||Capítulo 41.

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Doncaster, Reino Unido. 

Anne estaba esperando en la puerta de la universidad, tenía el rostro hinchado de tanto haber llorado la noche anterior y las uñas muy cortas de habérselas mordido. Tenía la nota aún, la llevaba en el bolso trasero del pantalón y le quemaba como si tuviera un trozo de carbón. 

Sentía un nudo en la garganta y una ansiedad gigante creciendo en su vientre y subiendo. Necesitaba hablar con Troy pero no se había atrevido a ir a su casa. Necesitaba saber qué estaba pasando y por qué su mejor amigo y su novio se habían estado besando debajo de aquel árbol. 

Después de haber presenciado eso se quedó ahí un buen rato, intentando pensar qué hacer. Podría bien haber ido y enfrentarlos pero prefirió observarlos, ver cómo Des le acariciaba las mejillas a Troy con amor y ternura y como Troy se escondía debajo de sus brazos.

Estaba rota de una y mil maneras. Eso jamás se lo había esperado jamás. Se supone que Des era el amor de su vida, con quien se iba a casar una vez terminando la universidad. Tenían tantos años juntos y era el estereotipo de hombre perfecto: educado, caballero, un buen estudiante, caritativo, gentil.

Él siempre había odiado a los gays y sabía que Troy lo era, entonces de repente tenía ciertas actitudes groseras con su amigo que a ella le molestaban y le exigía que lo respetara. ¿Por qué entonces se habían besado? ¿Todo era una farsa?

¿Ella era la que sobraba ahí?

No tenía idea de lo que estaba ocurriendo y necesitaba respuestas. Tenía tantos sentimientos juntos: tristeza, decepción, sorpresa, dolor... odio. 

Finalmente y después de haber transcurrido bastante tiempo divisó a Troy entre la multitud. Él la vio y le sonrió ampliamente, ella mantuvo el semblante serio y hasta que estuvo lo suficientemente cerca él pudo ver las grandes ojeras que reinaban debajo de su rostro por no haber podido dormir.

—Anne, ¿Qué pa-

¿Cuánto tiempo llevas engañándome?

Eso frenó en seco a Troy y la miró a la cara asustado. No...

—¿De qué hablas?

Anne sintió las lágrimas acudir a sus ojos una vez más, sintió el estómago revuelto y le dieron ganas de vomitar, aquello era demasiado. Troy estaba fingiendo demencia, era demasiado malo para mentir, era demasiado obvio. 

Sentía sus piernas temblar pero no podía demostrarlo, no debía demostrar que se estaba derrumbando, que aquella situación sobrepasaba sus límites por mucho. Suspiró y reunió todo el valor que le quedaba. 

—¿Hace cuánto tiempo que están saliendo Des y tú? —preguntó finalmente.

Troy la miró lleno de terror y él lentamente comenzó a llorar también. Lo sabía, era el fin. No iba a pedirle explicaciones de cómo lo había sabido, ni si alguien se lo había dicho, ya nada valía la pena en ese momento.

Se arrepintió en aquellos instantes, en aquellos segundos, de no habérselo dicho nunca. Porque cuando la miró a los ojos y vio aquella inmensa tristeza se sintió horrible, la peor persona existente del mundo. 

—Cuatro años —confesó.

Ella negó con la cabeza mientras se llevaba una mano a los labios para que no se vieran los temblores, suspiró fuertemente un par de veces tratando de no estallar en sollozos. Troy quiso acercarse a abrazarla pero ella lo alejó.

Detrás del arcoíris ||L.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora