De vuelta [Terminada]✔

17. Fin de la noche

La maleta de Paula ha desaparecido y en su lugar aparece una invitación a la isla.

Si lo que estaba pasando allí no era de lo más misterioso que me echen por el precipicio.

Con las pruebas encontradas hasta ahora, John no podría acusarme de haberle hecho algo a Paula.  Al contrario, debería cooperar. Por lo tanto, el siguiente paso sería encontrarme con él.

Pero la idea de que Robert y Elsa seguían escondidos rondaba por mi cabeza. No tenía pensado abandonar la casa tan pronto. No sin haber hablado con su padre. Él tenía muchas respuestas que ayudarían a resolverlo todo.

Pero a pesar de la que estaba cayendo fuera, y las horas que marcaba el reloj, la desaparición de Robert era más sospechosa todavía. ¿Por qué pasar la noche fuera? Además sabiendo que habría esta tormenta. Lo más lógico sería volver a la ciudad o encerrarse en casa con  provisiones.

Aproveché su ausencia para investigar la casa, comenzando por su habitación.

La fotografía de Paula abrazada a su padre, posada en la mesita de noche, me robó unos valiosos minutos. permanecí sentado en la cama observando su sonrisa, buscando una explicación a lo que su padre podría haberle hecho.

«Espero que tu padre te haya metido en un barco y te haya mandado a la ciudad»

Era una posibilidad que no debía descartar, teniendo en cuenta que la maleta con sus cosas había desaparecido.

Dejé de nuevo la fotografía en su lugar, no sin antes memorizar la sonrisa que ella mostraba en la imagen, feliz, como si lo que había pasado ese día no fuera con ella.

Rebusqué en la habitación comenzando por los cajones de la mesita. Nada interesante. Pasé al armario. Nada interesante. Debajo de la cama. Nada. Repasé varias veces la habitación para no pasar nada desapercibido.

Bajé al salón. Ya no actuaba con sigilo. Si había alguien en la casa tenía que saber que yo estaba allí y que le estaba esperando. Recordé que Elsa sabía que yo estaba en su casa y que había escuchado la conversación con Robert. Por tanto, reforzaba que si no habían vuelto es porque ocultaban algo y gordo.

Ahora me apetecía volver a la casa de Elsa. Tras mi encuentro con Tomás no había podido encontrar más pistas en la casa.

La cuestión es que se me acababa el tiempo. En menos de una hora saldría el sol de un nuevo día.

Todo esto rondaba por mi cabeza mientras buscaba por el salón. No encontré nada de valor hasta que encontré el teléfono rojo apartado en un rincón. Lo descolgué y como era de esperar no tenía línea. Marqué números al azar pero no pasaba nada. También era importante descubrir la finalidad de ese teléfono y...

  «¿Cómo se me ha pasado?»  interrumpí mis pensamientos al pasar por mi mente un recuerdo.

Se trataba de la última casa visitada, durante la conversación con el extraño anciano. Mientras divagaba e intentaba convencerme de algo que no entendía, hice un breve reconocimiento del lugar donde nos encontrábamos. Recordando aquel salón, no podía comprender cómo podía haber pasado por alto un teléfono rojo que se fundía con el ambiente rústico que nos rodeaba. Podría haber obtenido respuestas sobre ese teléfono si aquella conversación no me hubiera desorientado.

Ya había vinculado a tres personas con ese teléfono. Aunque no era de extrañar puesto que el triángulo de sospechosos aparecían juntos en una fotografía. Ahora tenía que saber si ese teléfono localizaba a alguien más de la isla y la finalidad que tenía dicha conexión.

Ahora quería volver a la casa del misterioso anciano y echar la puerta abajo hasta descubrir dónde estaban sus amigos.

Colgué lentamente el teléfono sin apartar la mirada de una nueva pista, como si pudiera perderla al pestañear. En la entrada al salón, cerca de las escaleras, habían unas manchas en el suelo. Me acerqué hasta comprobar que eran unas huellas.

  «¿Ha entrado alguien en la casa sin darme cuenta?»  pensé observando la dirección de las pisadas que ascendían por las escaleras. Las seguí hasta perderse cerca de la puerta que daba a la habitación de Paula. Observé de nuevo las huellas. El barro formado por la lluvia había impregnado las marcas en el suelo del intruso que había visitado la habitación de Paula en las horas anteriores. Zapatos de hombre. Comprobé que no fueran las mías propias puesto que yo también había entrado hace poco y sería ridículo entretenerse en una pista falsa. Fui a la habitación de Robert buscando unos zapatos para comparar la talla.

Me sorprendió descubrir que el intruso tenía unos zapatos más grandes que los del padre de Paula.

¿Quién había entrado en la habitación de Paula? Necesitaba encontrar al dueño de esas pisadas. Unos zapatos manchados de barro que delatarían al intruso. Tenía en mente un sospechoso: Tomás. Era tan raro que no podía dejar de lado que también podía ser culpable.

Otra casa que visitar.

Por lo visto, el nuevo día que comenzaba venía acompañado de una nueva visita guiada a todas las casas de la isla. Por suerte ya tenía las preguntas suficientes para encaminar la investigación y descubrir las mentiras que cada uno pudiera ofrecer.

Bajé hacia la puerta principal, pensando que al retroceder los pasos del intruso descubriría su escondite. Abrí la puerta y la humedad de la noche me llenó los pulmones. La lluvia no había cesado y había borrado las huellas que me podrían haber guiado hasta la persona que había entrado en la casa mientras yo no estaba.

Por otro lado, a pesar de que la tormenta seguía con su amenaza de borrar la isla, sentía como los primeros rayos del alba luchaban para iluminar la penumbra que esa noche había gobernado.

«Un nuevo día comienza y el tiempo se acaba»

A pesar de no haber descansado, me sentía con fuerza tras haber analizado todo lo descubierto hasta ahora. Sabía que estaba cerca de acabar con todo.

  «Levantaré cada piedra de este mundo hasta encontrarte»