1.Siempre te amaré

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El sonido de las olas rompiendo contra las rocas es algo que siempre me ha relajado

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El sonido de las olas rompiendo contra las rocas es algo que siempre me ha relajado. Puede acabarse el mundo que si yo estoy escuchando este dulce sonido no me enteraré.

— ¿Vas a contestarme?— preguntaba Paula que parecía estar enfadándose.

—Perdona —contesté sin poder esconder esa sonrisa que delataba mi ausencia—, ¿qué has dicho?

—¿Otra vez? —colocó los brazos en jarras mostrando su descontento—. Ya van tres veces esta semana. Me gustaría saber lo que piensas cada vez que te sientas ahí a mirar el mar.

Aparté la mirada de sus lindos ojos azules para compararlos con la intensidad del color del mar que se perdía en el horizonte hasta mezclarse con el azul del cielo. Desde aquel acantilado solo se veía agua. Era una isla pequeña a unos kilómetros de la costa, un lugar idóneo si deseas huir del mundo civilizado, lejos de los engaños y de la burla mediática, ajeno a la rutina y a las falsas expectativas. Un lugar donde la realidad eres tú y no Internet.

—Si vas a subir al barco —se aproximó hasta sentarse a mi lado donde nuestros pies colgaban en el vacío—. Dicen que habrá una tormenta y no saldrá otro hasta que pase. No me gustaría quedarme sola en esta isla.

Colocó su cabeza en mi hombro como gato que ronronea buscando una caricia o consuelo con el que ahuyentar sus penas. La envolví con mi brazo ofreciéndole cobijo junto a mi pecho.

—No me iré a ningún lado. No si tú no vienes.

—Pero tu padre lo dijo bien claro—el tono de su voz intentaba hacerme entrar en razón sobre algo que yo estaba en desacuerdo—. Si no vuelves antes de mañana te echará del trabajo.

— ¿Crees que eso me preocupa?— dije mostrado mi mejor sonrisa.

—Pero deberías volver. No me gustaría que tuvierais problemas por mi culpa.

—Solo hay una cosa en el mundo que me pueda quitar el sueño—dejé que las palabras flotaran en el viento como si quisiera que mis pensamientos se hundieran en el mar.

—¿Puedo saber qué es? — su voz temblaba juguetona, como las miles de veces que me había oído decirlo. Pero le encantaba que lo repitiera una y otra vez.

Dejé que el silencio nos envolviera durante unos segundos que parecían eternos. Era nuestro pequeño juego que desmentía la teoría del tiempo.

—Que me dejes de querer algún día— mis ojos se volvieron hacia los suyos como si en ellos se pudiera apreciar la sinceridad de mis palabras.

—Tonto —se apresuró a envolverme con sus brazos lo que casi nos cuesta la vida al estar a punto de caer al mar—. Siempre te amaré. Siempre, siempre.

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De vuelta [Terminada]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora