||Capítulo 10.

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Mullingar, Irlanda.

Liam caminaba apresuradamente hacia su casa, constantemente volteaba a su al rededor para asegurarse de que nadie lo seguía. Se sentía algo asustado, sentía como el nerviosismo corría por su cuerpo. Demonios, sabía que había sido un error hacerlo, pero había sido un reto y se habían terminado dando cuenta de que a él le gustaban los chicos.

Liam Payne tenía diecisiete años y cursaba la preparatoria en Mullingar, era un chico agradable y simpático, nunca se callaba y por eso siempre era reprendido por sus profesores. Tenía buenas calificaciones y era una humilde persona. Era bastante apuesto y tenía las facciones muy dulces. Era perseguido por muchas chicas y en su vida sólo había tenido una novia, Danielle. Su preferencia sexual se definía por ''bisexual'', porque había llegado a querer a una chica tanto como a sí mismo.

Pero había sido una sola excepción, puesto que lo que más le llamaba la atención eran los chicos. Y no, no era mero capricho suyo, él no decidía de quién enamorarse, y guiarse por el sexo de alguien le resultaba tan tonto. Él se enamoraba no de lo que veía, si no de lo que una persona se transmitía.

Y justo en ese momento estaba seguro de que estaba ligeramente enamorado de un chico de su clase.

Había sido una muy mala idea besar a su compañero Ulises en la clase del día anterior. Una pésima idea. Todos comenzaron a molestarlo todas las horas del día gritándole cosas como "maricón" o "cerdo asqueroso" e inclusive "puto".

Se sentía tan pésimo ser la víctima de las burlas y las críticas. No podía pasar por los casilleros con sus libros entre sus brazos porque escuchaba los murmullos de los alumnos hablando cosas sobre él.

A pesar de tener esa edad, Liam aún no sabía lo que quería y estaba aclarando su sexualidad. Pero en esos momentos ya ni siquiera quería descubrirla puesto que sería juzgado con cualquier decisión que tomara.

—Esto es pésimo —susurró contra el viento, a la nada.

Escuchó pasos detrás de él, algo alejados. Tuvo miedo de verdad y sus pies reaccionaron antes que su cerebro, pronto se encontró corriendo en dirección a su casa, no quería que le hicieran nada. No soportaría más cosas contra su persona, porque aunque los demás no lo notaran, su rechazo y sus burlas dolían.

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—¿Cómo te ha ido hoy, cariño? —le preguntó su madre, Karen, acariciando su lacia y algo larga cabellera castaña al pasar a su lado. Liam sonrió ante ella.

—Bien, supongo —dijo con sencillez, intentando sonar completamente normal.

—Me alegra oír eso, hijo.

No, nada estaba bien, ¿no veía el sufrimiento reflejado en los ojos de su hijo? ¿no veía que todo estaba mal? ¿no presentía que su hijo tenía problemas con descubrir su sexualidad?

Liam no estaba precisamente lleno de amor, su madre trabajaba todo el día y siempre estaba con sus amigas, su padre había muerto cuando él estaba muy pequeño como para recordarlo. No tenía a nadie en esos momentos y sus amigos se la pasaban criticándolo.

Liam necesitaba a alguien que lo apoyara, que lo aconsejara, que le dijera que no había por qué temer a sentir, a amar... Porque justo en ese momento se sentía muy asustado.

—Bueno —dijo temeroso—, de hecho hoy ha pasado algo, un poco extraño a decir verdad...

Liam quería hablar, quería desahogarse, pero decir lo que le estaban haciendo sería como condenarse a muerte. Sabía de sobra que a su mamá no le agradaban en lo absoluto las personas de la comunidad gay, al contrario, se oponía en cuanto podía.

Detrás del arcoíris ||L.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora