||Capítulo 50.

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Doncaster, Reino Unido. 

Anne lucía preciosa en aquel vestido blanco, se veía al espejo con entusiasmo y embelesada, jamás se había sentido tan bonita y tan feliz, las piernas se sentían como si fueran gelatinas y las manos le temblaban de manera casi imperceptible. Sus amigas le ayudaban a perfeccionar detalles como algún cabello que se había salido de su peinado o a ponerse los tacones blancos que se encontraban ahí, esperando por ella. Revoloteaban como mariposas a su al rededor pendientes de cualquier cosa que ella necesitara y sentía que explotaba de la emoción, en tan sólo una hora sería la esposa de Des Styles, el amor de toda su vida, el hombre con el que compartiría el resto de su vida y ese sentimiento tan abrumador la hacía querer llorar. 

Miró su reflejo una vez más y descubrió que estaba llorando, limpió una lágrima de manera cuidadosa para que no se corriera el maquillaje que tenía aplicado, no quería arruinarlo. Pero en ese instante al ver a todas sus amigas hablando emocionadas a su al rededor pensó inconscientemente en Troy.

Su mejor amigo... Tenía años de no verlo. A veces soñaba con él y sus ojos azules llorosos por lo que había pasado la última vez... de sólo recordarlo le daban escalofríos. Aún así, a pesar de lo horrible que había sido no podía evitar recordarlo. Recordaba todas las cosas que habían hecho juntos y lo mucho que le había dolido su traición, había memorizado cada sentimiento, cada detalle y cada emoción de ese día que era difícil olvidarlo.

Y recordaba el inmenso amor que tenía hacia él. Lo mucho que lo extrañaba a veces le dolía físicamente y quería correr a buscarlo, era entendible, habían sido muy cercanos durante muchísimo tiempo, Troy había sido la mitad de ella, su confidente, su otro corazón y no sabía qué la había destrozado más, el hecho de que la había engañado con su novio, o el hecho de que hubiera sido él. 

—¿Te sientes bien? —preguntó preocupada una de sus damas de honor, Anne se limitó a asentir. 

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Las horas transcurrieron con rapidez a pesar del nerviosismo de Anne que jalaba el vestido de su falda intentando calmarse a sí misma, sus amigas la acompañaban y una por una se ponían broches de flores de color rojo en el cabello. La temática era amor pasional, el eros, entonces la iglesia estaba adornada de flores blancas y rojas por doquier. Había hecho su tesis sobre los diferentes tipos de amor según la psicología y eso la había inspirado. 

Cuando ella entró a la iglesia podía jurar que iba a desmayarse, de verdad, sentía que dejaba de respirar a lapsos y que el aire abandonaba todos sus pulmones, intentó no pensar en Troy y en cuánta falta le hacía, pero cada paso que daba hacia el altar se le hacía más pesado. 

Evitó mirar hacia el frente del todo, sabía que en el altar estaría Des esperándola para unir su vida con ella, pero comenzó a tener dudas sobre si esa era la mejor decisión. Sus amigas casadas le advirtieron que eso pasaba muy seguido, cuando contemplabas un futuro tan certero empezabas a cuestionarte si eso era lo que de verdad querías.

Pensó en Des y en Troy, en cómo los había encontrado besándose en aquel árbol, ¿Por qué Des no se separó de Troy en ese beso si tanto asco le daba? Recordaba que los había visto abrazarse después de eso, ¿Eso también había sido un chantaje de Troy o Des había decidido hacerlo?

Tenía miedo de que el ramo de flores se le cayera por lo mucho que sus manos temblaban de manera notoria ahora, se podía percibir el ligero movimiento en los pétalos de las rosas. Vio a todos sus invitados mirándola con entusiasmo, sonriendo, felices de compartir esos momentos con ella. 

Se imaginó a Troy ahí, en la primer banca como siempre habían dicho que estaría, apoyándola, aplaudiendo para ella, sonriendo para ella... Sintió un nudo en la garganta, tenía ganas de salir corriendo de ahí.

Detrás del arcoíris ||L.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora