||Capítulo 36.

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Doncaster, Reino Unido. 

Louis movió la cabeza hacia la derecha, tenía un leve dolor en el cuello. Sentía como unas punzadas detrás de su nuca. Frunció el ceño. ¿Qué había pasado, dónde estaba? No se sentía como en su cama, su cama era más blanca y aquello sobre lo que estaba recostado era sobre algo más duro. 

Abrió los ojos lentamente, primero uno y luego otro. Había mucha luz y escuchaba el cantar de los pájaros por la mañana. Ni siquiera se encontraba dentro de la casa, estaba fuera, en el patio, en la mecedora grande que había para recostarse... 

Y dormido, casi encima de él, estaba Harry. 

—¿Qué mierda...?

Quiso recordar la noche anterior pero por más que hizo memoria no pudo. Había tomado, recordaba el sabor de cerveza en su boca, tenía una horrible resaca encima y Harry había llegado en algún punto de la noche. Se había quedado hablando con él y después... nada. No recordaba nada más. 

Volteó a ver a Harry y admiró su forma de dormir, respiraba pausadamente. Las pestañas rozaban sus pómulos y se veía tranquilo. Tenía los labios entreabiertos y ligeramente rozados de estarlos relamiendo entre sueños. Tenía mechones de cabello rizado en el rostro y otros despeinados detrás de su oreja. 

Louis sintió un extraño cosquilleo en la base de su vientre.

Se levantó  de golpe y Harry cayó a la dura banca, despertándose al instante, desconcertado y adolorido. 

—Mal, mal, esto está mal —dijo Louis repetidas ocasiones mientras se limpiaba la ropa con desesperación, como si se le hubiera subido un bicho.

Harry aún no comprendía del todo, pero vio a Louis alejarse a gran velocidad de su lado y meterse a la casa. Hizo un gesto de dolor y confusión y se acarició la parte que había sido golpeada. ¿Qué había sido eso?

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La vida parecía ligeramente distinta, pensó Louis mientras se miraba al espejo, él se veía distinto a antes. Vio las apenas cicatrices en sus brazos y recordó el momento en el que casi se quitaba la vida de no ser porque Harry  y los demás llegaron a su lado. 

Vio su torso desnudo en el reflejo del espejo, visualizó las marcas de heridas profundas que le había causado Troy a lo largo de su infancia en un intento de corregirlo. Vio su cabello, ahora un poco largo, el flequillo le daba en los ojos y era increíble el hecho de que ahora estaba un poco ondulado. Su padre jamás le había permitido llevarlo así, lo habría matado de sólo verlo.  

Su vida era un desastre, seguía siendo un desastre. A veces pensaba en su familia que había quedado destruida y era inevitable no tener cierto resentimiento a Harry. Pero al final, ¿Quién de todos había sido el culpable de que la desgracia se desatara?

Él sabía la respuesta, sólo que no quería aceptarla al cien por ciento de todas formas. 

Y Eleanor... ¿Qué iba a hacer con ella? Pensó en su novia, en lo diferente que la veía ahora. Intentó pensar en algún momento que hubieran compartido que le pareciera lo suficientemente feliz como para llamarla y decirle que podrían volver, pero no encontró ninguno. Buscó en vano entre sus memorias, entre sus recuerdos juntos. Incluso trató de reavivar las veces que habían tenido sexo y ver si eso causaba una mínima reacción en él, la que fuera.

Y esperó.

Y esperó...

Pero no obtuvo nada, meramente tristeza. Ni siquiera su cuerpo reaccionó al imaginarse el cuerpo de su novia cuando estaban en su cuarto solos. Desnuda, completamente hermosa (porque sí, era hermosa), sudada, completamente despeinada y con su sonrisa coqueta posada en los labios, completamente abierta para él, dispuesta.

Detrás del arcoíris ||L.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora