, pero al contrario, fue un mensaje de Ed, el amigo de su novio.

Él está bien, su teléfono no funciona, no te preocupes. 

-Ed

Era el primer mensaje y contacto que hacían ambos y era algo extraño. Ed y ella vivían la vida mayormente peleados y ese buen gesto de parte de él la hacía sentir rara. No le contestó pero a regañadientes le dio las gracias internamente.

Hacía días que no sabía nada de Louis y precisamente ya había ido a su casa varias veces y no lo había encontrado. Estaba consciente de toda la mala situación que él estaba enfrentando y ella no se comportaba como la novia que era. Lo había dejado a un lado y eso estaba mal. Él siempre la había apoyado en todo y ella se había comportado mal pensando que todo eso él podría superarlo solo puesto que no le había pedido ayuda nunca.

Lo extrañaba mucho.

Su relación los últimos meses se había vuelto tan dependiente al sexo, tan dependiente a sentirse de una forma meramente física... Pero entonces, ¿dónde quedaban los sentimientos de ambos? Ella lo amaba y no lo había demostrado. Por Dios. ¡Él era el amor de su vida! No podía dejar que él se derrumbara, tenía una vida difícil y ella lo sabía. No había sido la novia ejemplar antes pero cambiaría por él. Amaba el azul de sus ojos, amaba su risa cuando estaban juntos, amaba compartir momentos con él, amaba su sonrisa, amaba su forma de ser, amaba su belleza. Lo amaba a él. Sintió las lágrimas en los ojos... ¿En qué se había convertido? ¿En una chica de un rato? No... Ella era su novia.

Se levantó del suelo decidida. No dejaría que su relación se convirtiera en una rutina. Lo amaba y se lo iba a demostrar estando cuando más la necesitaba.

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Ed se encontraba en la puerta de la casa de Louis indeciso sin saber si tocar o no. Se sentía algo nervioso debido al confrontamiento que habían tenido la última vez que se vieron y al parecer Harry no había hecho ningún efecto positivo en él. Al contrario, cuando Ed llamó al chico para preguntarle si Louis había reaccionado mejor Harry se había escuchado tan melancólico que lo hizo comprenderlo todo sin necesitar una palabra más. 

Habían pasado semanas, fácilmente dos, desde que lo vio. Todos acordaron darle tiempo a Louis para adaptarse (más que nada fue una sugerencia, Louis rechazaba a todo aquel que se acercara con la intención de ayudarle), hasta Harry que era el más insistente en ayudar a Louis había aceptado la sugerencia con la condición de que en cuanto Ed decidiera que era tiempo (porque era el que más lo conocía), él iría también.

Louis estaba tan herido, tan abandonado, tan necesitado de amor que comenzaba a tornarse agresivo. Era como un cachorrito amoroso que había crecido a base de golpes y violencia y que ahora mordía o gruñía a todo aquel que quisiera acercarse. Y lo entendía perfectamente. Pero se sentía impotente al no poder ayudarlo de algún modo porque simplemente no lo dejaba.

Tocó varias veces la puerta. Creyó realmente que no había nadie porque pasó mucho rato intentando conseguir una respuesta, de pie frente a la puerta balanceándose nerviosamente de un lado a otro esperando. Era temprano por la mañana así que por su cabeza pasó la idea de que había salido a caminar y a tomar aire fresco. O quizá estaba dormido. 

O no le abriría simplemente. 

Estaba a punto de irse cuando la puerta se abrió dando paso a un Louis somnoliento y despeinado con cara de pocos amigos. Pero había algo más aparte de ese mal humor que detonaba su rostro. Ed se alegró tanto que quiso de verdad abrazarlo. Pero quería evitarse un puñetazo porque desde otro país se veía que no estaba de buen humor.

Detrás del arcoíris ||L.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora